El retiro de la actuación de Bruce Willis debido al estado avanzado de su afasia sacudió al mundo del espectáculo a última hora del miércoles, cuando su familia publicó un posteo en redes sociales anunciando la noticia. Pero no sorprendió a quienes trabajaron con el protagonista de Duro de matar en los últimos años, pues las huellas de ese trastorno neuronal que dificulta la comprensión y la comunicación escrita y oral ya eran evidentes en los sets, según se desprende de las declaraciones de los equipos técnicos de sus películas más recientes. Tal es el caso del realizador Mike Burns, quien poco antes de iniciar el rodaje de la producción de bajo presupuesto Out of Death, en junio de 2020, pidió que recortaran cinco páginas de sus parlamentos, aunque sin aclarar el motivo. “Necesitamos abreviar sus diálogos para que no sean monólogos”, escribió en un mail publicado por varios medios estadounidenses este viernes.

El anuncio obliga a poner en perspectiva la última etapa de la carrera del actor de 67 años. Como si fuera un principiante intentando abrirse un lugar en la frondosa selva hollywoodense, Willis aceptaba cuanto guion le pusieran delante, sin importar si se trataba de una producción ultra berreta pensada para el mercado hogareño o de una timoneada por M. Night Shyamalan, como el caso de Glass. Sin embargo, no es descabellado pensar que, consciente de que le quedaba poco hilo en el carretel artístico, el pelado, cuyo cachet rondaba los dos millones de dólares por un par de jornadas de rodaje, haya intentado acumular un colchón de dinero suficiente para asegurarse un retiro tranquilo, sin apremios económicos para él y su familia. Es así que desde 2019 trabajó, según el portal IMDB, en unas veinticinco películas, dos de las cuales (Gasoline Alley y A Day to Die) se estrenaron en el Estados Unidos entre fines de febrero y principios del mes pasado. Para lo que resta del año está previsto que lleguen otras ¡ocho! películas.

Auriculares y el peligro de las armas

Pero ninguno de esos rodajes fue sencillo. Por el contrario, más de veinte personas presentes en esos sets, en diálogo con el diario Los Angeles Times, aseguraron haber notado que Willis no andaba bien, que parecía perdido e incapaz de recordar sus diálogos. La solución que encontraron fue darle un micrófono a un miembro del equipo técnico para que le “soplara” sus líneas a través de un auricular, al tiempo que la mayoría de las escenas de acción, en especial las que implicaban el uso de armas de fuego, quedaron a cargo de un doble de cuerpo.

Incluso dos de esas personas recordaron que durante el rodaje de Hard Kill, en enero de 2020, disparó un arma cargada antes de la señal, un hecho que de pura suerte no terminó con heridos. La actriz Lala Kent, a cargo de interpretar a la hija de Willis, contó que en una de las escenas culminantes ella debía estar de espaldas a la cámara y con uno de los villanos amenazándola con un chuchillo en su garganta, hasta que su padre irrumpía para poner las cosas en orden. El actor, antes de liquidar al malvado con un balazo, debía decir unas palabras que funcionaban como señal para que Kent se agachara. Pero disparó antes de hablar, sorprendiendo a una actriz que no llegó a protegerse.

“En ese momento me dije: ‘Bueno, no hay problema, hagámosla de nuevo”, contó Kent. Previo a la segunda toma, le pidió al director Matt Eskandari que le recordaba lo que debía decir antes de accionar la pistola. Las palabras no solo nunca llegaron, sino que disparó en la dirección incorrecta. “Desde ese momento nos aseguramos de no estar en la línea de fuego cuando empuñara un arma”, recordó uno de los asistentes, que por obvias razones se negó a permitir la publicación de su nombre en el medio angelino.

Horarios reducidos y pérdida de memoria

El director Mike Burns era una de las pocas personas que sabía de la lucha de Willis, aunque recién tomo conciencia de la gravedad del diagnóstico en junio de 2020, durante el rodaje de Out of Death. “Después del primer día me di cuenta de que había un problema mayor y entendí por qué me habían pedido que acortara sus líneas en el guion”, dijo Burns, quien comprimió todas sus escenas (alrededor de 25 páginas del guion) en un único día de filmación. Según contaron desde las productoras de sus últimos proyectos, los contratos estipulaban no más dos jornadas laborales de ocho cada una, aunque era habitual que por su condición solo estuviera cuatro.

En la primavera austral del año pasado, a Burns le ofrecieron de dirigir otra película con Willis, Wrong Place. Preocupado por su salud, llamó a uno de sus allegados para preguntarle cómo estaba. Le dijeron que bien, que “mucho mejor que el año anterior”, pero a la hora de ponerse delante de las cámaras se dio cuenta muy rápido que lo habían engañado. “Lo noté mucho peor. Después de terminar, me dije: ‘Listo, no voy a hacer ninguna otra película con él’. Me alivia que se esté tomando un tiempo libre”, contó Burns.

Entre los tomaron conciencia del estado del actor en el último año está Jesse V. Johnson, quien había trabajado con él décadas atrás –durante su etapa como doble de riesgo– y lo volvió a cruzar como director de White Elephant, rodada en abril de 2021. Rápidamente percibió “que no era el Bruce que recordaba”, y consultó con su equipo para saber cómo estaba. “Dijeron que estaba feliz de estar ahí, pero que sería mejor si podíamos terminar de filmar antes del almuerzo y liberarlo temprano”, recordó Johnson, quien en ese momento reordenó el cronograma para cumplir con el pedido.

Sin embargo, lo peor estaba por venir: según dos personas presentes aquella jornada, Willis dijo en voz alta: “Sé por qué están aquí, pero, ¿por qué estoy yo aquí?”. “Desde ese momento nuestra preocupación era cómo hacer para que Bruce no se viera tan mal. Le daban una línea de diálogo y no entendía lo que significaba. Solo estaba siendo un títere”, dijeron las fuentes anónimas a L.A. Times. Johnson tuvo la oportunidad de volver a filmar con Willis, una propuesta que discutió con su equipo creativo y finalmente declinó. “Después de nuestra experiencia en White Elephant, como equipo decidimos que no haríamos otra. “Todos somos fanáticos de Bruce y nadie se sintió cómodo con la situación. En última instancia, fue un final bastante triste para una carrera increíble”, concluyó.