1- La condena a CFK y los efectos de la justicia patriarcal

Una sensación de duelo atraviesa a enormes sectores de la población de este país. Se vio en ese pueblo desordenado que salió a la calle antes y después de la condena a Cristina Fernández de Kirchner, gesticulando su dolor y su rabia frente a las rejas de Comodoro Py y más tarde en el Congreso. Es llamativo, se puede revisar en las imágenes de ese día, cuántas personas mayores se autoconvocaron sin esperar ningún llamado organizado. No es un dato menor que sea la generación que vivió y sobrevivió a la dictadura, que era joven durante el Juicio a las Juntas, haya puesto las lágrimas en la calle que la figura de mármol de la Justicia no puede derramar. Y es que hay algo del orden del golpe -en la cara, a las instituciones, a la posibilidad de elegir representantes- que se sintió fuerte ese día y que todavía se siente.

La condena a Cristina Fernández de Kirchner llegó, así como había sido anunciada. Pero fue en sincronía con un concierto de voces, escritas y audibles, de “buenos muchachos” poderosos, jueces, fiscales, ex agentes de inteligencia y empresarios del grupo Clarín que junto con el actual ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro intercambian ideas para encubrir como mínimo una dádiva -una categoría de delito- que significó el haber hecho un viaje en avión privado a la mansión de Lago Escondido, propiedad del empresario extranjero Joe Lewis -quien cerró todo acceso al lago violando la legislación nacional- y que incluyó, entre otras cosas, un viaje en helicóptero a la punta del cerro Tronador para comer un asado.

La exposición de los chats y la condena a la vicepresidenta, la jactancia del poder concentrado, los favores que les rinden los funcionarios judiciales y hasta la bravuconada de “limpiar un mapuche entre esas líneas escritas en Telegram son como una doble llave. Los “jajaja” que se repiten en ese diálogo digital parecen subrayar una idea: lo hacen porque quieren y porque pueden. Pueden poner a la mujer política con más proyección de votos del país contra las cuerdas de la proscripción, pueden habilitar a que un empresario extranjero se quede con un lago entero, una reserva de agua dulce en territorio mapuche mientras siguen presas con domiciliaria un grupo de mujeres mapuche a las que se violaron todos sus derechos en los últimos días de septiembre, incluso el de parir de manera respetada, pueden auscultar la calidad fiscal de quienes reciben el plan Potenciar Trabajo -27 mil pesos por mes- para estigmatizar a la población más postergada pero no pueden explicar cómo pagaron el viaje millonario. Y se ríen, se ríen, jajajaja. Porque pueden, porque quieren.

“Recordemos que estamos hablando de camaristas, de hombres y mujeres que deciden sobre tu libertad y patrimonio. De hombres y mujeres, de hombres, perdón, porque son todos hombres, son todos hombres, es un tema tal vez para analizarlo más adelante, esto de todos hombres siempre. Las juntas militares son hombres, el pacto de Olivos fueron hombres, todas las decisiones las van tomando hombres en mesas. Claro, entonces cuando aparece una mujer, bueno y una mujer con las características de gente que no es una mascota, o sea, no soy mascota. Yo nunca voy a ser mascota del poder”, dijo Cristina Fernández de Kirchner apenas dictada la sentencia, a la vez que mostraba de manera pedagógica esos mismos chats para mostrar cómo se arma una causa -en ese caso, la causa armada sería contra el jefe de la Policía de Seguridad Aeroportuaria- a la misma vez que era condenada por una causa armada.

Para Irina Hauser, trabajadora de este diario, periodista especializada en política y entrevistada por este suplemento para reflexionar sobre la causa contra Cristina y la justicia en nuestro país: ”Lo que hacen no es restar importancia sino inventar una mentira, una denuncia de espionaje en este caso es crear una fake news para zafar, es inventarle una causa al jefe de la PSA (Policía Aero Portuaria). Y lo pueden hacer, está en los chats, existe realmente una complicidad por la cual, ellos confían en que cierto sector del periodismo va a contar exactamente la versión que ellos quieren. Por eso se necesita seguir contando, a veces como si fuera una novela, como hago en los libros que publiqué. Por supuesto no todo el mundo lee los libros, una de las cosas más difíciles es no sólo transmitir sino lograr que le importe a la gente de a pie”.

2- Activismo gordx, es por ahí

El último fin de semana de noviembre de 2022, Rosario fue sede del segundo Encuentro Plurinacional de Activismos Gordes, una prueba contundente de que encontrarse es una de las herramientas que produce tejidos de efectos, de lucha y de organización que permite transformaciones para la vida cotidiana.

El Encuentro en Rosario fue también un modo de condensar una lucha que se viene llevando hace rato desde los activismos gordes, enfrente, una educación que tiene como base piramidal la dieta, la vergüenza corporal y un estigma social de la gordura. Según nuestra periodista Sonia Tessa, que estuvo presente en el Encuentro, una de las palabras que estuvo flotando insistentemente durante la jornada fue “sanación colectiva” y en su nota para Las12 reúne testimonios de activistas que tienen entre ceja y ceja revertir y politizar su experiencia para desviarse de ese camino impuesto hacia la delgadez.

