El gobierno cubano calificó como “un retroceso en las relaciones” la decisión de Donald Trump de dar marcha atrás con el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Así lo hizo en una declaración en la que advierte que Washington “recurre a métodos coercitivos del pasado, al adoptar medidas de recrudecimiento del bloqueo, en vigor desde febrero de 1962”.

El presidente norteamericano había anunciado ayer en Miami, frente al exilio cubano, el cese en la normalización de las relaciones bilaterales. En una primera etapa, rige la prohibición de entablar negocios con los militares cubanos y se vuelven más estrictas las normas para viajar desde Estados Unidos a Cuba. En otras palabras, se endurecen los términos del acercamiento que comenzó a fines de 2014 y que llevó a la histórica visita de Barack Obama a la isla en marzo de 2016.

Lo que irritó al gobierno cubano fue la retórica de Trump, quien calificó como “acuerdo unilateral” la negociación de Obama con Raúl Castro, y anunció que no se levantarán sanciones “hasta que se libere a los presos políticos”.

En tal sentido, desde La Habana el gobierno de Castro manifestó que “cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso”. Y rechazó la injerencia del magnate respecto de cambios en un gobierno que tildó de “brutal” y al que en un tono digno de la Guerra Fría advirtió que hará cumplir el embargo.

“Los cambios que sean necesarios en Cuba, como los realizados desde 1959 y los que estamos acometiendo ahora como parte del proceso de actualización de nuestro modelo económico y social, los seguirá decidiendo soberanamente el pueblo cubano”, dice el comunicado, en el que se expresa que Trump está “mal asesorado” en busca de favorecer “los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino".

Con todo, la respuesta de Cuba fue sumamente cuidada frente a la beligerancia que exhibió Trump: “El gobierno de Cuba reitera su voluntad de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo, así como la negociación de los asuntos bilaterales pendientes con el gobierno de los Estados Unidos”. Además, en la isla señalaron que la experiencia de los dos últimos años “ha demostrado que los dos países”, tal como afirmara Castro, “pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambas naciones y pueblos”; aunque el texto difundido advirtió que “no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ni acepte condicionamientos de ninguna índole”.

Todo se produce pocos días después de la convocatoria en Cuba para elecciones municipales el 22 de octubre. Esos comicios marcarán la transición hacia el cambio de gobierno en febrero próximo, cuando Castro deje el poder, algo que adelantó varias veces, si bien aun no hay fecha para elecciones provinciales y nacionales.