Nicolás “Nicky” Caputo terminó convirtiéndose en la estrella involuntaria del fuerte descargo que hizo este martes Cristina Fernández de Kirchner después de que el tribunal oral que la juzga por supuesto direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz rechazara su pedido para ampliar su declaración indagatoria. La vicepresidenta quería hablar para referirse a la prueba que fue incorporada desde otras causas por los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola en sus alegatos. Parte de esa evidencia provenía del teléfono del exsecretario de Obras Públicas José López. Para los representantes del Ministerio Público, un mensaje de Lázaro Báez era prueba de una supuesta connivencia con CFK, pero lo que la presidenta del Senado terminó revelando fue lo que Luciani y Mola omitieron: que, en realidad, López se juntaba a comer, se trataba de “amigo” y se hacía favores con Caputo, el hermano de la vida de Mauricio Macri.

“Luciani dice que estuvo meses viendo los papeles, ¿no vio esto?”, se preguntó CFK desde su despacho en la Cámara Alta mientras repasaba los mensajes que Caputo había intercambiado con López, el exfuncionario que en junio de 2016 saltó a la fama cuando intentaba esconder bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez.

Si López no es una persona más, mucho menos lo es Caputo. El empresario es “el otro yo” de Macri, como lo definen los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele que se dedicaron a reconstruir el vínculo entre Macri y Caputo. Macri y “Nicky” son amigos desde siempre. El expresidente lo definía como su protector en el colegio Newman y fue él también quien llevó el dinero para pagar el rescate cuando lo secuestraron en 1991. No en vano funciona como su alter ego. “Nicolás [Caputo] es cofundador del Pro conmigo. Y, desde el principio, es la persona más importante que tuve acompañándome. Sin él, seguramente, no hubiéramos hecho todo lo que hicimos”, le dijo el expresidente a la periodista Laura Di Marco para el libro Macri: Historia íntima y secreta de la élite argentina que llegó al poder.

López –según reveló CFK– se había vuelto un “amigo” del amigo de Macri. Del análisis de su teléfono secuestrado tras ser detenido en junio de 2016 surge que quien se ocupó de la obra pública durante el kirchnerismo solo se comunicó en seis oportunidades con Báez pero que mantuvo 109 comunicaciones con Caputo y 177 con Eduardo Gutiérrez, del Grupo Farfallón y señalado en la justicia como testaferro del propio López.

Lo curioso es que el 6 de agosto de 2015 fue el propio Caputo quien le reenvió a López un mensaje de Gutiérrez. “Hola amigo mío: espero que estés bien”, arrancó Caputo su comunicación con el entonces secretario de Obras Públicas. “Te reenvío el mensaje de Eduardo Gutiérrez”.

Caputo, López y Gutiérrez: contactos cercanos.


Cuando López fue juzgado por enriquecimiento ilícito, Gutiérrez también se sentó en el banquillo y fue condenado a dos años y seis meses de prisión
. Sin embargo, en la instrucción de la causa no se investigó de dónde venían los dólares que López llevó al convento de General Rodríguez. Cuando la causa fue elevada a juicio, el fiscal Miguel Osorio consiguió que Estados Unidos respondieran que parte de esos dólares habían sido enviados al banco Finansur, de Jorge Sánchez Córdoba, extesorero de Boca. “Comodoro Pro no lo investigó. No lo hicieron porque no les convenía (saber de dónde venían) los 9 millones de dólares que les pagaron al secretario de Obra Pública”, tronó CFK.

López y Caputo intercambiaron mensajes mientras el empresario estaba de viaje en Estados Unidos o Brasil. Se llamaban uno a otro, aunque tomaban sus recaudos. “Era un drama”, dijo CFK. “Yo no sé qué tenía que hablar esta gente que no quería que la escuchen”, destacó. Había también almuerzos familiares y mano a mano. “Sociales después” contestaba López cuando Caputo preguntaba si se reunirían con más gente. “Se juntaban a comer con los capos de la obra pública pero la jefa de la asociación ilícita soy yo”, contestó CFK a la acusación de los fiscales Luciani y Mola, que pidieron doce años de prisión para ella e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

Hubo también pedidos de favores entre López y Caputo. El secretario de Obras Públicas le pidió al empresario que se ocupara de que funcionara el “faro de la soberanía” en el museo de Malvinas que CFK inauguró en la exESMA durante su gobierno y cuya construcción tuvo a cargo Caputo. López le advirtió que el tema lo monitoreaba la Secretaría Privada de la Presidencia y que él no quería un escándalo político por ese tema. Caputo dijo no tener idea de qué le hablaba. “Me imagino”, concedió López. “Pero creo que es un tema insignificante pero muy sensible y no me gustaría que te jodan”, aconsejó.

Mensajes entre López y Caputo por el Museo Malvinas.

La última comunicación entre López y Caputo data de agosto de 2015, cuando se celebraron las PASO que le allanarían el camino a Macri hacia la Casa Rosada. López le pidió a Caputo que se ocupara de que el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) hiciera los pagos para que no se paralizara una obra. “Me ocupo”, le contestó el amigo de Macri. Para entonces, recordó CFK en Twitter, Emilio Basavilvaso estaba al frente del IVC. Con la llegada de Macri a la Casa Rosada, pasó a la ANSES. Ahora es chief operating officer (COO) de Clarín. “Todo hace juego con todo”, cerró la vicepresidenta.