La Guía Gorda es un cuadernillo elaborado por el Colectivo de Gordes Activistas para el Primer Encuentro que se realizó en el 2021 en Morón. Una de las claves es entender qué es la gordofobia y que parte del rechazo, el odio y la violencia como un sistema de disciplinamiento corporal: “La gordofobia no queda en una experiencia individual traumática que se reitera en el tiempo, sino que es un término ‘paraguas’ y se refiere a una matriz de opresión compleja e interseccional, que jerarquiza las experiencias corporales y patologiza algunas experiencias. Está cimentada sobre prejuicios respecto a los hábitos y costumbres de las personas gordas: básicamente, la creencia de que el cuerpo gordo responde a una falta de voluntad o autocuidado, de no hacer suficiente esfuerzo para adelgazar, motivo por el cual las personas gordas merecemos ‘castigo’ o rechazo. Discriminación lisa y llana”, explica el cuadernillo.

Son muy pocas las personas que hoy pueden tirar la piedra libre de gordofobia, librarse también de los mandatos para entrar en talles diminutos o salirse de esa mirada que asocia la belleza con la delgadez. Camila Alfie, periodista de este suplemento, viene siguiendo el tema con mucha perspicacia y apoyándose en su experiencia en primera persona: “Cuando tenía diez años, en el 2002, tenía el siguiente ritual: volvía del colegio, revoleaba la mochila y miraba religiosamente Rebelde Way, una novela para adolescentes nacida del núcleo duro del universo Cris Morena. La tira era la obsesión de todas las niñas de la escuela y era más que solo un programa: marcaba pautas claras de conducta. En el mundo de esa serie, todas las protagonistas, -que eran adolescentes-, eran flaquísimas. Pero había una excepción en ese elenco de colegialas súper cool e híper delgadas: Felicitas Mitre. Felicitas no era gorda pero, por ser un par de talles más grande que sus compañeras, por un efecto de contraste resultaba ser “la gorda” entre un elenco de pibas cool híper flacas. Aunque vivía una vida de lujo, su cuerpo la condenaba a ser una infeliz, y no tenía ni 15 años. Su personalidad era llorar por los rincones porque los chicos no le daban pelota (¿quién iba a gustar de la gorda?) y comer como una aspiradora. Sus amigas, delgadas y lindas, le exigían que aprenda a quererse: que aunque sea gorda, tenía una personalidad “re copada”. En las escenas donde las chicas estaban en bikini haciendo una coreografía, a ella le ponían un pantalón. No teníamos herramientas. No teníamos contradiscursos. No podíamos imaginar otros mundos. Había solo una narrativa posible: ser gorda es lo peor que te puede pasar”.

Queda mucho por recorrer, pero está claro que la militancia gordx es una de las claves para deformar y hacer estallar los mandatos de belleza, para amplificar mundos, para alojar a todxs.

3- El triunfo de Giorgia Meloni en Italia

El 27 de septiembre, pocos meses después de que la Corte Suprema de Estados Unidos haya dejado sin efecto al fallo Roe Vs. Wade, Georgia Meloni se alzó como la primera Prime Minister italiana. En una elección con récords históricamente bajos de participación (solo el 63,9 por ciento del padrón acudió a las urnas), conquistó el 26,6 por ciento de los votos que le aseguraron su triunfo.

“Sí a la familia natural, no a los lobbies LGBT, sí a la identidad sexual, no a la ideología de género, sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte, sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista, sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva”, dijo en un discurso viral la presidenta de “Fratelli d’ Itallia”, la agrupación neofacista que lidera.

En esta alocución de Meloni que, para sorpresa de nadie, también es aliada de Kast, Milei y Avascal, (entre otros personajes de la extrema derecha), dejó en claro cuál es su norte. Y cuáles son sus mayores enemigos: lxs migrantes, los colectivos que militan por la ampliación de derechos de las mujeres y el “lobby gay”. “Hay que comprender cómo las derechas fabricaron enemigos para legitimar su intervención y para anclar su propuesta de subjetivación, como promesa de una estabilización posible en medio del miedo y la frustración” tras la pandemia, señaló para Página12 la investigadora Verónica Gago.

Estos clásicos antagonistas no son nada nuevo en la retórica neofacista, que parece estar asociada en una corporación sólida que atraviesa todos los continentes, y que tuvo a la asunción de Trump, en el 2017, uno de sus primeros grandes hitos. Sin embargo, la aparición de Meloni marca algo distinto. Al igual que ocurrió en estas latitudes con María Eugenia Vidal, que tras su fachada de catequista dulce y mamá de familia hay un rumbo político de represión y ajuste, la nueva Prime Minister busca traer aires renovados a la derecha italiana con su impronta “girl power”. Una rol model definitiva, en términos de aquellas feministas neoliberales que celebran que las mujeres ocupen espacios de toma de decisión, más allá de los discursos que sostienen.

Joven, mamá, católica, militante desde la adolescencia, femenina y atractiva; Meloni encarna el ideal de una verdadera “mujer empoderada”. De esta forma, se la construye mediáticamente como la antítesis del “victimismo feminista”: una mujer que luchó sola contra las adversidades, que no necesitó de la organización feminista para encontrar su destino, que su éxito se debe solamente a su mérito personal, que no existe tal cosa como la “brecha de género” y que la que quiere, puede. El icono perfecto de la referente de la derecha femenina (no feminista) de la postpandemia. No es casual que Eduardo Bolsonaro, -el hijo de Jair- celebró el triunfo de la dama preguntando en las redes sociales dónde están “las feministas, que siempre defienden a todas las mujeres, felicitando a Giorgia Meloni por ser la primera mujer elegida primera ministra de Italia".

