El cuento de la banda de culto es un clásico. El origen en una ciudad desconocida, la sorpresa del primer disco, el rendimiento comercial moderado. Y después de años de giras y trabajos de estudio, la consagración. Alvvays es parte de esa tradición. Una trilogía de discos bastó para convertir a la bandita indie del interior de Canadá en un fenómeno post pop que, marcado por el shoegaze y la nostalgia, debuta en Buenos Aires el 10 de diciembre como parte del lineup del festival Music Wins.

Los primeros discos (Alvvays y Antisocialites) ya eran, en realidad, evidencia suficiente del potencial de la formación hoy compuesta por Molly Rankin (voz, guitarra), Alec O'Hanley (guitarra), Kerri MacLellan (teclado), Sheridan Riley (batería) y Abbey Blackwell (bajo). Todos los elementos que justificaban su etiqueta de prestigio ya estaban ahí, pero en Blue Rev (2022) se combinan con la delicadeza de un orfebre y la maestría de un grupo cuyo objetivo es hacer la mejor música posible.

Es así como llega este disco: con modulaciones arriesgadas, referencias ochentosas, reverbs imposibles y una expansión sónica que parece amplificar el espacio en el que se situó la banda durante todo este tiempo, como un animal salvaje que pasó del cautiverio a la liberación total.

Es, también, el producto de varios episodios desafortunados. El robo de una grabadora llena de demos en el departamento de Molly Rankin, una inundación en el sótano (que arruinó casi todo el equipo de la banda) y la pandemia extendieron el lapso de cinco años que pasó entre Antisocialites y Blue Rev. Superados los imprevistos, el tercer LP llega listo para hacerle justicia a su título: igual que tomar un sorbo de esa gaseosa con vodka que formó parte de la adolescencia de Rankin y MacLellan --algo así como nuestra Dr. Lemon--, Blue Rev nos transporta automáticamente a una época en que todo era más simple. Así lo explica Molly Rankin durante una pausa entre ensayos desde Brooklyn, Nueva York.

--¿Qué historias cuentan las canciones de Alvvays?

--Nuestras letras son puramente ficticias. De cierto modo están arraigadas en el mundo real, pero son inventadas: historias ficticias, personajes ficticios, ideas...

--After the Earthquake comparte título y tema con un cuento de Murakami sobre las consecuencias de un terremoto. ¿En qué otras lecturas te inspiraste?

--Leí muchas novelas de Alice Munro y algunos libros de Virginia Woolf. Un montón de relatos de crímenes y asesinatos también. Leí géneros muy distintos de novelas como inspiración, pero principalmente me basé en las ideas que fui gestando en mi propia cabeza.

--La nostalgia es lo primero que surge de estas canciones. ¿Es un efecto intencional?

--Totalmente. Cuando compongo canciones o pruebo cosas nuevas, lo más importante para mí es que haya un vuelco emocional. Si ese elemento no está, no uso el tema. Si una canción que escribo no me conmueve, no vale la pena.

--¿Y ese sonido nostálgico, particularmente, es buscado?

--Creo que es inconsciente. Tanto a Alec como a mí nos gusta escuchar música que no suene moderna o "de radio". Hacemos música alternativa y me gusta que nuestras canciones suenen un toque desgastadas y poco pulidas, no como una producción cara de un sello discográfico importante.

--¿Es verdad que te aislás de la música contemporánea para componer?

--Sí. No quiero terminar absorta en la producción y las opiniones de los demás, porque no quiero tomar ideas, sonidos o melodías de la música actual. Entonces para mí lo mejor es escuchar música vieja. También me aíslo de los demás para componer. Creo que tiene que ver con que paso mucho tiempo viajando y tocando rodeada de gente, y para componer canciones que se sientan genuinas y conjuren diferentes emociones necesito alejarme de todo eso.

--En sus discos anteriores, Jim Reid e Iggy Pop estaban muy presentes en las letras. Esta vez, un tema directamente se llama Tom Verlaine.

--¡Un poco de ambas! Escucho Television hace no sé cuánto tiempo, desde que tengo memoria, y Al también. Es una banda que adoro, así que seguramente haya influido en algunas de nuestras decisiones musicales. Al mismo tiempo, Tom Verlaine es una figura monumental y pensé que sería una imagen muy fácil de evocar.

--Solés decir que te gustan los estribillos potentes. Easy On Your Own? tiene uno bien fuerte: un grito entre la furia, el dolor, la liberación. ¿Qué querías transmitir?

--Creo que encontrar esa pequeña pieza melódica que lleva la canción a otro nivel es muy difícil sin recurrir a algo real. Hay enojo, hay duelo y hay mucha emoción en ese estribillo. Lo más importante para mí es que alcanza un punto melódico que eleva el trayecto de la canción. Me lleva mucho tiempo reunir suficientes momentos así para componer un álbum.

