Con la participación de miles de personas, la comunidad LGBTIQ+ asistió el sábado pasado a una nueva jornada de celebración, visibilidad y fiesta durante la edición 31ª de la Marcha del Orgullo. Quienes estuvimos allí comprobamos que el evento crece cada año: esta edición contó con cuarenta y dos carrozas que transitaron llenas de personas bailando, destilando purpurina entre Plaza de Mayo y el Congreso. El clima fue cómplice y acompañó con un sol que gritaba libertad.

Hace muchos años que participo de las marchas y cada año las energías se renuevan al mismo tiempo que las emociones. Es inevitable no conmoverse al ver tanta gente unida con un solo propósito: celebrar el amor. Entre las personalidades destacadas participaron Moria Casán, Lali Espósito y Florencia Peña. Aplaudo que hoy elijan unirse a nosotres, ya que lograr una sociedad más igualitaria, diversa e inclusiva depende del compromiso de todes, no solo del de las personas del colectivo LGBTIQ+.

En esta oportunidad, fui invitada junto con otres influencers, actores, modelos y periodistas por el diseñador Jean Paul Gaultier, que por primera vez participa de la marcha en Argentina. La presencia de esta firma francesa en el marco de este acontecimiento tiene que ver con visibilizar el compromiso de las grandes empresas con las políticas de diversidad entre sus empleados. Esto debería ser un incentivo para aquellas marcas que no las aplican, algo que ayude a comprender que el futuro es de todes, y que ni la orientación sexual ni la identidad de género deben ser impedimentos a la hora de ocupar cualquier puesto de trabajo.

No solo ha sido un día de celebración, sino que también fue un espacio para el reclamo y para la conquista. Gracias a esta marcha, la Argentina tuvo grandes victorias a nivel legislativo, como la Ley de Matrimonio Igualitario, la de Identidad de Género o el Cupo Laboral Travesti Trans. Conscientes de que falta mucho camino, treinta y un años después, seguimos marchando y pidiendo por nuestros derechos. Como siempre, pusimos los reclamos sobre la mesa: basta de transfemicidios y travesticidios, basta de patologizar a las infancias y adolescencias trans, queremos acceso a una ESI no binaria y no heterenormativa, una justicia con perspectiva transfeminista. También pedimos que exista perspectiva de género en los medios de comunicación, información accesible sobre tratamientos hormonales, transmasculinidades y personas no binarias visibles, y seguimos exigiendo la aparición con vida de Tehuel. En definitiva, pretendemos vivir nuestra orientación sexual e identidad de género libres de violencias y discriminación. Todas estas demandas se encauzaron esta vez bajo el lema "la deuda es con nosotres".

Creo que parte del crecimiento de la marcha puede deberse a que, a diferencia de otros años en los que la comunidad LGBTIQ+ recibía hostilidades sin que el resto dela sociedad reaccionase, en los últimos tiempos mucha gente empezó a abrir sus cabezas y sus corazones y a tomar conciencia de que hacer la vista gorda también implica complicidad. Sobre esto último, siento que si bien este año han crecido los discursos de odio proferidos en el sector político y en los medios de comunicación, también es cierto que programas como Gran Hermano generaron polémica y rechazo masivo por los discursos de odio y comentarios homofóbicos por parte de lxs participantes. Creo que antes estas alertas no se encendían porque ni siquiera eran consideradas como ofensivas estas actitudes o discursos.

En fin, ojalá la próxima marcha sea el doble de lo que fue esta, y que la celebración se multiplique con cada edición, sumando a quienes comprenden que una sociedad más libre se consigue con empatía. Cada año somos más lxs que podemos mostrar que estamos orgullosxs de "poder ser". Que eso siga ocurriendo depende de todxs.