Esta noticia “puso sobre la mesa la necesidad de una reflexión feminista muy extensa sobre eso que yo llamo mujerismo, que es distinto de feminismo”, señaló para Página12 la activista Sonia Correa. Desde su mirada como investigadora, ve como algo problemático que el feminismo haya hecho, históricamente, el reclamo por la llegada de mujeres al poder “una pauta prioritaria”. Este criterio va de la mano de un feminismo neoliberal mercantilizado, que transforma en eslóganes complacientes reclamos populares para subjetivizar las luchas. Lo importante es ser una Girl Boss, una CEO Business Woman, romper el techo de cristal y llegar hasta lo más alto. No importa cuántas cabezas se pisen en el camino y quiénes son las mujeres que están debajo del organigrama. En ese sentido, la llegada de Meloni al poder no solo puso en alerta al movimiento de mujeres y LGBTIQ+ por lo que significa que más figuras de la derecha radical ocupen espacios de toma de decisión en el ejecutivo, haciendo peligrar la ampliación de derechos conquistados; sino también por las preguntas que abre hacia adentro del movimiento.

4- La resistencia ecofeminista

Si hablamos de extractivismo urbano, Buenos Aires es un gran ejemplo de ello y el 2022 no fue la excepción, con una crisis habitacional sin precedentes y corporaciones que avaladas por los gobiernos toman decisiones, desoyendo el reclamo y la necesidad de lxs vecinxs. El cemento cubre los suelos absorbentes de lo que alguna vez fue un humedal, los parques son reemplazados por plazas secas, las casas por monoambientes, la sombra se apodera de las calles, el ecosistema característico de la zona es olvidado en pos de un fenómeno que genera impactos en la sociedad en su conjunto.

Esto conecta la crisis ambiental con la estructura desigual y patriarcal que propone el modelo de especulación inmobiliaria que arrasa con los territorios y afecta directamente en los cuerpos. El paradigma existente de planificación urbana ata la calidad de vida a la capacidad económica de cada habitante y precariza a quiénes ya estaban al margen: las responsables de las tareas de cuidados. Frente a este modelo, la resistencia ecofeminista busca poner en el centro la sostenibilidad de la vida, la organización colectiva y traza estrategias para socializar los cuidados en las ciudades.

En la planificación urbana faltan las voces de la población LGBTIQ y las mujeres. Si los roles de cuidado, el trabajo precario, la falta de vivienda recaen principalmente sobre esos cuerpos, entonces es necesario pensar una ciudad con espacios de discusión política que contemplen esas necesidades y ponga en el centro la distribución social de los cuidados.

Los circuitos de reproducción de los roles de cuidados están invisibilizados. No se piensa en quiénes son jefas de hogar, quiénes viven en la periferia y tienen que ir a trabajar al centro o quiénes no pueden salir de un barrio porque se inunda o porque no tienen servicios básicos.

Los ecofeminismos buscan visibilizar esas estructuras patriarcales que también se replican en la planificación de las grandes ciudades y en el trato con el medioambiente. Desde los espacios vecinales y de organización social proponen construir urbanidad desde la perspectiva del Buen Vivir, un concepto que reivindican desde el Movimiento de Mujeres Indígenas como derecho a vivir en armonía, reciprocidad y respeto entre los pueblos y para con la naturaleza.

Según el observatorio de la Ciudad de Buenos Aires, en casi 15 años de gestión del PRO, se perdieron más de 500 hectáreas de tierras públicas. El proceso de expansión inmobiliaria y neolibreral arrasa con los espacios verdes: vivimos una crisis del espacio público que se profundiza ante una planificación urbana excluyente y privatizadora.

Durante los gobiernos de Macri y Larreta se concretó la venta de terrenos de la ex autopista 3, Catalinas Norte, el Edificio Del Plata situado frente al Obelisco, la entrega en concesión del Parque Roca y de 45 hectáreas en el Parque de las Victorias, en el sur de la Ciudad. Larreta, por su parte, concretó la venta de la última parcela verde en Puerto Madero, el Playón ferroviario del barrio de Colegiales, de los terrenos del Tiro Federal sobre Avenida Del Libertador, se autorizó la privatización de predios para la construcción de un estadio en Villa Crespo y la concesión del Centro de Exposiciones en Recoleta. También el proyecto de Barrio IRSA en Costanera Sur y la rezonificación de Costa Salguero, hoy frenado gracias a la movilización ciudadana. Por último el llamado Distrito Joven, más de 14 hectáreas que limitan con el Río de la Plata.

Es un modelo que expulsa a la naturaleza, abandona el arbolado público, desatiende los grandes focos de contaminación y profundiza las desigualdades. Eso es el extractivismo, un paradigma de un modelo insalubre.

