Will es un policía de Chicago. Riley es una DJ islandesa. Lito es un actor de películas de acción en México. Capheus es chofer de un minibús en Nairobi. Sun es una empresaria –y kickboxer– coreana. Wolfgang es un ladrón de cajas fuertes en Alemania. Kala es ingeniera química en India. Nomi es una hacker que alguna vez fue varón. No podrían ser más distintos, pero la desbordante imaginación de las hermanas Lana y Lily Wachowski convirtió a esos ocho personajes en una unidad interconectada, una evolución del sapiens conocida como sensate que, como suele suceder en estos casos, despierta el miedo y la persecución de quienes los ven como una amenaza. Tal la premisa de Sense8, la serie que Netflix iba a dar de baja tras su segunda temporada, pero que finalmente cerrará en 2018 con un gran episodio final de dos horas que anudará las múltiples líneas abiertas. 

La ambiciosa propuesta de las responsables de The Matrix –cuando aún se llamaban Larry y Andy– es una demostración de los niveles de producción que han alcanzado las series de TV en el siglo XXI. Filmada en múltiples ciudades y con un fino proceso de edición que coloca a los personajes simultáneamente en esos escenarios, de todos modos Sense8 va más allá del planteo fantástico y de acción para convertirse en un manifiesto por la diversidad. No se trata solo del personaje de Nomi (que, para rizar más el rulo, tiene una sólida relación con la bella Amanita), sino también de las escenas orgiásticas que cada tanto se dan a distancia entre los personajes, y de Lito, típico machote de acción mexicano que en su vida privada tiene una apasionada relación con Hernando. Sí, en Sense8 hay tiros, persecuciones, intrigas políticas y suspenso, pero sobre todo una fuerte toma de posición sobre el orgullo gay en tiempos en que todo debería ser más elástico... pero a menudo no lo es.

“Hay mucha gente que sufre en el mundo por su elección sexual y tanto Lana y Lily como nosotros queríamos ser muy fieles, no queríamos traicionar esa realidad”, dice Miguel Angel Silvestre. Como Lito, el actor español encarna con soltura esa doble realidad que finalmente se quiebra en la segunda temporada, cuando manda al cuerno toda convención y sale del armario por todo lo alto, en una multitudinaria marcha del orgullo en Brasil. Cuando se le menciona que la serie está lejos de retratar con solemnidad esa doble identidad, y las posteriores consecuencias sociales de su decisión, Silvestre coincide con énfasis: “¡Claro!. Lana me dijo ‘Mira, Miguel, no quiero que retrates a la gente LGBT de un modo atormentado’. Sí, el personaje atraviesa muchas cosas, pero ella no quería que la gente dijera  ‘uh, pobrecito, está atormentado’. Quería que hubiera una celebración, que haya autenticidad. Que hubiera luz”.

–Tanto a Lito como a Hernando se los ve felices con su elección.

–Esa fue una de las cosas que me alegraron de la forma de encarar las cosas de Lana. Yo vengo de España, donde vivimos un proceso después de la dictadura, el Destape, en el que los artistas que habían sido perseguidos y oprimidos pudieron liberarse, y hablamos de artistas como Pedro Almodóvar. Nos sacamos todo de encima, como cuando te sacas la ropa pero en un sentido más amplio: nos permitimos mostrarnos como somos, celebrar. Y nuestra generación creció con esa gente, la gente que pudo celebrar la autenticidad. Pero aún hay muchos países donde la opresión persiste, donde asesinan gente por su elección. Me parece valiente por parte de las Wachoswki que cuenten las cosas de este modo. Yo sé lo que vivieron mis padres durante la dictadura española; teníamos una integrante de nuestra familia que pertenecía a la comunidad LGBT, y mis padres me enseñaron a verla como una persona valiente. El sistema le decía que eso no era correcto, pero ella decía que era su forma de amar. Y cuando hago a Lito estoy comprometido con ella, y con Lorca, que es un hombre que dio lo máximo de sí, y fue asesinado por eso. Si hago un personaje como este lo tengo que hacer de una manera que honre esas luchas.

