Hace días escuchamos al diputado de la Unión Cívica Radical, Mario Negri, responsabilizar a Alberto Fernández de las más de 90 mil muertes a causa del coronavirus en la Argentina. Cargó sobre las espaldas del Presidente la culpa de un virus que está destrozando el mundo. 

Hace semanas atrás escuchábamos a Patricia Bullrich asegurar que la Argentina no tiene la vacuna Pfizer que hubiese salvado, según ella, decenas de vidas, por culpa de Ginés González García y de Alberto Fernández, quienes pidieron coima o algún tipo de retribución. Es el mismo mecanismo. La culpa es de dos personas, Ginés y Alberto Fernández. 

Hace años que venimos escuchando. Que todos los males de la Argentina, todos los males de nuestra República y de la democracia se sintetiza en una palabra, en un nombre, en una mujer: Cristina

Cristina es la responsable de todo. Se robaron todo. ¿Quién? Cristina. En la Argentina no hay trabajo. ¿Por culpa de quién? De Cristina. La asociación ilícita gobernó la Argentina durante varios años por culpa de Cristina. Todo sintetizado a una persona. 

Ahora, más allá de que todo lo que dicen es mentira y ha sido ya demostrado, no me quiero detener en la veracidad o no de los hechos. Quiero detenerme en el accionar comunicacional y político de la oposición que busca personalizarlo todo. Reducirlo a una persona y de esta manera personalizar la política. 

Por supuesto que la política es el resultado del accionar, de la construcción o de la destrucción de hombres y mujeres concretos. Ahora la política nunca debe sintetizarse en un sujeto, hombre o mujer. Ni en lo bueno ni en lo malo. Porque la política es, entre otras cosas, el arte de lo colectivo. 

Escuchá la columna de Fernando Borroni

Los hombres y mujeres dentro de un colectivo conducen procesos políticos. Sintetizan ideas pero no son el hecho político en sí mismo aunque claro está que lo pueden generar y de hecho lo hacen todo el tiempo. 

Entonces preguntémonos qué busca la oposición cuando persigue la personalización de la política. Podemos encontrar varias respuestas. Una es que al reducir a un nombre la política, reducen el vínculo emocional y hasta racional con un sujeto. Quiero decir, la política queda reducida al vínculo con una persona, al accionar de esa persona, entonces destruida esa persona, destruyen a la política. Este es un juego que lo hacen a la vista de todos. 

Otra de las respuestas puede ser que al fomentar el individualismo en términos sociales, le tienen que dar una continuidad en términos de lo político. Entonces el sálvese quien pueda, el mirarse el ombligo significa también mira un solo ombligo para ver tu propia realidad y construir así tu propio enemigo. 

Construyendo la idea de un enemigo único, personalizado, se ocultan las verdaderas causas, consecuencias de un accionar político determinado. Simplifican la discusión, el análisis, hasta hacernos creer que la política es discutir que a Perón, Alfonsín, a Cristina, a Macri, a Bullrich, a Néstor Kirchner o a Chávez cuando discutir política es discutir, por ejemplo, el contexto en el que Chávez fue Chávez, Cristina fue Cristina, Perón fue Perón, Alfonsín fue Alfonsín y Macri fue Macri. 

La correlación de fuerzas

Discutir política es discutir la correlación de fuerzas que supieron construir o de la que fueron víctimas en sus contextos. Discutir política es la discusión en pos de lo colectivo y cómo funcionó ese accionar colectivo en un momento determinado. Discutir política es discutir avance de derechos o retroceso de esos derechos.

Debatir sobre la política es discutir el todo y no un nombre que formó parte de ese todo, pero que nunca es el todo. 

El objetivo, al fin y al cabo, no es otro que encerrarnos en un cuarto muy pequeño, sin luz, que apenas ilumina por el foco de una única luz que la tiene un poder mediático monopólico que quiere ponerle solo un nombre y apellido a todo un proceso histórico.

Solo un nombre y apellido a las luchas históricas de los pueblos. Solo un nombre y apellido. Algo que está bien y a lo que está mal. En realidad, como sociedad somos el resultado de un colectivo. Y la política es la que pone en valor eso. Y los líderes políticos son quienes pueden conducir esos procesos. 

Estas reflexiones son importantes en un tiempo de campaña para no caer en las lógicas personalistas de la política, sino reivindicar la política como un proceso y un accionar que nos involucra a todos.

En ese involucramiento vamos entonces a poner en valor uno u otro a una mujer o a un hombre, pero sabiendo que son simplemente una parte de un todo que exige una discusión mucho mayor.