En línea con la acción psicológica del terrorismo de Estado, ideada para legitimar el genocidio sembrando dudas sobre las desapariciones o convalidando fusilamientos que presentaban como enfrentamientos, el diario La Nación publicó un editorial donde puso en duda el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner. El texto se tituló “¿Atentado?: demasiados interrogantes y sospechas” y generó el repudio unánime de funcionarios, legisladores y referentes del Frente de Todos.

Sobre las dudas que plantea el editorial especula con que “si estamos ante fanáticos desquiciados o frente a un grupo delictivo escasamente profesional al servicio de sectores interesados en generar un particular clima o determinadas consecuencias políticas favorables a una líder política a quien la Justicia ha puesto contra las cuerdas. Nos inclinamos por esta última hipótesis”.

“Muchas de las actuaciones en los primeros momentos inmediatos al hecho traen a la memoria las gravísimas irregularidades que caracterizaron las primeras investigaciones posteriores al asesinato del fiscal Alberto Nisman en enero de 2015”, sugiere La Nación, tergiversando al mismo tiempo la muerte del fiscal. “No es difícil entender por qué alrededor de seis de cada diez personas creen que estamos ante un montaje inventado por el kirchnerismo para victimizarse”, añaden a modo de colaboración con esa causa.

“Apelamos una vez más a la moderación y a la responsabilidad que todo medio de comunicación debe respetar y salvaguardar. El editorial de La Nación, al poner en duda el atentado sufrido por Cristina Kirchner, no colabora con la búsqueda de justicia y paz social”, salió al cruce el jefe de Gabinete, Juan Manzur. “Una canallada”, lo definió el canciller Santiago Cafiero.

El ministro de Defensa, Jorge Taiana, consideró “escandaloso que La Nación busque una vez más culpabilizar al peronismo de todo”. Su par Gabriel Katopodis expresó que “asombra la irracionalidad de decir que fue un hecho inventado para victimizarla. Los argentinos merecen una conversación serena y pacífica”.

En tanto, el ministro de De­sarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque, se preguntó a través de las redes sociales: “¿Quieren saber lo que es el odio?”. Como respuesta adjuntó el texto completo del editorial. La ministra de Gobierno bonaerense, Cristina Álvarez Rodríguez, consideró: “Primero te enseñan a usar un arma y ahora ponen en duda el atentado contra la vicepresidenta. El editorial del diario La Nación es vergonzoso y no hace más que contribuir a los discursos de odio”. A su turno, el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, comparó: “Mismos diarios casi 40 años más tarde. Culpabilizar a las víctimas y seguir fomentando violencia. Hoy La Nación pone en duda el atentado a CFK. Una verdadera vergüenza”.

Además de expresiones a título personal de funcionarios y legisladores, hubo rechazos institucionales. El PJ nacional y el PJ bonaerense repudiaron el editorial. El PJ porteño señaló que el atentado a CFK “representó un enorme daño a la democracia” y advirtió que el artículo de La Nación “no hace más que profundizar los riesgos que atravesamos”, por lo que llamó “a todo el arco político a rechazar estas expresiones y a que los medios de comunicación asuman la responsabilidad pública que tienen de no difundir discursos que promueven el odio y la violencia”.

Qué dice el editorial en cuestión

La columna titulada "¿Atentado?: demasiados interrogantes y sospechas", que publicó La Nación este martes, sembró dudas sobre el ataque sufrido por la vicepresidenta y planteó sospechas sobre supuestas "irregularidades” en ese hecho.

“No es difícil entender por qué alrededor de seis de cada diez personas creen que estamos ante un montaje inventado por el kirchnerismo para victimizarse, según lo atestiguan distintas encuestas de opinión pública", dice la nota.

Luego habla de las dudas generadas por la desaparición de datos del teléfono de Sabag Montiel, el hombre que gatilló un arma automática a centímetros de la cara de Cristina Kirchner, y teje sospechas sobre algunos hechos: “Nos preguntamos si esta banda de vendedores ambulantes tenía conexiones subterráneas con la Policía Federal o con agentes de inteligencia”, dice la publicación.

El punto más notable es la explicitación del diario sobre cuál es su interpretación de los hechos: se trata de “locos sueltos” o de “fanáticos desquiciados o frente a un grupo delictivo escasamente profesional al servicio de sectores interesados en generar un particular clima o determinadas consecuencias políticas favorables a una líder política a quien la Justicia ha puesto contra las cuerdas. Nos inclinamos por esta última hipótesis”.