Los cambios que atravesó la economía mundial en los últimos dos años y medio resultan sorprendentes. El impacto de la crisis sanitaria modificando o acelerando tendencias alcanzó al mercado laboral, la logística, la digitalización, la energía e incluso el negocio de las finanzas. Pero la dirección de las transformaciones de este período no necesariamente coincidió con la catarata de predicciones realizadas en pleno estallido del coronavirus.

En el plano de los activos bursátiles resulta sencillo observar pronósticos que no sólo no se cumplieron, sino que mostraron la volatilidad y la velocidad con la que cambiaron los escenarios. No es necesario ir a otros continentes ni a economías desarrolladas para pensar un ejemplo. Se puede repasar la situación con las acciones de la bolsa porteña.

Al inicio de la pandemia el Bank of America había distribuido un informe que era lapidario acerca del futuro de la petrolera estatal YPF. La entidad financiera junto a su equipo técnico había calculado que el precio objetivo para la compañía energética se ubicaría en torno de 1 dólar. Así se lo informaron a sus clientes y ofrecieron recomendaciones de reducir la exposición a este activo para el armado de las carteras de inversión.

La petrolera atravesó momentos complejos en la pandemia, pero los precios de su acción se mantuvieron cerca de los 3 o 4 dólares. Los valores de 1 dólar que pronosticaba Bank of America no se cumplieron. Y ahora se suma que la firma estatal, a pesar de las fuertes caídas del viernes pasado de más del 8 por ciento, viene de una racha de rebotes extraordinaria.

La acción de YPF acumula desde julio una ganancia de más del 100 por ciento tanto para el activo que se opera en pesos en la bolsa porteña como para la cotización del ADR, es decir el papel con el que opera en moneda extranjera en el mercado de Nueva York. Su precio actual es de casi 6,50 dólares.

El valor sigue siendo bajo comparado con la historia bursátil de la petrolera, que llegó a cotizar a casi 70 dólares a finales de 2005. Pero es 6 veces más alto que el precio de quiebra que le pronosticaban en los primeros meses de la crisis sanitaria. El escenario cambió radicalmente en pocos semestres.

YPF ahora coquetea con recibir inversiones multimillonarias para sus yacimientos de gas no convencional, presenta balances trimestrales con una performance destacada y muchos fondos de inversión consideran que, más allá de la volatilidad que muestran los activos argentinos, los aumentos de las últimas semanas son solo una muestra del margen de rebote de esta acción. Por debajo de los 10 dólares dicen que sigue regalada.

El escenario para las petroleras se modificó en 180 grados a nivel internacional, en una dirección que era impensada haces dos años y medio. El mismo barril de petróleo que a principio de la crisis sanitaria se operaba en mínimos de 20 dólares ahora se mueve entre los 80 y los 100 dólares, y llegó a tocar niveles de 120 dólares hace apenas unos meses.

La energía y los combustibles, que sobraban en un mundo paralizado por las cuarentenas, se convirtieron en uno de los principales focos de disputa geopolítica debido a la guerra de Ucrania y la amenaza de desabastecimiento energético de las potencias europeas para el invierno.

Petrobras, Exxon y Chevron son algunas de las petroleras que acumulan fuertes ganancias desde los comienzos de la pandemia, con precios que llegaron a duplicarse. Las oportunidades para YPF con una de las reservas de gas no convencional más grandes del mundo son extraordinarias y en la bolsa ya hubo indicios que comenzaron las primeras apuestas.