Producción: Javier Lewkowicz

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Parches y agujeros

Por Marisa Boschetti (*)

Esta nueva medida, que tiene como único fin el ingreso de divisas a nuestro país, nos da una nueva puñalada al sector tambero producto de un desequilibro en costos de producción, por la sencilla razón de que nuestras vacas consumen pellet de soja, harina de soja, balanceado, etc. Este “dólar soja” afecta los precios de los subproductos derivados de la soja y los mismos son vitales para la producción de leche.

Es increíble que los funcionarios no piensen antes de tomar medidas. Es difícil saber las consecuencias si no se conoce como se realiza la producción. A nadie parece importarle, ya que las penurias solo las soporta el productor para seguir en su producción.

Cuando pedimos explicaciones sobre tan desacertada medida, nos responden que “son solo 30 días”. Lamentablemente, estos 30 días van a marcar en nuestro sector un antes y después. Para los que somos tamberos significa pagar los alimentos, insumos y arrendamientos con un incremento de más del 30 por ciento. Quien puede lograr sobrevivir a las consecuencias de una medida tomada en la urgencia y la necesidad. ¿En algún momento nuestro Súper Ministro pensó que a los productores tamberos esta medida los llevaba a un quebranto total o solo está pensado para que en Argentina la producción tambera se siga concentrando y solo queden los grandes y desaparezcan los pequeños?

Más del 50 por ciento de la producción láctea hoy en nuestro país se hace en campo arrendado con pago en quintales de soja, no por elección sino por imposición de las reglas de juego que aceptamos, o nos quedamos mirando como cada día este modelo productivo nos lleva a más sojización y concentración.

Me pregunto cómo se logra hacer equilibrio cuando la balanza siempre se inclina para un solo lado; ya que, mientras la soja aumentó en un día de comercialización alrededor del 35 por ciento a los tamberos en teoría el aumento de la leche va a rondar en un 4,5 a 5 por ciento.

Ciento mucha angustia y bronca por esta situación, quienes tienen el poder de conducir este país hacen trajes a medida para algunos sectores, los pequeños y medianos productores de soja también la pasan mal, porque hoy ya no tiene stock para vender a 200 dólares la tonelada, tuvieron que venderla en el momento de la cosecha, porque hay que cubrir los gastos de siembra, alquileres, insumos. Solo beneficia a los grupos concentrados que siguen avanzando y desplazándonos a campos marginales.

Lo que provocan nuestros políticos cuando toman medidas desde un piso en Capital Federal, no es la realidad que se vive y se palpa en nuestros campos en el interior del país. Es necesario, diseñar medidas a largo plazo que nos impulsen a producir más, que nos den previsibilidad, que nos alienten, nos acompañen, nos proyecten a poner todo nuestro esfuerzo para sacar a este país adelante.

Hoy, cada día nos ponen más carga en la mochila, impulsándonos a cerrar nuestras tranqueras y resignarnos a desaparecer en silencio, ya que nuestra voz, la voz de los productores no es escuchada.

Estoy convencida de que, si generamos herramientas y previsibilidad nos beneficiamos todos. Le quiero decir al ministro y a todo el gobierno en general que aprovechen la oportunidad, todavía quedan tamberos en la Argentina con ganas de pelear, de avanzar, de crecer, de producir, los gringos del campo como nos llaman estamos dispuesto a seguir apostando a un país más grande y equitativo, solo necesitamos que nos dejen avanzar.

Es hora, Señor Ministro Sergio Massa, que comencemos a tomar medidas para todos y no para unos pocos, que dejemos de fomentar la timba financiera, de medir consecuencias antes de tomar medidas.

Soy una productora tambera de 1.300 litros diarios, con el esfuerzo de una familia y que la sigue peleando como muchos otros, porque el cambiar de producción no es una elección es una imposibilidad por la zona donde producimos.

Basta de parches para algunos y agujeros para otros.

(*) Directora Nacional de Federación Agraria Argentina.

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Una medida necesaria

Por Eugenia Rodríguez (**)

El Ministerio de Economía nacional anunció la implementación de un nuevo mecanismo de incentivo para la liquidación de la soja. Analizamos la medida a partir de tres ejes principales.

