Arrancó ayer en el sur de Hungría el juicio contra diez ciudadanos búlgaros y un afgano acusados de la muerte de 71 migrantes por asfixia en el espacio de carga de un camión refrigerador hace casi dos años.

Los cuerpos de 59 hombres, ocho mujeres y cuatro niños (entre ellos un bebé), todos ellos de Siria, Irak y Afganistán, fueron descubiertos en el camión en una autopista cerca de la ciudad de Parndof, en Austria, en agosto del 2015. El caso desató la indignación internacional coincidiendo con el punto álgido de la ola masiva de refugiados y migrantes hacia Europa. La Fiscalía estatal húngara acusa a cuatro de los hombres que se sientan en el banquillo de organizar y realizar el viaje y considera que sabían claramente que los ocupantes del camión podrían morir si no se abría la puerta, dijo ayer el fiscal general Gabor Schmidt ante la corte.

El chofer del camión de 26 años oyó a la gente gritar y golpear las paredes del compartimento y telefoneó al resto para decírselo. “Están gritando todo el tiempo, no te imaginás lo que está pasando aquí”, dice por teléfono a un cómplice, según transcripciones obtenidas por el diario alemán Sueddeutsche Zeitung (SZ) y las cadenas NDR y WDR. “Puede ser que la policía los oiga en la frontera, ¿qué hago?”, pregunta el conductor. El cómplice llamó entonces al jefe del grupo, quien le transmitió las órdenes. 

Entonces, el supuesto líder, el nacional afgano, le ordenó que no parara ni abriera la puerta bajo ninguna circunstancia. “De ninguna manera abras la puerta del camión. Dile que siga conduciendo. Que los dejen morir. Es una orden”, había dicho el cabecilla afgano, identificado como Lahoo Samsooryamal, prohibiendo que se entreabriera el compartimento para dejar entrar aire. “Si mueren, que los descarguen en un bosque en Alemania”, había ordenado a su adjunto, según un sumario publicado por los medios alemanes. Las autopsias posteriores determinaron que los migrantes murieron “asfixiados en condiciones horrorosas”. Incluso, los traficantes se detuvieron dos veces para revisar el agua del refrigerante del motor y cargar combustible, pero no abrieron las puertas. En una de las paradas, ya no se oían más gritos.

El diario SZ reportó que la policía húngara había interceptado las conversaciones como parte de una investigación sobre la red de tráfico de personas y no actuó. Pero las autoridades húngaras aseguraron que las conversaciones no fueron escuchadas en tiempo real, sino que se grabaron para ser traducidas posteriormente. “Es incorrecto asumir que las autoridades húngaras hubieran podido evitar el crimen considerando lo rápido que se produjo”, dijo el fiscal Gabor Schmidt. “Si las autoridades húngaras hubieran podido detener esta tragedia horrible, lo habrían hecho”, dijo también al SZ.

Según el fiscal, los investigadores intervinieron los teléfonos de los líderes de una banda de traficantes dos semanas antes del terrible incidente, como parte de otro caso. Sólo un día después de haber sido encontrado el camión, el grupo cargó a otros 67 migrantes en otro camión refrigerador y los llevó hasta Austria. “Esta vez los migrantes pudieron abrir la puerta de la zona de carga, por lo que no murió nadie”, afirmaron los fiscales.

“El líder del grupo y otros dos hombres son considerados los principales instigadores del crimen”, añadió Schmidt. A tres ciudadanos búlgaros, incluyendo el chofer, y el afgano se les acusa de homicidio múltiple bajo circunstancias especialmente crueles, lo que podría suponerles cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad. Uno de los sospechosos búlgaros está prófugo y será juzgado en ausencia. El afgano, Lahoo Samsooryamal, sonrió a los medios de comunicación cuando entró al juicio. Llevaba una carpeta en sus manos con las palabras “Allahu Akbar” (Dios es Grande).

Se cree que los cuatro principales acusados y otros siete ciudadanos búlgaros introdujeron ilegalmente a unos 1.200 refugiados en Austria en el 2015. El caso se juzga en Hungría porque las víctimas murieron en ese territorio antes de que el camión entrara en territorio austriaco. La mayoría de los sospechosos fueron también arrestados en Hungría. 

Los expertos esperan un largo proceso que podría extenderse hasta el próximo año, porque el juicio se apoya en un sumario de 59 mil páginas de evidencia, en las que se detalla el descubrimiento que hizo la policía en la autopista A4 en el estado de Burgenland, el 27 de agosto del 2015. Según los fiscales del caso, los migrantes eran transportados en furgonetas cerradas, oscuras y sin aire no apropiadas para llevar pasajeros, en condiciones abarrotadas, inhumanas y horrorosas. Todos los migrantes, menos uno, fueron identificados. La mayoría fueron repatriados a sus países de origen, mientras que una docena están enterrados en un cementerio musulmán en Viena. 

Una patrulla vio un camión vacío y líquido cayendo del vehículo que resultó ser fluidos corporales descomponiéndose. Dentro, un mar de extremidades entrelazadas en un contenedor de carga de 14 metros cuadrados. Entre ellos había un bebé de menos de un año. Las víctimas, de Siria , Irak y Afganistán , llevaban dos días muertas. “Era un día tan caluroso”, le dijo a la BBC Otto Lippert, quien trabaja en la autoridad local de Parndorf. “Nuestro pueblo había estado planeando una celebración esa tarde, pero luego llegaron las noticias de que un pequeño camión con personas muertas había sido encontrado en la autopista A4 cerca de Parndorf. El ambiente de fiesta desapareció. En su lugar, apareció un sentimiento de catástrofe”, añadió.

El fiscal Gabor Schmidt dijo que a medida que la crisis migratoria alcanzaba su punto máximo en el 2015, los acusados intensificaron su operación para maximizar los beneficios, llevando hasta 100 personas por día desde Hungría a Austria o Alemania, principalmente a lo largo de la autopista M1 que conecta Budapest con Viena. Antes del incidente de agosto, los acusados habían llevado a muchos migrantes en condiciones similares, causando “un sufrimiento físico y mental significativo”, dijo el fiscal.