2 de abril de 1997

10 a.m.

Allen acaba de llamar. Su voz sonaba muy débil... Dijo que los médicos le diagnosticaron apenas tres meses de vida. Cáncer de hígado y otras cosas horribles. Pero estaba de buen humor. Dijo que había aceptado la muerte y que no estaba ni preocupado ni en estado de pánico, que todo es normal. Le pregunté si tenía alguien que lo cuidara y si necesitaba algo. Me dijo que no, que tenía una enfermera e incluso una cama muy especial en el hospital, muy fácil de manejar... No, no necesita nada. Me contó que estaba escribiendo mucha poesía, para un libro que podría llamarse, si no recuerdo mal, Poemas desde la cama, pensando en la muerte. Tal vez lo esté citando mal. Me pidió que lo fuera a visitar. Sentí que realmente necesitaba que lo visitara. Prometí pasar a saludar a mediados de la semana que viene. Me comentó que su departamento está atiborrado de cosas, pero sigue siendo muy cómodo, a pesar de la cantidad de papeles que tiene. Me dijo que Bob Dylan lo llamó y que Hiro se comunicó con él y lloró... Hablamos durante unos veinte minutos, y no fue una charla triste, me resultó imposible sentirme triste escuchando esa voz tan serena. De hecho, ambos reímos mucho hablando del tema, de que solo le quedan tres meses de vida, de que hay tantas cosas que deja sin terminar, aunque ambos acordamos que no tiene ninguìn sentido pensar en eso. Pasamos de una cosa a la otra. Digo que ambos reímos; de hecho, él solo emitió risitas, esa clásica risita que caracteriza a Allen. Como digo, no fue una conversación triste, por extraño que suene. Supongo que ese es el don especial de Allen.

5 de abril de 1997

Mediodía

Llamó Bill Morgan, me dijo que tomara asiento. Le dije que simplemente lo anunciara. Allen murió anoche a las 2:40 de la madrugada. El funeral será el lunes entre las 9 y las 13 en el Shambala Center, en el 118 de la Calle 22 Oeste. El miércoles regresó a su casa del hospital, estaba de buen ánimo, se puso a trabajar. Trabajó todo el día. El jueves volvió a sentirse mal. El viernes tuvo un infarto y entró en coma. Nunca más volvió a despertarse. Se quedó dormido...

5 de la tarde

Envié mensajes a París, Tokio.

Hiro llamó. Me dijo que fuera a la casa de Allen.

Cuando llegué me encontré con unos diez o quince amigos de Allen. Y unos cuatro o cinco monjes tibetanos (?), sentados en torno a una mesa baja, entonando cánticos.

El cuerpo de Allen todavía estaba en la cama, donde murió, en la parte norte de la habitación, junto a las cortinas azules. El viento agitaba gentilmente las cortinas. Su cabeza miraba hacia el oeste, de costado, casi hacia nosotros pero no del todo, como si estuviera ya en otro lugar. Rosebud estaba allí, y encendió las luces por un instante, para que yo pudiera grabar a Allen, para que pudiera verlo en medio de esa habitación extensa donde estaba recostado casi en penumbras. Estaba dormido, y tuve la impresioìn de que dormía reflexivamente. Había un dejo de romanticismo en su mirada. Pero se lo veía relajado. Me recordó a los rafaelitas, no sé por qué.