Shinzo Abe, el exprimer ministro de Japón asesinado a los 67 años durante un acto de campaña, fue el dirigente que más años estuvo en ese cargo en la historia de su país y, como tal, marcó profundamente la vida política de esa nación a pesar de los varios escándalos que atravesó.

Tenía 52 años cuando asumió en 2006 y se convirtió en la persona más joven en ocupar el cargo. Era considerado un símbolo de cambio y juventud, y por ello renovó el perfil de la dirigencia que hasta entonces rotaba en el poder.

La visita de Abe a la Argentina

En 2013 había visitado la Argentina y volvió a hacerlo tres años después, cuando además de los actos protocolares de gobierno convocó a cientos de japoneses durante un acto en el Centro Okinawense ubicado en las avenidas San Juan y Jujuy.


Aunque su país y Argentina "se sitúan justo en el lado opuesto del planeta, el vínculo que nos une es eterno", dijo durante su discurso ante una multitud. Luego volvió al país en 2018 para la cumbre del G20.

Los gobiernos de Abe

A pesar de que se había preparado desde muy joven para ejercer el poder en el seno de una familia conservadora de élite, su primer período de gobierno fue turbulento, acosado por escándalos y disputas, y terminó con su abrupta renuncia un año después.

Inicialmente dijo que renunciaba por motivos políticos, pero luego admitió que sufría de un problema de salud del que se recuperó y volvió a la jefatura de gobierno en diciembre de 2012. Con ello puso fin a un período en el que los primeros ministros se sucedían a un ritmo de hasta uno por año.

Abe se hizo conocer en el extranjero por su estrategia de reactivación económica, conocida como los "abenomics", que registró algunos logros, como un alza de la tasa de actividad de las mujeres y las personas de mayor edad.

La gran ambición de Abe era revisar la Constitución pacifista japonesa de 1947, escrita por el ocupante estadounidense, y jamás enmendada.

En el escenario internacional, adoptó una línea dura con Corea del Norte, pero asumió un papel de pacificador entre Estados Unidos e Irán. Priorizó una relación personal con el expresidente estadounidense Donald Trump para proteger la relación entre los dos países y buscó enmendar los vínculos con Rusia y China.

A menudo salpicado por escándalos que afectaron a su entorno, supo aprovechar acontecimientos externos -disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales- para desviar la atención y presentarse como un jefe indispensable ante la adversidad.

También se benefició de la falta de un rival de envergadura en el seno de su partido, el PLD, y de la fragilidad de la oposición, aún no recuperada de su desastroso paso por el poder entre 2009 y 2012.

Pero su popularidad declinó desde el inicio de la pandemia del coronavirus, ya que el acciona de su gobierno fue considerado demasiado lento y confuso.

Los Juegos Olímpicos de Tokio

Durante mucho tiempo se aferró a la esperanza de mantener los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 y se convirtió en el primer ministro que hizo posible que la gran cita deportiva se disputase en Tokio pese a la pandemia de coronavirus y con un año de retraso.

A medio camino, su inolvidable aparición en la ceremonia de clausura de Río 2016 disfrazado de Super Mario para recoger el testigo de los Juegos. No llegó sin embargo a asistir a los Juegos como primer ministro, pues dimitió en septiembre de 2020 por problemas de salud.