Martín Lemos Vilches recuerda que tras finalizar su bachiller orientado en Comunicación podía ser considerado “un ni-ni”. No estudiaba, ni tenía un trabajo estable. “En 2017 yo tenía 20 años y era egresado de un colegio de Isidro Casanova. Pasaron dos años y no había comenzado mi carrera universitaria. Sabía que quería algo relacionado con la biología, pero no precisamente la biotecnología, que en ese momento era una incógnita para mí”, cuenta al suplemento Universidad. En sus primeros intentos probó en establecimientos privados, pero rápidamente notó que la naciente Universidad Nacional de Hurlinghan (UNAHUR) sería su lugar en el mundo y el espacio para su desarrollo profesional. “Es una Universidad en la que hay mucha cercanía entre profesores y estudiantes, no es raro ver que tus propios profesores muestren sus entornos de trabajo y organicen excursiones. En las primeras materias vi esos ámbitos y fui proyectando lo que quería hacer”, explica. En la UNAHUR cumplió su sueño. En cuatro años y medio finalizó la licenciatura y se convirtió en el quinto graduado del Instituto de Biotecnología de la casa de estudios. Hoy, además, es docente en Química General y estudiante de doctorado en el Laboratorio de Nanosistemas de Aplicación Biotecnológica (LANSAB). “A la Universidad pública le debo todo mi crecimiento profesional”, asegura. 

Con 26 años recién cumplidos, esfuerzo y una formación en la carrera que calificó de “apasionante”, el biotecnólogo logró atravesar fronteras. Durante este año, tuvo la oportunidad de subirse por primera vez a un avión, para formar parte de un encuentro internacional sobre biotecnología en Brasil. En ese viaje, presentó su trabajo en el que sintetizó nanopartículas de carbono extraídas de sandías y arándanos con el objetivo de analizar, si en un futuro, pueden ser utilizadas para combatir el cáncer de piel. La nanotecnología es la manipulación de la materia a una escala de una millonésima parte de un milímetro.

Lemos Vilches expuso sus conocimientos ante representantes de toda Latinoamérica. Esa instancia fue posible, tras obtener una beca y ser postulado por el director del LANSAB, Jorge Montanari, para el intercambio en el Sincroton de Campinas, un laboratorio de alta tecnología en materia de nanotecnología a nivel regional. “A medida que voy avanzando en la comunidad científica me doy cuenta la humanidad que hay. En el congreso me encontré con personas de toda Latinoamérica que eran muy cálidas, con un mismo objetivo y no tenían problema en compartir conocimientos desde un punto de vista personal y humano”, comenta.

De cara al futuro, anticipa que espera poder participar de un nuevo encuentro que se desarrollará el año que viene en Francia, y se expresa “optimista” sobre el avance de su investigación: “LANSAB trabaja con varios tipos de nanosistemas tanto para cáncer de piel como una enfermedad cutánea. Falta un camino muy largo para encontrar la nanopartícula idónea y luego pasar los controles que se necesitan. Pero estos nanosistemas demostraron hasta el momento tener ciertas propiedades que permiten actuar sobre enfermedades cutáneas”, se esperanza.