En primer lugar: ¿qué implica? Se trata de un programa de fomento de exportaciones con adhesión voluntaria que busca incentivar la venta de soja por parte de los productores. Para ello conlleva una clara mejora en la rentabilidad del sector, con una suba a 200 pesos (desde 140 pesos) por cada dólar exportado, es decir, una mejora del 45 por ciento en su rentabilidad.

En relación, responde a un problema central de la economía actual vinculado a las dificultades para acumular reservas en el Banco Central (BCRA). Ante la fuerte sangría en las divisas disponibles (por motivos estructurales, de coyuntura y también maniobras de sobrestock) este mecanismo busca asegurar unos 5 mil millones de dólares en septiembre.

En segundo lugar: ¿cuáles son sus principales ventajas? No conlleva una devaluación brusca, no implica eliminación de las retenciones, tiene un operatoria más simple que mecanismos anteriores que no funcionaron y traerá un aporte adicional a la recaudación fiscal.

En la misma línea, parece tener buena aceptación en el sector, ya que si se mira qué pasó en las primeras 72hs, parámetro de referencia que fijó el propio Ministerio, se observa que funcionó bien y movió el volumen que se prometía: 1075 millones de dólares entre lunes y miércoles cumpliendo con el acuerdo de 1000 millones de dólares, lo que representa 3,1 millones de toneladas en tres días. El efecto en el mercado cambiario parece positivo en tanto los dólares financieros muestran una tendencia a la baja.

Sobre el resultado fiscal, cabe detallar que el incremento extra que irá al Tesoro por aplicarse las retenciones sobre el nuevo valor de 200 por dólar, rondará los 100 mil millones de pesos, y tendrá dos objetivos concretos: fortalecer las economías regionales y a pequeños productores, y desarrollar una política de ingresos para financiar un bono de aproximadamente 16.000 pesos por tres meses, destinado a la población más vulnerable.

En tercer lugar: ¿cuáles son sus desventajas? Sin dudas aumenta la rentabilidad para un sector que ya goza de márgenes más que favorables y puede incidir en la remarcación de algunos insumos de la cadena.

No se puede desconocer que se trata de una rentabilidad extra para un sector que ya tiene ganancias extraordinarias, que se ve favorecido por los movimientos del tipo de cambio, y que ahora también tendrá un dólar más que interesante. El contexto de dificultades para acumular dólares en las reservas, con fuertes presiones para una devaluación brusca por parte de actores con poder relativo en la economía, fue aprovechado también para retener producción en busca de mayores beneficios.

Se agrega a lo anterior y como efectos no deseados a tener presente, la posibilidad de que se vea afectada la propia cadena agropecuaria si se traslada el nuevo valor a insumos. Es decir, un problema lateral tiene que ver con que buena parte de los insumos están dolarizados, por ejemplo los fertilizantes, y si se reordenan sus precios en relación al “dólar soja”, puede distorsionar los distintos eslabones de la cadena.

Se suma también el impacto que puede tener en el precio de los combustibles habida cuenta del corte que se hace en el biodiesel, y un posible efecto de retención de otros cereales, como maíz, que derive en tensiones al alza que perjudiquen cadenas como la de carne vacuna, aviar y láctea.

Llama la atención la poca mención que se hizo en estos días a un aspecto que suele estar con frecuencia en la agenda de medios, dirigencia opositora y sectores empresarios: la emisión que implica para el gobierno esta medida. Se estiman unos 300 mil millones de pesos para hacer frente al pago diferencial al agro. En este punto será necesario implementar los mecanismos de esterilización que eviten presiones al alza por la mayor circulación de dinero en la economía.

Finalmente, se trata de una medida necesaria en este contexto, que refuerza la rentabilidad de un sector con poder relativo para presionar, que implica una mayor emisión pero que traerá un retorno adicional que se trasladará a una también necesaria política de ingresos. No debería extenderse más allá de este mes si se logra efectivamente que terminen de liquidar los stocks acopiados.

(**) CEPA.