5- Casa de brujas: la detención de las mujeres mapuche

Este hecho representó una cacería de brujas en pleno siglo siglo XXI y el recrudecimiento de los ataques hacia el pueblo mapuche, en lo que se considera una vuelta temible a la lógica criminalizante de la Campaña del Desierto. Si bien las tierras de Mascardi son codiciadas por la especulación inmobiliaria, este accionar de la justicia debe ser leído con perspectiva de género. La violencia racista que, desde su conformación, el Estado ejerció sobre las comunidades indígenas siempre tuvo un componente de especial violencia patriarcal. La colonialidad encontró también sustento en la violencia sexual sobre los cuerpos de las mujeres y en el sometimiento a la servidumbre de ellas y sus hijxs.

En una emboscada a los tiros y con gases lacrimógenos sobre territorio ancestral que resguardan junto a sus familias hace cinco años, el cuatro de octubre, las mujeres fueron acorraladas, detenidas, separadas de sus pu pichikeche, sus niñes, aún en lactancia o con sus panzas de embarazo, exhibidas para la foto nacional, esposadas y trasladadas en avión a Buenos Aires, luego de un derrotero por centros de detención que culminó en la cárcel de Ezeiza. Vulneraron sus cuerpos y su espiritualidad con requisas y desnudeces, les impidieron preguntar y nunca recibieron explicaciones, aun cuando ellas saben mejor que nadie que las violencias no argumentan.

Luego de la liberación de tres de las siete mujeres mapuche, hoy cuatro de ellas continúan en prisión domiciliaria en Bariloche. Las mujeres tenían sus rucas (casas) en la Lof Lafken Winkul Mapu y actualmente cumplen prisión domiciliaria en una ruca mapuche de Bariloche, un espacio comunitario que poseen las organizaciones mapuche, porque no tenían a donde ir.

Todo los gobiernos reproducen el racismo y la colonialidad, parece que no existe grieta alguna cuando se trata de violentar los derechos de las comunidades indígenas, incluso si se trata de niñeces. Desalojos, represión, vidas vulneradas y necesidades básicas insatisfechas es la forma que adoptó el genocidio indígena en el siglo XXI. Hay nueve niñxs, en un rango que va de una recién nacida a una criatura de nueve años, en absoluto estado de abandono.

Un audio que circuló por WhatsApp alerta sobre la violación de los derechos más elementales de esas niñeces mapuche. No reciben contención ni atención médica después de que fueron desalojadxs de manera violenta de sus hogares y arrancadxs de su territorio por un Comando Unificado de fuerzas represivas. Lxs niñxs escucharon cuando esos hombres armados como para la guerra les gritaban a sus madres, las obligaban a tirarse al piso y las trataban como a peligrosas delincuentes.

Una vez más el Estado intervino pero no para garantizarles derechos sino para privarlas de ellos.

6- La victoria de Lula y las candidaturas indígenas, feministas y lgbtiq

El 30 de octubre quedará grabado en la memoria de los y las brasileñas: Luiz Inácio “Lula” Da Silva ganó en la segunda vuelta por 50,9 por ciento de los votos frente al 49,10 por ciento de Bolsonaro. La izquierda brasileña volvió al poder dos décadas después de su primera victoria. Y con él llegaron también las primeras legisladoras indígenas, feministas e integrantes de la comunidad LGTBQI.

Entre las principales propuestas de les candidates elegides se encuentran: el salario básico universal, el combate al hambre, el derecho a la vivienda, la reforma agraria, la recuperación del sistema único de salud, la democratización de los medios de comunicación, la generación de políticas para mujeres y la comunidad LGTBQ+, los derechos de la naturaleza y pueblos indígenas así como el freno al agronegocio y a la depredación extractivista.

En ese marco, Brasil eligió a las primeras diputadas federales trans, Erika Hilton (San Pablo), Robeyoncé Lima (Pernambuco) y Duda Salabert (Mina Gerais). También a las primeras diputadas federales indígenas de su historia: Sonia Guajajara (San Pablo) y Celia Xakriaba (Mina Gerais).

A su vez, fue electa la lideresa del Movimiento de Trabajadores y Trabajadoras Sin Tierra (MST), Marina Do Santos, que se convirtió en legisladora por Río de Janeiro. Al igual que cinco militantes del MST elegides como diputades federales por Pernambuco, Ceará, Bahia y Rio Grande Do Sul. En San Pablo, el dirigente del Movimiento de Trabajadores y Trabajadoras Sin Techo (MTST) Guilherme Boulos fue el candidato más votado con más de un millón de votos y Ediane María, trabajadora doméstica y también militante del MTST fue electa como legisladora.

Por su parte, la Bancada Feminista del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) -partido que integra el armado del PT- fue la candidatura a la diputación estadual más votada en San Pablo, con 250 mil sufragios. “La emoción es enorme porque sabemos que esto es fruto del trabajo colectivo", señalaron las diputadas pretas Simone Nascimento, Mariana Souza, Sirlene Maciel, Carolina Iara y Paula Nunes. Si bien sólo esta última será la titular formal de la banca, las cinco podrán tener la palabra en las sesiones y tomar decisiones relativas al ejercicio legislativo de forma conjunta.

