Bar voltaico

Campos magnéticos, voltajes, polos opuestos, electricidad: todos estos fueron los temas que trabajó durante su vida Michael Faraday, un físico ingles nacido en la pobreza en el siglo XVIII y que se convirtió en uno de los nombres claves de la revolución industrial. Faraday también descubrió un efecto –conocido como la jaula de Faraday– que hoy explica por qué el mejor lugar para resguardarse de un rayo es un auto o por qué los celulares se quedan sin señal dentro de edificios que tienen recubrimiento metálico.

Con esa idea de emular una especie de burbuja protegida fuera del tiempo y del vaivén frenético de Buenos Aires, Hernán Calliari y Federico Vaintraub decidieron bautizar Faraday a su nuevo bar, ubicado en una zona de Palermo poco habitual para este tipo de lugares, en las cercanías del shopping Alto Palermo. 

Faraday está en un primer piso de una casa antigua. Una linda barra metálica de estructura corrediza provista de whiskys, rones, vodkas infusionados con palo santo, entre otras botellas, es el núcleo del lugar. En el resto del salón, con capacidad para unas 60 personas, hay mesas altas y bajas, algunos sillones y paredes gastadas. Las pretensiones no tienen que ver con la estética sino con la atmósfera: “Es simplemente un bar donde comer y beber rico”, dicen. Una promesa que se cumple: carta de clásicos cumplidores (muy ricos el Sazerac, el picantón Bloody Mary y perfecto el Old Fashioned) y otras creaciones propias, entre las cuales la más exitosa hasta el momento es una reversión del Negroni. La carta de comidas, en tanto, promete ser una de las grandes relaciones precio calidad de Buenos Aires: la armaron con el asesoramiento de Julieta Oriolo (La Alacena) y tiene joyitas como unos deviled eggs ($75) que dan ganas de llorar de la alegría, ciruelas horneadas ($75), stuffed jalapeños ($80), meatball sandwich ($185) y brusquetas con paté casero, hinojo y pickles de pera ($90). Faraday, una jaula donde vale la pena encerrarse. 

Faraday Bar queda en en Bulnes 2022. Teléfono: 4822-1673. Horario de atención: martes a sábado, de 20 al cierre.   


Una apuesta colonial

En una de las zonas más antiguas de Buenos Aires, a metros de la Manzana de las Luces y del Colegio Nacional Buenos Aires, se encuentra Puerta del Inca, nuevo restaurante peruano que abrió en el hermoso pasaje Belgrano. Su pasado colonial salió a la superficie durante la etapa de obras, cuando se encontraron antiguos utensilios y vajillas, lo que demoró varios años la construcción, que recién concluirá en algunos meses, con la inauguración del hotel Casa Lepage. 

Lo primero para destacar: el lugar, que es realmente precioso. Se mantuvieron las columnas originales, los techos altos y en una de las paredes una serie de fotos da cuenta de las transformaciones que atravesó la propiedad. Dentro, una elegante barra, un sillón Chesterfield y una gran mesa para 12 comensales destacan como protagonistas en el salón. Es verdad, hay otras cosas menos logradas, con una mezcla de estilos que desemboca en una propuesta algo confusa. A nivel cocina, también lo peruano queda a mitad de camino: la mayoría de los platos son ricos pero, tal vez pensando en el barrio donde se ubica, parecen un poco turista o porteño friendly, amainando picantes y sabores intensos, como cilantro o huacatay. Recomendables, de todas maneras, el ceviche clásico ($275, fresco y sabroso), la causa arequipeña ($275) y la pesca del día asada ($300). También el Suspiro de una limeña ($115), entre los postres. Para beber, bien vale hacer base en la nutrida barra y tomar algunos de los tragos de la casa, como el Inca II, con el gin argentino Príncipe de los Apóstoles, el bitter Aperol y jugo de pomelo ($120). 

Puerta del Inca es todavía muy nuevo, está en pleno conocimiento de sí mismo y tiene muchísimo potencial, si termina de definirse en su rumbo. Más peruanidad en la cocina, aprovechando un local de esos que hay pocos en Buenos Aires. Y todo en una zona donde faltan buenas propuestas, sobre todo por las noches. El tiempo lo dirá.   

Puerta del Inca queda en Bolívar 373. Teléfono: 5217-5323. Horario de atención: lunes a viernes de 12 a 24. Sábados de 20 a 24.


Jugo terapia 

Después de comer y de beber es hora de limpiarse. O incluso “desintoxicarse”, en el léxico de Sparaw, una alternativa interesante a la hora de calibrar el equilibrio corporal y espiritual. 

Hace solo tres meses abrió este local moderno y minimalista -todo azulejos blancos y vidriera- en el barrio de  Recoleta, pero antes ya había sumado dos años de experiencia vendiendo desde su plataforma online. Su especialidad: los llamados jugos detox, de moda en las principales ciudades del mundo, preparados a partir de verduras, frutas, plantas, especias (cúrcuma, canela) y los llamados superalimentos, como la maca andina, el kale o la espirulina, un alga a la que se le atribuyen propiedades antioxidantes. 

Los jugos –vienen en botellones de vidrio de medio litro ($85)– se preparan a partir de entre uno y tres kilos de materia prima orgánica, que se prensa en frío (es decir, sin centrifugar) para conservar todos los nutrientes. “No están hechos para adelgazar, eso puede suceder o no, sino para depurar el cuerpo, barrer con todas las toxinas”, cuenta Martín Richards, que estudió en The Bue Trainers y hace una década es vegetariano. Antes de asociarse a sus primos Tomás y María Donelly, vivió varios años en Nueva York, donde fue socio de The Juice Press, un gigante de los jugos prensados en frío. 

Más allá de los jugos (que, dato de color, tienen fans locales que van desde el actual presidente hasta chefs como Germán Martitegui o Pablo Massey, además de varias celebrities), en Sparaw hay platos rápidos, siempre en la tónica de la saludable y evitando la carne: sándwich de palta, alga nori, queso de cajú ahumado y pepino marinado ($90), pesto salad ($130) y bowls de açai, granola o quinoa son algunos de ellos. De todas maneras, la mayoría de los clientes opta por algunos de los planes detox, en los que únicamente se consumen jugos (hasta seis por día, sin sumar ningún alimento sólido) para una puesta a nuevo completa. Después, sí, a volver a comer y beber. 

Sparaw queda en Rodríguez Peña 1714. Teléfono: 4892-0712. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 21 y sábados de 10 a 20.