Suzan vive en Israel y a los 35 años decide comenzar un tratamiento de fertilización, pero mientras realiza los exámenes de rutina para comenzar dicho proceso se entera de que su útero no se encuentra completamente desarrollado como para afrontar un embarazo. Frente a estos resultados decide recurrir a su historia clínica en busca de respuestas y encuentra que, desde el momento de su nacimiento hasta los cinco meses de edad, figura en todos los estudios médicos como “varón”. El desconcierto y las dudas crecen a la par de sus investigaciones sobre su pasado hasta que descubre que es una persona intersex -desconociendo inclusive en ese momento esa palabra- y que a los cinco meses de vida sus padres autorizaron una intervención quirúrgica sobre su cuerpo, para luego no volver a hablar más del tema y criarla como mujer, a pesar de nunca haberse sentido completamente así a lo largo de su vida. Ante esta revelación y la negativa de su madre de responder sus inquietudes, fundamentalmente por temor a que se conozca esta historia entre sus vecinxs, Suzan decide buscar por internet una comunidad coterránea de personas intersex con la cual compartir similares experiencias de vida. Al ver que muchas de ellas se encuentran aisladas unas de otras, no duda en poner en marcha su propio grupo de Facebook para unirlas, convocarlas y compartir preguntas, respuestas, experiencias e historias personales.

La contracara de la historia familiar de Suzan aflora en las experiencias de Ofer, nacido hace 33 años en el seno de una familia judía religiosa en España, y quien contó desde temprana edad con la información y la libertad plena para elegir su propio destino sin mutilaciones ni intervenciones de ninguna índole, excepto por el apoyo de su familia en el respaldo de sus decisiones personales: “¿Por qué siempre ustedes, las personas que tienen un solo sexo, utilizan la palabra definición? Yo no me tengo que definir, mi sexo es andrógino o intersex”. Ofer descubrió que era una persona intersex a sus 7 años, cuando fue víctima del bullying de sus compañerxs de natación que señalaban sus genitales en las duchas del natatorio. A diferencia de la familia de Suzan, la madre de Ofer siempre lo incentivó a sentirse feliz por su cuerpo, considerado como un don por tener pene y vagina y no solo uno de los dos, como el caso de aquellos que se burlaban. Ofer, incorporando su sexualidad a la religión en la que cree y practica, se concibe hecho a imagen y semejanza de Dios, lo cual le permitió reivindicarse como una persona intersex a una temprana edad y a lo largo de su vida, más allá de haber pasado voluntariamente por una serie de operaciones motivadas por sus deseos y preferencias. Al ser Adán la primera persona intersex de la humanidad, no se comprende cuál es el supuesto problema que plantean algunos sectores de la sociedad y de la religión sobre sus cuerpos, sostiene.

El documental se completa con otras historias de vida y, sobre todo, con la exitosa red vincular que arma Suzan entre personas intersex, activistas, investigadorxs y médicxs, para planear el futuro, discutir y confrontarse contra las corporaciones familiar y médica, la mutilación genital y las decisiones de lxs otrxs sobre sus cuerpos al nacer. Gracias a las iniciativas de Suzan, narradas en este documental de Sharon Luzon, el Ministerio de Salud de Israel está construyendo una nueva política de Derechos Humanos en relación al tratamiento médico que reciben las personas intersex. 

Jueves 1º de junio, a las 18, en el cine Cosmos, Av. Corrientes 2046. Más info en imd.org.ar/festival