Otra experiencia significativa es la elección de las candidatas pertenecientes a la articulación “Estamos prontas”. Se trata de una plataforma impulsada por el Instituto Marielle Franco y el colectivo de “Mujeres Negras Deciden” con el objetivo de ampliar la representación política e institucional de las mujeres negras, LGBTQI+ y periféricas que también se constituye como una propuesta de representación colectiva. Para estas elecciones se presentaron 27 lideresas y obtuvieron 230 mil votos. Fueron elegidas Camila Valdao, la mujer más votada en la historia de Espiritu Santo para el cargo de diputada y Laura Sito, la primera mujer negra diputada estadual en Río Grande do Sul.

 

7- La revolución feminista en Irán

“Las mujeres iraníes se levantaron contra la Policía de la moral y las imposiciones de un régimen de características teocrático-patriarcal y exigieron justicia en Teherán por la muerte brutal de Mahsa Amini. Como desobediencia al apartheid de género, varias acciones de protesta fueron escenario de las calles. Pudimos ver cómo tantas mujeres con tijeras en una mano cortan su cabello y en la otra su hiyab en medio de la quema de velos entre las llamas como simbolización de una profunda transformación política”, dijo a Las12 la investigadora Karina Bidaseca, especialista en estudios de género y poscolonialidad, coordinadora del programa Sur Sur de Clacso, docente de la UBA y de la Unsam.

Además de en Teherán y en Kurdistán, se destacaron las protestas en Sari, Mashdad y Kish, explicó la especialista, y resaltó que son las movilizaciones más amplias desde las protestas de 2019. “Entre los antecedentes en que las mujeres iraníes reclaman libertad, se encuentra 2014, cuando una protesta en redes sociales llamada 'Mi libertad sigilosa', se atrevió a desafiar las leyes del hiyad”.

Esta vez, a diferencia de otras movilizaciones, las mujeres, sobre todo las más jóvenes, se quitaron el velo colectivamente. Los miércoles blancos, en los que, organizadas, se negaban a que el Gobierno eligiera el color del hijad, fueron los antecesores de esta lucha. En Irán, dijo Karina, como en otras sociedades de mayoría musulmana, las dinámicas feministas fueron cambiando con las nuevas generaciones. “En particular mencionamos a la revista Zanan, a la que se le atribuye el origen del concepto ‘feminismo islámico’. La creciente presencia de las mujeres en todas las esferas de la vida social, su elevado nivel de educación superior y su presencia en las universidades, la reivindicación de sus derechos, contrarresta la persecución del régimen”.

Como explicó Bidaseca, el país está regido por la sharía (o ley islámica), que es el código de conducta basado en el Corán. Si bien el uso obligatorio del hiyab en las mujeres es la norma más visible, regula todos los aspectos de la vida, desde crimen, política y matrimonio hasta la dieta que una persona debe seguir, pasando por el rezo, la economía, la higiene, entre otras tantas cosas.

Por un lado, dijo Bidaseca, el movimiento feminista llamado de las feministas musulmanas consideran que hay que liberar el pensamiento de la religión musulmana, principalmente de los ulemas, que son los varones que se arrogan la veracidad del relato e imponen su visión del Corán y de las sagradas escrituras: “Además lucha contra las políticas feminicidas en el mundo y contra este estado de guerra contra los cuerpos feminizados que, en mis libros, llamo apartheid de género, que busca apelar al terror para imponer políticas de disciplinamiento y control”.

Para Bidaseca y quienes se dedican a los estudios y la militancia descolonial, la única forma de detener los asesinatos de mujeres es desarrollar la lucha común de todos los movimientos de mujeres en los contextos de opresión patriarcal, pero que tienen una historicidad propia. En ese sentido, es imprescindible “desoccidentalizar los prejuicios de las feministas hegemónicas que representan a todas las mujeres ‘oprimidas’ a través de dispositivos racistas que ubican la supremacía blanca occidental otrificando y exotizando identidades no occidentales y traducir las revoluciones feministas que, como entre las iraníes, se dan en el seno mismo de la religión”, explicó Karina. Y concluyó, parafraseando a la socióloga hindú Chandra Mohanty: “es preciso descolonizar, despatriarcalizar y desorientalizar nuestra mirada que se formó bajo los ojos de Occidente”.

8- La derogación de la enmienda Roe vs Wade 

El 24 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos (que cuenta con una mayoria ultraderechista legado de Trump) decidió en un lapso de dos días levantar la restricción del uso de armas en espacios públicos y eliminar el derecho al aborto a nivel nacional derogando la Roe V. Wade.

Esta clara avanzada de la ultraderecha tiene dos ejes importantes, el primero enfocado en la problemática de los tiroteos escolares y particularmente en la masacre de Uvalde, Texas, evento que dejó en evidencia la inutilidad para mitigar la violencia policial en un estado donde el 40 por ciento del presupuesto local va a la policía. El día del tiroteo en la secundaria Robb Elementary School, mientras un pistolero dejaba sin vida a 19 niñes y 2 docentes, la policía esperaba afuera del colegio (con mayor asistencia latina) sin intervenir, dejando en claro que para elles hay geografías “defendibles” de vida desde su sistema violento hacia las personas de color, migrantes y disidentes.

Sobre las gigantes inversiones en las lógicas de seguridad y el hecho de considerar un gasto a las materias sociales como la salud, educación y vivienda, en junio se abrió un debate sobre la necesidad de legislar contra la portación de armas y reveer el presupuesto policial.