--¿Cómo es eso?

--No creo que todos los estribillos del álbum sean así, pero encontrar uno que resuene de la forma en que estás hablando de él... Reunir la cantidad suficiente de esos momentos me lleva muchísimo tiempo.

En menos de 3 minutos, la letra de Easy On Your Own? enumera diferentes escenarios de espesor emocional (dejar la facultad, terminar una relación) antes de llegar al estribillo, que estalla en forma de pregunta: "Si no te gusta, bueno / Decí que se terminó / Fines de semana en soledad / ¿Se vuelve más fácil solo?", canta Molly, con una reverb que sitúa su voz en el espacio intangible que separa al pasado de la melancolía. "Es una canción muy emotiva", sostiene la compositora. "El tema que aborda está muy en línea con los asuntos que preocupan a las personas de mi edad hoy: establecerse en un trabajo, preguntarse si están siguiendo un camino razonable, lidiar con las decisiones que tomaron en la vida."

Con influencias que van desde Teenage Fanclub hasta The Smiths o My Bloody Valentine, la fórmula de Blue Rev se sostiene en canciones de menos de tres minutos y medio, estribillos hardcore, una capa gruesa de experimentación --no reniegan de la postproducción ni de las imperfecciones-- y una nostalgia infinita. Las 14 canciones del disco implican un trip de melancolía, pero no solo en lo estético sino en lo personal: son temas que obligan a mirar el pasado desde la propia subjetividad, una experiencia similar a escuchar un tema conocido y perdido en la memoria.

Como requisito capital de esta fórmula, las letras tienen que cubrir una cuota de densidad emocional --lo que Molly llama mood shift--, pero sin recurrir a golpes bajos. "A la noche, atiendo las llamadas de los telemarketers / Con la esperanza de escuchar tu acento / Los dejo hablar / Sin pensar, entrego mi tarjeta de crédito / Porque todavía estoy pensando en conexiones perdidas", relata, por ejemplo, Tile By Tile.

--Otro tema presente en el disco es la espera. De hecho en Bored in Bristol repetís: "Siempre estoy esperando". ¿Es un tema recurrente en tu vida?

--Creo que la mayoría de la gente carga con una cierta cantidad de "espera" que lo va llevando a todos lados. Yo tengo una vida entera en mi país a la que básicamente nunca regresé. Eso da vueltas en mi cabeza. Mi familia y el lugar en el que me crié están muy lejos, y eso definitivamente conlleva una cierta cantidad de espera. Muchos de los temas de este disco guardan una conexión con el lugar en que nos criamos y cómo fue crecer en ellos, así que pienso mucho en eso.

--Como ejercicio, tocaron el álbum entero varias veces sin pausas, imitando el vivo. ¿Lo grabaron así?

--Grabamos el disco de muchas formas. Hubo varias demos que existían hace años y llegaron al disco, y nuestro objetivo era mantener todo dentro del mismo universo. En dos ocasiones lo tocamos completo, de principio a fin, en vivo y todos juntos, con pausas de 10 segundos entre temas. Gracias a eso pudimos capturar muchos momentos espontáneos, sobre todo de la guitarra y la batería. A veces, meterse en una cabina, grabar las canciones por tomas y escuchar cómo te dan órdenes a través de los auriculares puede ser una experiencia muy estéril, casi castradora. Sobre todo si tenés un poco de ansiedad.

--¿Sus shows en vivo mejoraron después de probar este método?

--Creo que somos una banda que suena muy bien en vivo, así que no diría que mejoramos como resultado directo de ese ejercicio. Nos tomamos muy en serio los ensayos y sentimos mucho orgullo por cómo nos desempeñamos en vivo, tanto de forma grupal como individual. Es extremadamente importante para nosotros ser buenos en lo que hacemos.

--Son bastante autoexigentes.

--Diría que somos muy categóricos respecto de la música en vivo. Somos muy críticos con nosotros, nos gusta sonar lo más ajustado posible en el escenario y ejecutar todo de la mejor manera. Nos da un propósito.

--Mencionabas la ansiedad. Como banda, ¿ya están pensando en lo próximo o tratan de disfrutar del tour y todo lo que está pasando?

--Estar de gira es como correr una maratón. Hay mucha felicidad pero es un montón de trabajo, un esfuerzo agotador. Si bien los shows fueron geniales y estamos muy contentos, hay un balance constante entre tocar, trabajar y tratar de pasar desapercibidos, y a seguir con otra cosa. Dicho esto, esa "otra cosa" no es necesariamente hacer un disco nuevo. Todavía no quiero pensar en eso.