Por primera vez este viernes el presidente Lula Inácio Lula da Silva reunió a su abultado gabinete, 37 ministros, miembros de un gobierno marcado por gente de confianza, líderes de la izquierda del noreste y una diversidad mayor a la de administraciones anteriores. en su discurso Lula prometió trabajar con el Congreso para "reconstruir" a Brasil, luego de cuatro años del "gobierno autocrático" del ultraderechista Jair Bolsonaro.

 "Necesitamos tener una buena relación con el Congreso", dijo al abrir la reunión Lula, que asumió el domingo la presidencia del gigante suramericano por tercera vez. Anteriormente, él había gobernado entre 2003 y 2010. 

Un país mejor

El mes pasado Lula señaló la falta de compromiso que tuvo Jair Bolsonaro en su gobierno, quién dejó a Brasil "en situación de penuria". Es por eso que el presidente declaró: "nuestra tarea es ardua pero es noble. Vamos a tener que dejar este país mejor". 

El gobierno del veterano líder izquierdista necesitará esmerarse por el apoyo de una Cámara de Diputados y un Senado, aún más inclinados a la derecha tras las elecciones de octubre pasado, para avanzar con su agenda.

Diversidad

Los 37 ministros de Lula, están conformados por un grupo de experimentados políticos y profesionales, que incluye 11 mujeres, cinco personas negras y dos indígenas, un contraste con el gobierno anterior, dominado por hombres blancos, outsiders y militares.

"No somos un gobierno de pensamiento único", señaló el presidente, reclamando no obstante a sus colaboradores esforzarse por lograr ideas convergentes para "la reconstrucción de este país" luego del "gobierno autoritario" de Bolsonaro.

De pie y contra la punta de una enorme mesa ovalada en el palacio presidencial de Planalto, el dirigente de 77 años también prometió a sus ministros el trato de "una madre": "mucho respeto pero exigiendo mucho trabajo".

El gabinete

La reunión de gabinete ledio la posibilidad a Lula de exhibir su gabinete muiticultural multi racial y de fuerte impronta femenina .

Marina Silva, figura emblemática del movimiento ecologista, está de vuelta en el ministerio del Medio Ambiente con la hercúlea tarea de frenar el avance de la deforestación en la Amazonía, que se incrementó con fuerza durante el gobierno de Bolsonaro.

Esta mujer negra de 64 años, con una infancia pobre en el estado amazónico de Acre, se comprometió este miércoles durante su asunción a que Brasil deje de ser un "paria ambiental" y se convierta en "un país que contribuye" a la lucha contra el cambio climático.

Silva ya había logrado reducir la deforestación al ocupar el mismo cargo durante los dos primeros mandatos de Lula (2003-2010), pero renunció en 2008, creyendo que no tenía más apoyo dentro del gobierno.

Según ella, el nuevo gobierno luchará por la preservación del medio ambiente de forma "transversal", coordinada entre varios ministerios, incluido el inédito de los Pueblos Indígenas, encabezado por Sonia Guajajara, líder indígena reconocida una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time.

Uno de los hombres fuertes del gobierno de Lula es Flavio Dino, de 54 años, ministro de Justicia y Seguridad Pública. Este exjuez fue diputado, luego gobernador de Maranhao (2005-2022).

Roces y preocupaciones

Antes de la asunción de Lula a la presidencia, Dino estuvo muy presente en los medios para plantear sus preocupaciones sobre la seguridad para la ceremonia de investidura, condenando en particular "el terrorismo inaceptable" de manifestantes bolsonaristas, tras el hallazgo de una bomba en un camión de combustible cerca del aeropuerto de Brasilia, en la víspera de Navidad.

En uno de los primeros roces entre el gobierno y la oposición de derecha, el novel ministro de Hacienda, Fernando Haddad, había pedido al gobierno saliente de Bolsonaro, todavía en el período de transición, que no prorrogara una rebaja impositiva sobre los combustibles, para evitar un impacto en las deterioradas cuentas públicas.

Durante su discurso de asunción del lunes, Haddad trató de tranquilizar a los mercados: "No estamos acá para aventuras. Queremos que el país vuelva a crecer para satisfacer las necesidades de la población a nivel social (...), garantizando un equilibrio fiscal".

No obstante, el nuevo gobierno optó por extender la rebaja impositiva por dos meses, resignando recursos para los cofres públicos, según analistas para evitar un malhumor en la población en las primeras semanas de gestión.

Según sus críticos en la derecha, los primeros días de gestión de la tercera presidencia de Lula han sufrido algunos desacoples y divergencias sobre directrices que adoptará el gobierno, generando cierta incertidumbre que habría impactado en el mercado.

Aliados de Lula, dejaron dudas sobre la posibilidad de interferir, por ejemplo, en la política de precios de la compañía petrolera paraestatal Petrobras y la necesidad de avanzar en una nueva reforma de pensiones, ambas posibilidades luego desmentidas.

Según fuentes del gobierno la reunion de gabinete sirvió para mostrar un discurso unificado de cara a la sociedad.