El otro eje importante es la criminalización de la reproducción de las mujeres pobres y de color en el país. Desde los noventa que algunas voceras del feminismo Negro comenzaron a hablar de la “justicia reproductiva” haciendo hincapié en las trabas que enfrentan las mujeres pobres y racializadas para poder maternar. Las políticas económicas del capitalismo racial fueron limitando la posibilidad de maternar e incluso existen leyes sobre el “feticidio” en los estados más conservadores que podrían encarcelar a mujeres si pierden su embarazo.

Con la derogación de la Roe se puso sobre la mesa también el “Hyde Amendment Act” (ratificado por la Corte Suprema en 1980 a pocos años de legalizarse el aborto a nivel nacional) que eliminaba los fondos para abortar de los presupuestos federales destinados al seguro médico público para personas de bajos ingresos. Tras protestas por el racismo y clasismo de esa medida, el gobierno de Joe Biden creó un presupuesto que omitía la restricción de fondos.

Con un presupuesto de US$50 millones al año, el grupo legal ha transformado el ámbito legislativo en una zona de guerra en la que decreta medidas que afectarán a instituciones que el sistema margina.

Para anular la decisión de la Corte Suprema y enfrentar la posibilidad de una avanzada de esta ultraderecha contra los derechos de los sectores más vulnerables, que según muchos analistas serán los derechos queer y trans (en el ciclo lectivo de 2021, en las escuelas ya se encabezaron más de 100 proyectos anti trans), necesitamos poder conectar estas luchas y fortalecerlas desde una perspectiva más amplia. Es necesario fortalecer las trincheras de los sectores populares, ya que a partir de estas luchas es que solo así podrá cambiar la visión legislativa.

9- Dame la e, te doy la e. Dame la x, te doy la x

Se cumplían los primeros seis meses de un 2022 que finalmente volvía a la normalidad después de dos años intensos de pandemia, cuando desde la Jefatura de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires anunciaron la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas. La resolución firmada por Horacio Rodriguez Larreta decía que “se deberán desarrollar las actividades de enseñanza y realizar las comunicaciones institucionales de conformidad con las reglas del idioma español, sus normas gramaticales y los lineamientos oficiales para su enseñanza”. El objetivo fue específicamente prohibir el uso de la “e” o de la “x” para el plural universal o para el género binario.

Norma Loto es docente universitaria y periodista feminista, en una entrevista reciente para este diario, realizó una diferenciación entre el lenguaje inclusivo y el lenguaje inclusivo no sexista que puede echar luz a las discusiones que se dieron en el punto más álgido del anuncio de la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas: “El primero tiene como objetivo nombrar para dar visibilidad a las diversas existencias que tiene la humanidad; por ejemplo, las personas con discapacidad, pueblos originarios, mujeres y disidencias. Es decir, el lenguaje inclusivo supone un campo semántico bien amplio y abarca muchas realidades, luchas, identidades. En cambio, el lenguaje inclusivo no sexista y no binario son expresiones comunicativas, contrarias el lenguaje sexista que invisibiliza a las mujeres y diversidades, las subordinan, violentan y estereotipan”, señala.

Según Paula Cortes Roca, doctora en Letras y ensayista cultural, la utilización del lenguaje inclusivo parte de una evidencia: lo universal es equivalente a lo masculino y lo femenino se reduce a una variante de ese universal. Cortes Roca explica el efecto de la naturalización de lo masculino como algo definitorio de la especie: “El lenguaje inclusivo trata de sacudir un poco la lengua como una de las herramientas con las que ver el mundo. Consiste en una duplicación pronominal (algo que se usa en inglés desde los 90s con la frase “he or she” en lugar de he para referirse al niño y la niña, el lector y la lectora, etc.) o la elección de términos no marcados (optar por children o infancias). La creatividad del uso ha producido una tercera opción: la novedosa variación morfológica que introduce la -x, la -@ y la -e en los plurales que se refieren a personas (donde no está en juego la arbitrariedad del género como en “mundo”), como por ejemplo, niñes.

La transformación morfológica desnaturaliza incluso el binarismo genérico. El lenguaje es un espacio de autorización de nuevas voces, un ámbito en el que gradualmente aquello que en algún momento es puro ruido, se vuelve palabra escuchable e incluso legítima y nos permite advertir otras formas de vida, otros modos de comunidad” explicó en una nota de Las12.

El lenguaje inclusivo llegó para quedarse, por más que pese, ni la Real Academia Española ni los sectores conservadores tienen la posibilidad de desalojarlo de la vida cotidiana en donde está instalado para amplificar mundos y para nombrar a todxs.

10- La absolución de Higui, una victoria inolvidable

El 18 de marzo fue uno de los días más importantes en la vida de Higui de Jesus, después de escuchar que los Tribunales de San Martín la habían absuelto, bajó las escaleras escoltada por su abogada y fue a tirarse de cabeza al abrazo de un montón de militantes lesbotransfeministas que la venían acompañando desde desde hacía rato.

