Caminar entre los pastizales y las rocas del Cerro Cove. Llegar a Monte Longdon, donde tuvo lugar las batalla más cruenta de la guerra, descubrir allí sus únicos "ríos de piedra". Hallar un casco y una bota de un soldado argentino, y hasta tomarlos con las manos, moverlos, observarlos en todas sus dimensiones. Ver --y oír-- llegar la avioneta Cessna del piloto argentino Miguel Fitzgerald. Asomarse finalmente, desde una base aérea, a la plataforma continental argentina, entre las olas embravecidas. Sentirse adentro del paisaje, del frío y el viento, del gris de las nubes. Es parte de lo que ocurre en la experiencia inmersiva de realidad virtual Pisar Malvinas, que acaba de inaugurar el Museo Malvinas, en un desarrollo conjunto con la Universidad de San Martín y la Dirección Nacional de Museos. Para sumergirse en la experiencia --gratuitamente-- hay que reservar lugar previamente en la página del museo: https://museomalvinas.cultura.gob.ar.

Página/12 recorrió la experiencia junto a dos excombatientes. Al finalizar, y muy emocionados, ambos coincidieron en que lo que sintieron, literalmente, fue que estaban volviendo a Pisar Malvinas


La sorpresa de "pisar"

En recorridos que se hacen junto a varios "jugadores", con un casco de realidad virtual (en el sistema Oculus, de última generación en estas tecnologías), la experiencia Pisar Malvinas es singular por varios motivos, entre ellos el técnico. El grado de "realidad" de los paisajes que se pisan es muy alto, y además es posible manipular objetos, pasárselos a otro jugador, ubicarlos en diferentes lugares. Esto es posible a partir de la utilización de un novedoso sistema de trackeo de manos. 

Así los jugadores van pasando por diferentes "niveles", guiados por la voz de la actriz Malena Solda. La guerra aparece sólo como una alusión en los objetos. El acento, en cambio, está puesto en el recorrido por un lugar cuya condición de propio, argentino, se percibe en cada detalle, empezando por la continuidad del paisaje patagónico. Así, la idea de pisar simbólicamente Malvinas es la de "plantar deseo soberano".

El equipo que hizo


Un desarrollo de la universidad pública

Sorprendentemente, todo este moderno desarrollo partió de un trabajo de tesis de Federico Ledesma, alumno de la carrera de  en Animación 3D y Efectos Visuales de la Universidad de San Martín. En el marco del Concurso Activar Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Nación, se conformó un equipo de trabajo que integran alumnos y alumnas de primer y el último año de la carrera, junto al docente Yamil Roldán y Agustín Alvarez, codirector de la tecnicatura. 

Así se avanzó en la recreación de superficies o de terrenos reales, para lo cual hubo que hacer todo un trabajo de investigación previa, reconstruyendo la topología de las islas a partir de mapas de cartografía e imágenes satelitales. Con diferentes técnicas de modelado digital (poligonal, partiendo de figuras geométricas; con curvas, que es el que se usa en la industria automotriz) se recrearon algunos objetos. Para otros se usó fotogrametría (la toma de miles de fotos, desde todos los ángulos, cuando el objeto es accesible, como ocurrió con cráneo del zorro guará que está exhibido en el Museo Malvinas, y que fue donado por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata). 

Apostar a lo propio

"Pisar Malvinas va en línea con nuestro objetivo de llegar a las y los chicos, tender un vínculo con esta parte de nuestra historia a través de las nuevas herramientas y tecnologías", marca Edgardo Esteban, director del museo. "En siete minutos se recorre desde la primera población hasta esa plataforma marítima continental, la flora, la fauna. Muchas veces se habla de Malvinas con poco conocimiento, y esta experiencia, además de entretener, nos muestra lo que significa la historia de Malvinas", evalúa. Imagina, a futuro, la misma iniciativa llevada a otros puntos del país, a partir de la certeza de que "este tipo de proyectos son necesarios para llegar a los jóvenes, apostando al futuro, la esperanza, la vida". 

"Las nuevas generaciones tienen familiarizada esta tecnología, para muchos es el primer contacto con la realidad virtual, pero a lo mejor ya jugaron un jueguito. Como la realidad virtual es cada vez más accesible, un objetivo es que el primer contacto de las personas con esta tecnología sea un proyecto local y educativo, no ligado al mercado o al videojuego de guerra", apunta Federico Ledesma.

La experiencia está pensada para todo público, pero al Museo Malvinas le interesa especialmente abrirla a las escuelas que asiduamente visitan el lugar.  

Sin ocultar su entusiasmo, cuenta cómo fue el largo proceso que siguieron para llegar a los paisajes tan reales de Malvinas, que incluyó las investigaciones de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental, datos de elevación topográfica usados por los servicios geológicos, Google Earth (aunque de esto, aclara, hay mucho menos relevado que lo que se imagina). Con toda esta información, se trabajó luego en el pasaje a tres dimensiones. 

"Para nosotros, desde la universidad, esta fue una hermosa manera de encontrar el costado que vincula lo pedagógico con lo público", dice Agustín Alvarez. "Cuando se piensa en los desarrollos y aportes de las universidades a la sociedad, se sabe por ejemplo que hay equipos de biólogos que desarrollan vacunas, pero es más raro pensar en el aporte de la industria de la animación, la tecnocología del entretenimiento, por fuera de lo que pide el mercado", analiza. Se enorgullece de mostrar que lo que los jóvenes aprenden en esta carrera tan nueva y demandada "se pueda usar para educar, trascender fronteras, dar a conocer patrimonios, y hasta hablar de soberanía". 

En esta misma línea, cuenta, otro equipo de la tecnicatura ya está trabajando con las cuevas de Oyola y La Candelaria de Catamarca, en ese caso conociendo in situ el terreno, en exploraciones junto a un grupo de arqueólogos.


Volver a Malvinas 

"Si hoy me preguntan: ¿volviste a Malvinas? Yo digo que sí", dice Claudio "el Tano" Rapino, emocionado, al sacarse el casco de realidad virtual. Cuenta que nunca pudo volver "de verdad" a las islas, que por diferentes circunstancias, no se dio. Pero ahora, dice, "lo sintió". 

"Yo no quise volver aunque en su momento tuve esa oportunidad. No es algo que esté en mi deseo. Pero hoy sí, volví a Malvinas. Y me gustó hacerlo de este modo", coincide Víctor Hugo Foresi, también excombatiente, también de Quilmes. 

Ambos comparten bromas: el sonido del avioneta de Fitzgerald, tan real, apareciendo detrás del cerro, les resultó inquietante. Si bien no alude a la guerra sino a la proeza del primer aviador civil en aterrizar en las Islas Malvinas, en 1964, a bordo de su pequeño avión Cessna 185. Hoy ese avión pende del techo del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. 

"Hace poco fue el aniversario redondo de Malvinas y para nosotros estas fechas siempre son especiales, es como que el cuerpo y la mente se preparan", sigue diciendo Rapino. "En esos días hasta me pongo medias. Porque al frío lo tengo acá", dice y se toca la cabeza y el pecho. "Nosotros vamos mucho a hablar a las escuelas, y me parece buenísimo que los chicos vengan acá, es la mejor manera de saber cómo es Malvinas", finaliza. Y agradece haber podido volver a Pisar Malvinas.