Para Sol Marianela, su primer trabajo solista, Hasta nunca, fue “un disco de protesta”, porque en ese disco de 2014, que recientemente tuvo edición física, se quejaba de casi todo: de sus amigos, sus novios, del porno para chicas y hasta de una vecina que (sospecha) le envenenó a su gata. En Playa crocante, en cambio, lo que abunda es la tristeza. “La única canción que no es triste es La misión y es porque habla de estar drogado”, aclara, ahora al frente de la banda rock-garagera-surfera Amor en la Isla, anagrama de su propio nombre.

Cuando se habla de “actitud punk” nunca se entiende bien qué es ser punk en Argentina hoy que lo de la cresta y el antisistema atrasa treinta años. Quizás una buena definición sea ver a Sol Marianela en el escenario: no toca muy bien la guitarra ni tiene una voz celestial ni hace pucheritos de vedette en el micrófono. Todo en ella es una mezcla de bronca muy sincera, con alegatos del estilo “quiero ser como Miranda para comprarme un departamento”, y una negrura más espesa que caminar por la playa de Villa Gesell un día de julio. “Estoy deprimidísima”, admite esta geselina que hoy vive en Castelar pero sigue agradeciéndole al balneario por la buena onda: “Es un lugar deprimente, se suicidan muchas personas”.

Playa crocante es el disco principal de la banda. “Todo lo demás son giladas”, coinciden Sol y Gregorio Martínez, batero y productor, además bajista en Los Brujos y en el grupo de Francisco Bochatón. En los últimos meses lanzaron un EP con cuatro temas en inglés (Trashy Feelings) y subieron otros dos en ese idioma. “Yo compongo y ya, después no sé si los temas van al grupo o no. Subimos todo: nos podemos morir en cualquier momento, así que hay que aprovechar”, dice la cantante, que en el último disco mantuvo su sociedad musical con el bajista Nacho Flores, también director de arte e ilustrador.

Sol y Gregorio coinciden en que Playa crocante habrá sido el costado más hardcore de la banda; de hecho, los temas más punk ya no los hacen tanto en vivo. Lo que venga será más rítmico, una especie de “pop rock alternativo”. Lo que al parecer seguirá firme, pese a la promesa de ella de “arrancar terapia”, es el bajón. “Si no estoy triste no voy a componer. Siempre voy a encontrar algo que me insatisfaga.”

* Sábado 15 a las 23 en Kirie Music Club, Bolívar 813.