Seis años atrás, Higui, tenía 43 años y zafó de una violación colectiva. Zafó porque hubo un poco de suerte y porque, sin todavía saber lo que significaba, utilizó la autodefensa para sobrevivir. El día que Higui tuvo que declarar fue uno de los más intensos de los cuatro que duró el juicio, afuera, en el acampe, había un lugar especialmente dedicado a su contención, para que antes y después pudiera estar rodeada de afectos y de palabras de aliento. Su declaración era crucial para poder comprobar que a ella la habían encarcelado por defenderse y que la habían intentando violar por pobre y por chonga: “Empecé a irme, y cuando estoy en el pasillo (ya casi llegando a la puertita de calle) escuché ‘¡vos, lesbiana de mierda, te vamos a hacer mujer’ y esas cosas me decían. Siento que me manotean de atrás y me ponen contra el tejido del pasillo. Yo me había hecho como un bicho bolita contra el tejido. Uno me agarraba de las piernas y me pegaba patadas en la cola. Yo escuchaba algo de palos. Tenía miedo de que me hicieran algo del palo. Creo que reaccioné cuando me pegaban fuerte ahí (debajo de la cola) y me bajaron los pantalones. Pensé que me iban a matar y me iban a hacer lo que ya me hicieron (otra vez). Me defendí como pude. Fue así, un flash. A lo último no me acuerdo cómo pude. Imagínese si le pasa a usted”. Es una parte de la declaración de Higui de Jesús durante el tercer día del juicio en el que la acusaban de homicidio simple de Cristian Espósito, uno de los que le agarraban las piernas y le pegaban patadas en la cola. Su declaración fue mucho más extensa, pero en estas líneas relata a los jueces y a la fiscal el momento exacto en el que se defendió con un cuchillo de jardinería. Ella lo nombra como un “flash”, pero un rato más tarde la fiscal le pregunta: ¿usted llevaba un cuchillo? Higui responde: Sí, pero no lo puedo decir porque fue un flash. Después no me acuerdo. Veía todo negro, sombras”.

Desde ese momento las sombras se hicieron recurrentes en la vida de Higui, pasó varios meses presa desde octubre de 2016, luego, fue excarcelada por una fuerte movilización de la militancia que hizo del caso de Higui un mojón que sentó un precedente indiscutible y finalmente esperó el juicio hasta que se logró su absolución. La fiscal, Liliana Tricarico, apeló a la decisión del tribunal pero a mediados de este mes, la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires confirmó la absolución de Higui. En la sentencia de dicha Cámara dice que Higui sufrió “una intolerable y repudiable cuestión de odio por sus preferencias sexuales”.

Es aquí en donde recae una parte de la victoria, en que la justicia pueda nombrar y decir con claridad y contundencia que si Higui no se hubiera defendido, hubiera terminado muerta como muchas otras. Que la intentaron violar por lesbiana y que eso es una violación correctiva. Como dice Elsa Dorlin en su libro Defenderse: "la autodefensa equivale a seguir con vida, por lo tanto no hay manera correcta o incorrecta de defenderse, todo lo que nos permita resistir la violencia es autodefensa”.

La otra parte de la victoria es la organización que se desplegó a lo largo de seis años a partir del caso de Higui. Primero cuando de casualidad, una militante feminista la cruzó en una celda y se enteró de su caso, después un entretejido muy variopinto de miltancias tortilleras, mostris, putxs, trans con el acompañamientos de organizaciones transfeministas lograron lo que parecía imposible, que le vida de Higui importe.

Detrás de la victoria también hay una verdad, como dice Adriana Carrasco, periodista de este diario que siguió el caso con una dedicación elogiable, “Y no olvidamos que las cárceles argentinas están llenas de Higuis cuyas causas es preciso revisar. Porque fiscales como Liliana Tricarico, en Argentina, caen de los árboles, más allá de que esta fiscala en particular sea hoy un emblema de la persecución, el odio y la violencia institucional contra las lesbianas chongas, negras y pobres”.

11- 8M: se trata de organización

“Libres y desendeudadas nos queremos”, se leyó y se escuchó este 8M de Ushuaia a La Quiaca cuando se llevó adelante un nuevo paro internacional feminista. Como cada 8 de marzo desde 2017, la organización horizontal se multiplica en asambleas, discusiones y reuniones que van confluyendo igual que los arroyos y los ríos en una cuenca que se traduce en la ocupación de la calle. El 8 de marzo de 2022 y después de dos años de no poder ocupar las calles por la pandemia de covid 19, fue un documento colectivo el que mezcló los deseos y las necesidades de las trabajadoras de la tierra con la demanda de les pacientes de vih por una actualización de la ley que contemplara sus derechos y que ya había perdido dos veces estado parlamentario.

El documento de este año que se va declamó en primer término que la deuda es con nosotras, con nosotres y con nosotros -y el masculino fue una demanda presentada en asamblea por los compañeros trans que también evocaron a los niños y adolescentes que están haciendo futuro feminista ahora mismo.

Además de denunciar las violencias y los femicidios, el documento señaló también el horror de un 60 por ciento de niñes bajo la línea de pobreza que pagan sin razón la deuda que se fugaron. Los puntos en que se ordenaron las demandas, que siguen vigentes, son: Cuidar es trabajar, Reforma Judicial Feminista y Transdiciplinar, Contra la precarización: Trabajadorxs somos todxs, Autonomía de nuestros cuerpos y nuestros territorios, Educación Sexual Integral.

