La resolución del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) que declara Sitio Sagrado al Volcán de Llullaillaco, de donde fueron exhumados en 1999 los cuerpos conservados de dos niños y una niña, y la apertura del debate sobre su restitución a las comunidades originarias, dejó también la puerta abierta a situaciones similares respecto de la exhibición de cuerpos humanos en los museos.

En el Museo Jallpha Kalchaki, de San Carlos, pueblo del departamento homónimo de la región de los Valles Calchaquíes, se exhibe un “Niño Momificado”. La exposición del cuerpo en una vitrina es acompañada por una referencia que indica que se lo conoce también como “El Dormidito del Anguinao", y detalla que sus "restos (fueron) encontrados en una cueva de las laderas de las barrancas del río Calchaquí". Y "Es un niño perteneciente a la comunidad diaguita-calchaquí. Estudios realizados confirman que en tiempos de las Guerras Calchaquíes fue resguardado por su madre india en una urna de barro mientras ella combatía contra los españoles, pero nunca regresó a su rescate porque la muerte la encontró luchando y el niño quedó dormido para siempre”.

El Museo de San Carlos.

“Es la única (momia), exhibida… Hay muchos huesos que están dentro de las urnas pero sin exhibir y pasa así en todos los museos”, dijo a Salta/12 el director de cultura de San Carlos y del Museo Municipal, Gastón Contreras. A su entender, el debate sobre la necesidad de restituir los restos humanos de integrantes de pueblos indígenas que han sido apropiados en museos “pone en evidencia la necesidad de generar políticas para lugares chiquitos como el nuestro. Pensar que debe haber un equipo de trabajo” que pueda rever sobre estas exhibiciones y las condiciones en que se realizan.

Contreras ingresó como director de Cultura del municipio sancarleño en 2019, un poco antes de la llegada de la pandemia. “Desde que ingresé al Museo tengo la necesidad y ganas de hacer un consenso porque esto le pertenece a la comunidad sancarleña”, dijo. Pero entendió que ese consenso es imposible en soledad, desde las buenas intenciones o desde una cuestión meramente administrativa. “Ese proceso de consenso debe ser acompañado de un presupuesto que no tenemos”, pues implica contar con especialistas que puedan intervenir en el tema, indicó.

“El último guión museográfico es de hace 32 años”, contó el funcionario municipal al indicar que su idea es poder dar a ese legado "otro giro". Respecto de la presencia del niño momificado en el Museo, afirmó que no sabe "en qué momento ingresó. Si bien el Museo fue fundado en 1977 y está todo escrito en máquina de escribir”. Pese a que se hizo una búsqueda de las fuentes de la historia relatada en la referencia, Contreras indicó que es necesario al menos “un museólogo, que no tenemos”, y otras herramientas para una mejor gestión.

Añadió que con el fin de encontrar elementos que puedan ayudarlo, hizo una “residencia en Museología” para poder encontrar profesionales que ayuden a repensar esta institución desde la conservación, la arqueología y el arte.

Actualmente el Museo de San Carlos se sostiene con el cobro de una entrada mínima, de 50 pesos, a los visitantes, y se sostiene con empleados municipales afectados a esta área. El presupuesto o gastos por cualquier eventulidad, queda en manos del municipio. “Estamos intentando de que sea el reflejo además de una cultura viva”, dijo el director. Añadió que por eso realizan diversas actividades para llevarlo adelante.

Un trabajo integral que se perdió

Además de ser reconocida por su militancia en organismos de derechos humanos, Blanca “Nenina” Lescano es antropóloga , ya se jubiló, pero fue una de las impulsoras de la Ley 6649, sobre Régimen de los Monumentos y Museos Históricos, Arqueológicos y Paleontológicos, sancionada y promulgada en 1991. Fue también directora del Museo de Antropología de Salta (MAS).

Lescano contó que durante aquella época se vio la necesidad de que con la democracia instalada haya nuevas políticas respecto al patrimonio cultural. Entre ellas, además de la custodia, se establecían trabajos de los profesionales en los rescates que se generaban cuando se encontraban restos arqueológicos. “El trabajo era de forma integral. Desde la parte social se explicaba a la comunidad las tareas de los arqueólogos”, además del rescate mismo que hacían los especialistas sobre los restos encontrados. Incluso recordó el rescate de una “urna Lerma” del sitio en donde se emplaza el Club Libertad en Salta Capital. “Es una de las urnas santamarianas de los Pueblos Calchaquíes”, refirió.

Quienes visitaron el MAS cuentan de la exhibicion de los restos de una mujer. "Pedí que se la retirara de exposición porque no sabíamos nada de ella, ni de donde había salido incluso", recordó Lescano. Añadió que incluso firmó luego una declaración contra la exhibición de cuerpos humanos en los museos, y participó de la marcha de la Qollamarka (organización de segundo grado de comunidades del Pueblo Kolla) que entre fines de los 90 y hasta pasado el 2004 se manifestó por la restitución de los Niños del Llullaillaco.

Recordó que cuando se hallaban restos de las culturas indígenas las denuncias se hacían al MAS, "que debía hacerse cargo” del rescate de los objetos encontrados. Detalló que las empresas constructoras o mineras que estaban a cargo de excavaciones, una vez que encontraban algo "debían presentar los proyectos (de los trabajos) al Museo y contratar a especialistas que supervisen las obras y hagan el informe”.

De hecho, en el artículo 4 de la Ley 6649 se indica que "el uso de sitios histórico-arqueológicos con fines de difusión cultural o turístico, requerirá únicamente autorización del Museo de Antropología de la Provincia en las condiciones que éste estipule".

Sin embargo, Lescano afirmó que esta política se fue deteriorando y el MAS quedó como órgano de aplicación de la Ley pero sin suficiente fuerza para actuar. Con la expedición a Llullaillaco no hubo entonces intervención alguna. A ello se sumaron políticas del gobierno que estaba por entonces a cargo del hoy senador nacional por Salta, Juan Carlos Romero, que construyó el Museo de Antropología de Alta Montaña (MAAM) dentro de una estructura más general con la finalidad de resguardar, investigar y exhibir a los Niños de Llullaillaco, que se convirtieron en una de las principales atracciones turísticas de la provincia. “Todo el presupuesto de nuestro Museo entonces quedó allí”, sostuvo Lescano.

El presupuesto 2022 de la provincia de Salta destina una partida total de poco menos de 65 millones de pesos para el sostenimiento de la estructura integral del MAAM.