La vuelta a la presencialidad del Cosquín Rock significó también el regreso de Las Pelotas al festival. Así que, al igual que Brasil en el Mundial de Fútbol, el grupo mantiene su récord de haber participado en todas las ediciones del encuentro musical cordobés. Por eso, es imposible pensar el evento sin los liderados por Germán Daffunchio, bien sea por tradición, mística o incluso cábala.

Luego de que José Palazzo, creador y productor del festival, invitara a Los Auténticos Decadentes, Los Pericos y a Molotov a ser parte de la cita rockera con su propio escenario, esta vez le tocó a Las Pelotas reencontrarse con su público durante el sábado y domingo. Lo hicieron en una suerte de carpa de circo que se mantuvo en silencio hasta las 22, y que, como si se tratara de una capilla, más tarde contuvo a una feligresía emocionada.

Inicialmente se habló de que sería una performance acústica, pero luego el propio frontman advirtió que conectarían los cables de sus instrumentos. Y la verdad es que les vino muy bien, después de que el grupo se abocara a promocionar durante el último tiempo un disco básicamente acústico y ajustado a los tantos formatos que impuso la pandemia.

“Nos parecía que este festival tiene una atmósfera eléctrica y no acústica. Luego de dos años de hacer acústicos, era más interesante volver a lo eléctrico”, le justificó a este diario Sebastián Schachtel, tecladista de la banda, antes de subirse al escenario para consumar la segunda de sus fechas en el Cosquín Rock. “Una vez que terminó el show del sábado, sentimos que fue una experiencia especial”.

Entonces la bajista Gabriela Martínez interviene y agrega: “Cuando surgió la idea del acústico, estábamos en otro momento. Estaba la pandemia y se venían haciendo shows en ese estilo”, recuerda. “Pero luego eso se fue revirtiendo y empezamos a hacer recitales más eléctricos. Al principio de nuestra charla sobre lo que haríamos acá, quedó un poco eso. Si estábamos acá, tenía que ser eléctrico. Por más que hay un momento acústico”.

-¿Cómo fue la preparación del repertorio?

Sebastián Schachtel: -Tenemos muchos temas y muchos discos. En ambos días hicimos temas diferentes. No todos. Es un momento de reencuentro con el festival, luego de dos años de que todo estuviera tan restringido. Tenía que ser todo un festejo.

-El año pasado, el primer álbum de estudio de la banda, Corderos en la noche, cumplió tres décadas. Considerando el revisionismo al que invitaron los dos últimos años, ¿no se les ocurrió preparar algo especial para la ocasión?

Gabriela Martínez: -No somos un grupo que se detenga en eso. Siempre es más interesante trabajar sobre un material nuevo que celebrar un disco o revisitarlo.

S.S.: -Es rarísimo reversionar un disco.

-Pero sacaron el disco Versiones desde casa durante la pandemia…

G.M.: -Ese disco surgió en principio para tocarlo en las redes, que era lo que se estaba haciendo.

S.S.: -También era para ocupar nuestro tiempo. Era un año muy programado con shows y otras cosas, y de pronto todo se vio suspendido.

G.M.: -Era una manera de seguir haciendo música juntos. Funcionó de forma terapéutica para cada uno. Cada uno estaba en su casa trabajando, pero a la vez estaba conectado con el otro. Era subir una pista a un drive, el otro la bajaba y la escuchaba, y luego se hacía una devolución. Así se fue dando ese disco.

-Previo a ese trabajo, el año anterior sacaron Es así, que ganó en la última entrega de los Gardel el premio al “Mejor álbum de rock”.

S.S.: -Está bueno ganar un premio siempre.

G.M.: -Sebastián nos mandó una foto con la estatuilla, luego de que llegó a su casa.

S.S.: -Una vez que lo recibí, les dije: “Chicos, acá está”.

-Después de este Cosquín Rock, ¿cómo viene su bitácora?

S.S.: -La semana próxima tocamos en el Baradero Rock, el 26 de marzo hacemos Rosario, luego estaremos en Ushuaia, y nos presentaremos en el Quilmes Rock el mismo día de Gorillaz. Está empezando a moverse todo otra vez.