En nuestro país, los feminismos -así en plural para dar cuenta de las intersecciones necesarias para narrarnos- y su masividad no salen sólo de las universidades ni copian fórmulas de discursos aprendidos en el norte global. Se cocieron junto a las ollas populares en los ’90 y en 2001, se afianzaron en los Encuentros que año a año vienen sucediendo desde hace más de 30 -interrumpidos sólo por la pandemia-, en los que se viene discutiendo en clave de género desde la economía hasta la forma de amar o tener sexo, desde el acceso a la tierra hasta la situación en las cárceles, desde la diversidad corporal hasta el aborto.

“Destruyamos el patriarcado, no el planeta”, se leía en un cartel que lo decía todo. La agenda del 8M es interseccional porque se sabe que no hablamos de mujeres, de lesbianas, travestis o trans como si fuéramos siluetas vacías. Sino de esas identidades situadas en las ciudades, los barrios populares, la ruralidad o los territorios de los pueblos originarios expropiados. Somos mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries con distintos colores de piel, con distinto acceso a los bienes necesarios para sostener la dignidad de la vida. Y por eso no aceptamos lavadas de cara que permitan apropiaciones de derecha de nuestras demandas. Porque no queremos igualdad en este mundo, queremos construir otro. En esta tierra y con la tierra y con todas las formas de existencia que la habitan.

La calle fue una fiesta este 8M, porque volvimos a encontrarnos con esa energía que no nos deja volver a casa una vez terminados los actos, porque tomamos la calle para liberarla de todo lo que nos condiciona y hacemos alianzas y amistad en ese estar acampando en la plaza pública, jugando a la pelota, tocando tambores o discutiendo lo que nos gustó más o menos del documento, lo que falta enhebrar en nuestros discursos, las ausencias que todavía se notan en el movimiento. Porque siempre nos falta algo. Porque siempre nos falta alguien. Pero ahí en la calle, en las ranchadas que se extienden hasta la medianoche, en las consignas anotadas en el cuerpo o en cartones es donde tomamos fuerza y también sentido, para seguir tejiendo resistencia, para tener capacidad de bloqueo y también imaginación de futuro. Nuestra agenda es amplia y se sigue ensanchando. Hasta que el mundo sea como lo soñamos.

12- Ucrania: la lucha de las mujeres en la guerra

“En mi país, que es bastante patriarcal, se piensa que las mujeres necesitan protección por ser frágiles y débiles. Pero no es así, las mujeres ucranianas tienen un coraje increíble. Fue importante para mí seguir la experiencia íntima de una mujer soldada en primera línea. A menudo, en la guerra, las mujeres se ocupan de las tareas administrativas en el cuartel general, o son enfermeras, cocineras, pero no soldados”, dijo la cineasta ucraniana Masha Kondakova a este suplemento, actriz y directora de cine, autora de Inner War, un documental sobre las mujeres soldado en una guerra que viene desarrollándose desde 2014 entre Ucrania y Rusia.

Desde el comienzo de la guerra en 2014, se revisaron los puestos de las mujeres en el ejército. La ley se modificó en 2016 y ahora las mujeres también tienen derecho a ser soldadas. El movimiento feminista empezó llamar la atención sobre el tema de la posición de las mujeres en el ejército y de las pensiones de guerra asignadas a ellas también, ya que había una desigualdad entre mujeres y hombres. “Una injusticia que se reparó gracias a la movilización de las mujeres ucranianas, que tienen un espíritu fuerte, no tienen miedo”, explicó la cineasta.

Masha fue herida en el frente de batalla y sobrevivió a dos bombardeos, estuvo a punto de morir. “Sé de lo que hablo cuando digo que las mujeres ucranianas no tienen miedo. Lo que me interesaba no era hablar de la guerra sino de lo que significa ser mujer en el frente después de haber perdido a alguien muy cercano. Por ejemplo, Lera, que es comandante de una cuadrilla de morteros, encontró el amor de su vida en la guerra y una semana antes de su boda su pareja murió en la explosión de una mina terrestre. A pesar de esto Lera perdió el miedo y en cambio todo su camino ha sido continuar la guerra para proteger a su país y llegar hasta el final sin que le tiemble el pulso Se tatuó en el brazo “Nos vemos en Vahalla”, el paraíso de los combatientes. Ella representa para mí el presente de Ucrania, el combate”, contó.

Las mujeres ucranianas juegan un papel importante hoy en día en todos los aspectos, en la comunicación, como periodistas, a nivel internacional, también representan al cine ucraniano. Pero también las mujeres en sus casas: no quieren dejar la tierra que las vio nacer.

La directora dijo además que “nuestra población se está uniendo con el mismo espíritu de resistencia, ya no existe la diferencia de género, todo lo que importa es lo que podés hacer, cómo podés ser útil, cómo ayudar y cómo actuar. Y creo que es genial porque nos unimos en espíritu, valor y fuerza”.

En sus palabras: “Ucrania ha sobrevivido a varias guerras, el pueblo ucraniano es tolerante y paciente, pero cuando se rompe nuestra confianza, cuando se nos hace daño, la gente se despierta y va hasta el final, esa es la cuestión, la gente luchará hasta el último aliento. Mi punto de vista es que hay que mantener la calma, mantener la cabeza fría, la inteligencia para hablar, para comunicar, para contar lo que realmente está pasando. ¿Por qué luchamos? Estamos luchando por la libertad. Por la libertad de nuestro país, pero también por la del mundo entero”.