Hace tres años, un tipo caminaba por Mataderos cuando, de repente, le pareció ver un lindo gatito en el patio delantero de una casa. Ante la duda se comunicó con la Comuna, un llamado condujo a otro y todo acabó en un allanamiento con resultado inesperado: al abrir la puerta encontraron un cachorro de puma durmiendo la siesta en la cama. Los moradores dijeron que lo habían encontrado al costado de una ruta, a la altura de Santiago del Estero, de vuelta de un viaje, y se lo trajeron.

La noticia del puma paseándose muy orondo por el centro y los techos de Villa Gesell en la víspera de las vacaciones de invierno puso el tema en la consideración pública tan rápido como lo sacó, en parte porque esa Municipalidad nunca supo cómo gestionar el hecho, pero también porque los medios no encontraron manera seria de tratar del asunto. Tendencias que se vuelven noticias en búsqueda de un clickbait con fecha de vencimiento presurosa: ya nadie sabe dónde se encuentra el bicho por la sencilla razón de que ya no importa. Así es la velocidad de la información cuando adquiere la dinámica de la social media.

Mientras en la localidad balnearia nunca supieron explicar ni cómo apareció el animal ni tampoco como desapareció, los colegas periodistas se precipitaron a abordar el tema de manera entre frívola y sensacionalista: desde una conductora de noticiero asegurando que "no hay que mirar a un puma a los ojos" porque "una vez" lo escuchó "por ahí", hasta un presentador televisivo preguntándose si el felino "se escapó de un circo".

¿Alguien vio alguna vez un puma en un circo? Más común es verlo en una casa: aunque poco se sepa, el mascotismo que se fetichiza con especies exóticas encuentra en este animal un destino recurrido gracias a la abundancia de pumas en más lugares de los imaginados, sumado a que es más dócil que otros felinos. El puma no ruge, apenas maúlla y ronronea, y jamás atacará a un humano salvo que se sienta amenazado y sin escapatoria. Pero nunca por hambre.

Los pumas se dejan domesticar, son fáciles de alimentar y hasta pueden parecer mimosos. Y se venden de manera ilegal, aunque las multas y condenas son un chiste que rara vez se efectiviza. Entonces, claro, la conducta se enquista y tener un puma en casa no sólo es más fácil de lo que parece, sino también una ganga.

Acaso el único que se dedicó a hacer periodismo sobre el tema fue Rauli Cabral, corresponsal de Radio Provincia en Villa Gesell, ciudad que recorrió en búsqueda de cualquier dato que pudiera darle info. La que ofreció la Municipalidad es escasa y no sorprende: la red local de cámaras de seguridad no sirvió para advertir de dónde vino ni a dónde se fue el puma, como tampoco colaboró en encontrar a Agostina Sorich ni a Marcelo Medina, dos pibes que se fueron de sus casas en distintos tiempos de la historia reciente y permanecen desaparecidos como si se los hubiese chupado la tierra (o la arena).

Rauli, además, proviene de una familia baqueana con conocimiento de la fauna en la región del Tuyú. Su padre, que solía organizar excursiones por las zonas de bañados y humedales circundantes a Gesell, le tiró una info clave en base a las imágenes que circularon del puma. "Yo mismo creía que el animal podía provenir de alguna reserva cercana, aunque él descarta que fuera salvaje por varios motivos", dice el periodista. "Estaba demasiado limpio, cosa que no sucede con especies que andan por zonas agrestes y por lo tanto tienen la panza renegrida. Además se mostraba bastante tranquilo cuando lo perseguían los patrulleros o algún cuatriciclo. Su trote era propio de un animal que está acostumbrado a convivir con esos ruidos."

"En algunos lugares de la zona tranquilamente pueden domesticarlos por varios motivos", averiguó Cabral. ¿Cuáles? "Ahuyentar a otras especies", señala el periodista geselino. La idea de que el puma más famoso de este julio -lo que también dio lugar a toda una memética entre el Puma Rodríguez y Julio Iglesias- pudo haberse escapado de una casa o de una finca adquirió mucho más valor del divulgado por las versiones oficiales, concentradas en la sencilla noción de que en verdad el felino provino de campos cercanos.

Así y todo, no hay caso de domesticación de pumas tan resonante como el de London, el felino que cría en su casa Natalia Korotova. La rusa de 34 años se declara "fanática de los animales exóticos" y alcanzó más de 30 mil seguidores en su cuenta de Instagram gracias a las fotos que sube con ésta y otras mascotas. Algo que en nuestro país está prohibido, o eso se supone, con un costo alto para las especies: se estima que sólo uno de cada diez ejemplares sometidos al comercio ilegal de fauna sobreviven, y solo la mitad de los rescatados logran readaptarse, ya que en el cautiverio pierden sus habilidades para la vida silvestre.


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