Tanto Silvestre como Alfonso Herrera, el mexicano que interpreta a Hernando, son heterosexuales, pero su química en pantalla hace olvidarlo. “¡No nos conocíamos y en unos días nos íbamos a estar besando!”, se ríe el español. “Con lo que empezamos por hacernos amigos, jugar al fútbol juntos, que es exactamente lo opuesto a nuestros personajes (risas)… fuimos al cine, él me presentó a su familia, y descubrí que es una de las personas más generosas que conocí”. El mexicano, que también protagonizó para Netflix El Elegido, una película sobre Ramón Mercader –el asesino de León Trotsky–, afirma que el trabajo de las Wachowski sirve como cabal ejemplo de esta era de nuevas plataformas para las series, que a menudo se suben completas y se liberan de los vaivenes que el rating imprime a los guiones. “Sense8 es un gran ejemplo de eso: Lana y Lily tuvieron una libertad total de contar lo que quisieran y como quisieran. Por su vuelo, por la cantidad de locaciones, ciudades, personajes, esta historia hubiera sido inimaginable en otro momento o en los canales tradicionales. Esta clase de producciones, plataformas como Netflix, le dan la posibilidad a los directores de mostrar su trabajo como una pieza: esto es lo que quiero decir, es mi visión.”

–Hay mucho humor en la relación de Lito y Hernando. Le agregan una dimensión de comedia a una serie que está lejos de ser una comedia. 

–Yo creo que tiene mucho que ver con los contrastes culturales que tiene la serie, que cada ciudad muestra en su caos particular. Nosotros como latinoamericanos somos tremendamente diferentes. Yo lo comentaba mucho con Miguel Angel, que estuvo viajando y filmando en diferentes partes y estaba muy conectado con todo lo que se estaba haciendo en las otras ciudades. Y le dije que nosotros cuando vamos a un restaurante nos gusta hablar fuerte, y nos gusta bailar, nos gusta comer tacos, nos gusta beber, contarnos las verdades. La energía que tiene el latinoamericano es muy específica, y eso hace un contraste con lo que puede suceder en Alemania o Corea, esas otras sociedades más contenidas. Y sí, de repente somos como las guacamayas parlanchinas, que salimos con las plumas por ahí. Pero es muy divertido darle verdad a esta historia, que es lo más importante. Este tipo de historias son muy necesarias, sobre todo en la coyuntura que estamos viviendo: hay ideas muy macabras que se gestan en Estados Unidos y otras partes, y estas historias son muy necesarias para promover el respeto y la diversidad.

Para Silvestre, una historia como Sense8 solo podía salir de los Wachowski, y la segunda temporada no hizo más que profundizar eso. “Lana quiso empujar las fronteras aún más que en la primera temporada”, relata. “Cuando filmamos las escenas del desfile en San Pablo, cuando Lito da su discurso de orgullo gay ante 5 millones de personas, Lana metió cámaras entre gente que no sabía que estaban filmando. Fue una manera muy espontánea de filmar, y a nosotros Lana nos iba diciendo “hacé esto, hacé aquello, sacate la ropa porque quiero que celebres este momento”... no había tiempo ni para pensar en lo que estábamos haciendo, solo hacerlo. Es una persona muy comprometida con lo que hace, con buscar autenticidad. Creo que eso fue fundamental, la manera en que buscó poner a esos personajes en acción, juntos desde el comienzo. Es alucinante ver cómo esos ocho personajes trabajan juntos y sus líneas narrativas van cada vez más profundo”. Herrera también destaca las escenas en Brasil: “La energía fue única. La intensidad... se ve eso en el fútbol, en la religión, y fue increíble retratarlo. Hicimos como 18 tomas y la intensidad no decayó en ningún momento...”

–Antes las series de TV eran consideradas un género menor frente al cine. ¿Qué significa para un intérprete esta nueva “era dorada”? 

M. A. S.: –Yo soy un tipo romántico, me gusta ir al cine, hay toda una belleza en ese rito. Pero también me encanta ir a casa y servirme una copa de vino y ver una serie, y no me canso de eso. Y todos están dirigiendo series de TV... ¡Scorsese hace series! Es una gran oportunidad para nosotros, y plataformas como Netflix le dan trabajo a un montón de gente. Es una industria que se vuelve más fuerte, y nos permite mostrar nuestro trabajo en todo el mundo, a actores, directores, diseñadores, iluminadores, maquilladores.

A. H.: –Se democratizó la forma de ver contenidos: ya no necesitas sentarte en un sillón a esperar que aparezca tu programa, lo haces a la hora que quieras, con quien quieras, con el dispositivo que quieras. Y nos estamos expandiendo, hay más posibilidades de ver producciones coreanas, latinas, brasileñas, que antes era impensable. Todo se está uniendo de una manera muy interesante y representa una gran oportunidad para todos: a través de Netflix El elegido llega a 194 países, algo que era inimaginable para una película mexicana.

–¿Tienen un sensate favorito?

A. H.: –¡Messi! ¿Acaso no es un sensate ese muchacho?