Hace 37 años, la ciudad de Mar del Plata se puso en el mapa internacional con el único festival de cine clase A de Latinoamérica. Desde el jueves, la coproducción del ministerio de Cultura de la Nación, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y el Instituto Cultural de la provincia inauguró otra edición de este evento tan bonaerense, tan nacional, tan mundial. 

Lo que está pasando hasta el domingo 13 tiene un entusiasmo especial porque es el regreso después de la pandemia, que obligó a una edición 2020 totalmente virtual y a una 2021 a medias. Cuando se presentó la programación, a fines de octubre en el Centro Cultural Kirchner, había una evidente emoción. 

Florencia Saintout, presidenta del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires, remarcó esa emoción por poder, al fin, tener la primera edición presencial del gobierno de Axel Kicillof. “Es cierto que la cultura tiene que ver con la capacidad de contar historias, pero también con el trabajo. La industria cinematográfica no solamente crea muchos puestos de trabajo, sino trabajo de calidad. Un tipo de trabajo que es colectivo, y creador”, agregó Saintout. 

Y señaló la importancia de que la provincia sea la sede del festival como herramienta para recuperar su identidad: “Los bonaerenses somos parte de una provincia que necesita volver a construir sus historias, y su identidad, porque no se ama lo que no se conoce. Tenemos que construir una identidad que no es de arriba para abajo, es diversa, con disidencias, con los que están en las sierras, en el campo y las ciudades. Toda esa diversidad nos tiene que unir para atravesar los conflictos. Que el cine siga abriendo territorios por una vía feliz”.

La historia del festival

La relación entre la ciudad de Mar del Plata y el cine comenzó hace mucho tiempo. Fue elegida para ser la sede de la primera edición inaugurada el 8 de marzo de 1954 por el presidente Juan Domingo Perón. En ese momento se llamaba "Festival Cinematográfico Internacional", y no tenía un afán competitivo, sino distributivo: la intención era solamente exponer la veta artística y cultural de la nación, con la intención de acercar al público argentino al cine de todo el mundo, a través de un evento popular que llegaría a toda la comunidad. La creación del festival estaba relacionada con la intención de programar un suceso que tenga importancia en la cultura nacional, y a la vez, para mostrar al mundo la situación argentina durante el período justicialista.

Mar del Plata había sido elegida como sede por ser el destino turístico por excelencia de los argentinos y símbolo de ocio de la nueva sociedad trabajadora. Además, la ciudad tenía experiencia en el tema, ya que había sido la sede de otro festival cinematográfico (más modesto y nacional) en 1948.

Luego de esa primera edición se produce una discontinuidad de cuatro años, hasta que en 1959 la Asociación de Cronistas Cinematográficos se hace cargo y lo hace competitivo. Hasta 1970, sucederá anualmente, a pesar de los distintos cambios políticos y económicos del país, como el golpe de estado de 1966. En 1970, se discontinúa por 26 años, el período más largo sin evento. En 1996 vuelve renovado y se posiciona como un acontecimiento artístico-cultural imprescindible para todo el panorama cinematográfico, además de un éxito de continuidad de políticas culturales. Es en esta etapa en la que el festival obtiene la denominación de festival de cine categoría A, la más alta asignada por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos. A partir de ese año, ya no se interrumpiría el festival, consolidándose como un evento imprescindible dentro de la agenda cultural bonaerense.