Cuando no abundan las emociones dentro de la cancha, es una costumbre en el Cilindro de Avellaneda dejarse llevar por los fulbitos que se arman entre les mini hinchas -en su mayoría Sub 10- en los rectángulos pintados en el cemento de una de las populares laterales. Allí, en el medio de un picado mixto, iba de un lado a otro una niña disfrazada de algo así como una hada, pero con una porra fucsia en lugar de varita mágica y una camiseta noventosa de Racing, esa que llevaba la marca Rosamonte y popularizó, por caso, el Turco García. Mientras volaba entre los improvisados futbolistas, algún fanático local podía ilusionarse con ver algún que otro hechizo, como esos que venía conjurando en los últimos encuentros Emiliano Vecchio -el más aplaudido por la gente en la previa- y que metió a Racing en la pelea por el título.

Y vaya que hubo magia este domingo por la noche en Avellaneda. Racing perdía ante Unión, jugaba mal y se alejaba de la cima pero a falta de Vecchio -de muy flojo partido- Copetti se iluminó en el final y, como tocado por la varita -o la porra-, metió un gol y una asistencia para darle a la Academia tres puntos vitales para seguir soñando.

Con varios nombres poco habituales, como Tagliamonte en el arco (6° partido en Primera), Pillud en el lateral derecho (a dos juegos de llegar a los 300 en el club) y el diestro Mura en el izquierdo, Racing no cambio el libreto preferido de su DT. Presionar, recuperar, tocar e ir a buscar son los cuatro dogmas innegociables del equipo de Gago, aún cuando las cosas no salen como espera.

Mucho de eso se vio en la primera parte, con Racing en dominio de las acciones, haciendo gala de su habitual excedente de ocasiones de gol y sufriendo su todavía más repetida falta de festejos (siete goles en los últimos nueve partidos). Entre el arquero Mele y algunos yerros propios inverosímiles -como cuando Romero se amagó a un defensor, al uno y finalmente a sí mismo- atentaron contra la apertura del marcador en unos lentos primeros 45 minutos, repletos de jugadores caídos -al menos diez- y sus consecuentes parates.

Como en los últimos tres triunfos académicos, todo hacía pensar que el desahogo llegaría en la segunda parte. El único problema fue que el local casi que no salió del vestuario y fue devorado por un furioso Unión en el complemento. Luego de un par de avisos, la visita no traicionó y puso el 1 a 0 a los 49 a través del paraguayo Marabel -con desvío en Insúa- tras una linda jugada de Esquivel, el mejor de la visita. Así, Unión acariciaba su segundo triunfo de los últimos ocho partidos.

Una y otra vez llegaba el Tatengue al área académica, mientras el público hacía lo imposible para despertar a los suyos. Gago también hizo su aporte y metió tres cambios juntos, salida de Vecchio incluida. Pero rápidamente Unión casi mete el segundo, de no ser por unas ágiles reacciones de Tagliamonte. Finalmente, el movimiento que le dio resultado al DT de look Miami Vice fue la entrada del paraguayo Matías Rojas, quien venía de una lesión. Algunos segundos del zurdo en cancha y dos centros picantes fueron suficientes para que Copetti ponga la cabeza, el 1 a 1 y una a todo el Cilindro al calor de la ilusión.

Potenciado por el gol, el incansable delantero de Racing jugó unos minutos finales de película. Primero, se inventó un jugadón a pura viveza y asistió a Romero que se perdió otro gol increíble. Y luego, a los 86, voló por los aires para luchar una pelota y dejársela a Carbonero quien, a una velocidad notable, quedó frente al arquero y puso el 2 a 1 final, un triunfo que se festejó mucho dentro del campo de juego, en las tribunas y en las canchitas de cemento del costado, por supuesto.