Juan Quintero es un creador sensible y talentoso. Aún joven, su aporte a la música popular argentina es ya trascendente, haciéndolo parte de una camada de artistas que revitalizaron al cancionero argentino, ya sea desde su labor solista y en el trío Aca Seca o en el dúo que durante años conformó junto a Luna Monti. Atentos a esa valía, desde la Orquesta de Cámara Municipal que conduce Fernando Ciraolo apostaron a una renovación del repertorio y, en marzo de 2014, convocaron a la dupla Monti-Quintero para un concierto donde el tucumano asumió la conducción del organismo, al que volvió a dirigir en diciembre del año pasado para una presentación conjunta con Aca Seca. Esa segunda experiencia precedió a una propuesta de largo plazo: la elección de Quintero como arreglador y director de una serie de tres conciertos que se iniciaron en marzo de este año junto a Jorge Fandermole, y que tendrán su segundo episodio el próximo viernes (a las 21, en el Teatro La Comedia) con un homenaje al enorme Chacho Muller.

Y aún cuando Quintero no recuerda con precisión cuándo descubrió la obra del esencial compositor rosarino, no duda en arriesgar las coordenadas: fue a través del propio Fandermole, que lo puso en contacto con Monedas de sol, disco publicado en 1999 por la Editorial Municipal de Rosario. "Es maravilloso que esté ese disco", distingue Quintero, que conducirá a la Orquesta en una función que sumará a las cantantes Myriam Cubelos, Graciela Sansone y Nadia Larcher. "Ese disco es una manera muy amorosa de abordar la obra del Chacho --retoma el tucumano--. Es la mejor manera para mí de presentar esa música, que es maravillosa de por sí, pero que fue muy bien tratada".

Y es una valoración total la que Quintero realiza sobre ese trabajo producido artísticamente por Fander y arreglado en conjunto por el entrerriano Carlos "Negro" Aguirre y por Muller (quien falleció tres meses después de la presentación oficial de la placa, realizada en febrero de 2000 en el Anfiteatro municipal), considerándola por sobre el primer disco solista de Chacho, grabado en 1988 y hoy descatalogado (aunque, afortunadamente, disponible en Youtube). "Monedas de sol es el puntapié inicial de todos los temas, muchos empiezan casi con citas de ese disco --remarca Quintero--. Después, ya sea por voluntad propia de cambiarlo o porque el proceso de escritura te va llevando para otro lado, en general viran hacia otra cosa. Pero este concierto está muy ligado a ese disco. Me gusta cuando los arreglos llegan a formar parte de la obra. En mi caso fue lo primero que escuché de Chacho, y al momento de escuchar el primer disco ya no me importaba por ejemplo que las versiones originales tuvieran otros interludios instrumentales".

Desde la mirada de algunos seguidores históricos de la obra del compositor rosarino, Chacho Muller (aquel registro de fines de los 80) se distingue como registro fiel del talento vocal e interpretativo de un creador que llegó a Monedas de sol sobre el final de sus días. Más allá de gustos y percepciones particulares, ambas obras relucen como resguardo de un repertorio de enorme valía, pero que para muchos sigue siendo desconocido. En ese sentido, el homenaje de la Orquesta y el trío de cantantes se presupone como una posibilidad de acercar esas obras a nuevos escuchas.

Sin embargo, desde su rol de director invitado, Quintero prefiere esquivar la noción de rescate. "La idea de permitir, de rescatar, yo las descarto de mi labor", remarca, y aclara: "Soy consciente que cosas como estas abren, así como el Negro hizo con Monedas de sol, donde abrió una posibilidad de escucha. Hay muchas canciones de autores que si uno las escucha como vienen, son bastante duras para nosotros, o para la gente que no está habituada a descubrir cierta belleza y se quedan trabados en los modos. Por ejemplo, un tipo que canta bien campero por ahí expulsa, pero la canción puede ser muy linda. Uno al reinterpretar algunas cosas en cierto modo habilita, va hacia la arquitectura de la obra, entonces otras generaciones, otro tipo de gente, entra por ese lado y no por el lado de la tradición. Pero no pasa porque uno permita, o porque se rescate, sino por el puro contagio del gusto. Hay algo de esa obra que me mueve alguna fibra y eso le rebota a alguien. Para mí el mecanismo es simple. Por éso soy como reticente a esas cuestiones del rescate de las obras, porque para mí son como tesoros quietos, es algo que está ahí. Después tiene que llegar el momento en que le guste mucho a alguien y eso va a resonar en otras personas. Para mí no hay otro mecanismo igualmente válido a ése".

 

Aprendizaje compartido

 

Seguro de que estas experiencias al frente de la Orquesta de Cámara representan para él una invalorable instancia de aprendizaje, luego del concierto dedicado a la obra de Muller Quintero volverá a conducirla el 17 de diciembre, en un tercer capítulo que incluirá al santiagueño Raly Barrionuevo. Una situación que dará lugar, según anticipa Quintero, a "un concierto más criollo, con otro tratamiento de la orquesta".

- Para los músicos de la Orquesta debe representar un desafío entrar a un terreno popular donde no abunda lo escrito y sí lo espontáneo.

- Sí, sobre todo éso. Es un gran aprendizaje, eso es lo que nos lleva tiempo, decodificar esa cosa. Respecto a esas situaciones que están libradas al azar, llegar a ese punto sería un aprendizaje mucho más largo. La idea es que se pueda dar un cifrado y que sepan por dónde tocar, por ahora se escribe todo nota por nota. En un ambiente de estructuras muy rígidas, dejar cosas libradas al azar de buenas a primeras puede generar un caos total. Son cosas que nosotros los músicos que no somos de la academia las tenemos un poco incorporadas. Por otro lado hay también un aprendizaje muy bueno para mí en el observar. Escribir estos conciertos me obligó a detenerme nota por nota en las composiciones, en lo que se toca. Tener ese grado de detalle es algo que no solemos hacer. Entonces se va generando un equilibrio.