Esta semana no es una como cualquier otra para la cultura argentina. Es que en el Teatro Ópera, en ese espacio en el que tantas veces hizo reír y pensar a cientos de miles de argentinos, Les Luthiers comenzará su gira de depedida definitiva de los escenarios. Tras 55 años de trabajo ininterrumpido, docenas de obras, innumerables giras por Argentina y e Iberoamérica y el dolor de las recientes pérdidas de algunos de sus miembros, el mítico grupo de teatro le dice adiós a las tablas con la satisfacción de haber hecho más alegres a todos aquellos que alguna vez se toparon con alguno de sus espectáculos. 

El final de la exitosa trayectoria es con Más tropiezos de Mastropiero, la primera obra que estrenan en 15 años, escrita también por primera vez y a cuatro manos por Carlos López Puccio y Jorge Maronna, los dos históricos del grupo musical-humorístico. “Dejar Les Luthiers da tristeza, pero es mejor hacer las cosas en su momento y por propia voluntad”, detalla López Puccio en la entrevista con Página/12. Se los va a extrañar.

La decisión de "dar las hurras”, en una gira despedida que los hará recorrer distintas ciudades de Argentina, América Latina y Europa, no fue sencilla. Fueron justamente los únicos dos miembros fundadores que permanecen en el grupo quienes consideraron que ya era suficiente, que era hora de ponerle un punto final a la aventura artística que en 1967 comenzaron Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna, sumando inmediatamente a Carlos Núñez Cortés y a Carlos López Puccio. Extrañamente, o no, el final no obedece a cuestiones artísticas: allí está este espectáculo estrenado meses atrás en Rosario y que ahora llega a la cartelera porteña para corroborar que aún tienen mucho para dar. Las recientes muertes de Rabinovich, Mundstock y de su histórico productor Lino Patalano terminaron por acelerar el adiós.

“Les Luthiers no es sólo el pequeño grupo que se sube al escenario, necesita de una estructura humana, artística, técnica y de producción bastante grande y completamente estable”, cuenta López Puccio a la hora de explicar las razones del adiós. “Esto se entiende mejor pensando que el conjunto se presenta hasta en una docena de países y a veces hasta con tres espectáculos diferentes en una misma temporada. A diferencia de las compañías teatrales habituales, que arman sus equipos por temporadas, Les Luthiers necesita que prácticamente todo su personal sea permanente. Esto lo convierte en una empresa que debe mantener un ritmo de trabajo muy intenso”, subraya el músico.

Tal es la envergadura artística y laboral que alcanzó el grupo que la marca Les Luthiers pertenece a una SRL conformada, básicamente, por los que quedaron del quinteto original y los sucesores de Rabinovich y Mundstock. De hecho, para “rescatar” al grupo de la “catástrofe” que significó la pandemia, Maronna y López Puccio se asociaron con Patalano para constituir una sociedad y obtener la licencia para poder utilizar el nombre. Claro que, justo en el momento del esperado regreso, otro contratiempo modificó los planes.

“Cuando inesperada y dolorosamente falleció Patalano en septiembre -detalla López Puccio-, Jorge y yo -sus socios "artísticos”- nos encontramos con muchas dificultades de índole empresaria y de producción, muchas cosas que vimos no sólo que no íbamos a poder manejar sino que tampoco podíamos aprender a nuestra edad. Para colmo -o para alegría- nos habíamos propuesto estrenar y comprobar las virtudes de nuestro primer espectáculo escrito sólo por nosotros, Más Tropiezos de Mastropiero, y toda nuestra energía estuvo invertida en esa meta”. La obra se estrenó, finalmente en Rosario, con buena afluencia de público y las mejores críticas. Sin embargo, la dupla histórica comprobó que había toda una enorme cantidad de tareas administrativas que -sin Patalano- ya no podían organizar. La decisión de hacer la gira definitiva de Les Luthiers, entonces, se volvió inevitable.

“Al cabo del estreno, muy exitoso por cierto, en Rosario, se nos juntaron las evidencias contradictorias: por un lado teníamos un gran espectáculo, algo realmente nuevo por primera vez en quince años, pero por el otro no podíamos hacernos cargo de la parte empresaria a largo plazo ni teníamos fuerzas para ello. Lo hablamos con el resto del elenco, expusimos nuestras limitaciones y acordamos un plazo, digamos, de conciliación entre las dos ganas. Nos dimos un año para pasear Más tropiezos… y el mismo período para despedirnos de tanta gente que quiere a Les Luthiers y a su estética”, señala Puccio.

-En ese momento, entonces, Más tropiezos de Mastropiero dejó de ser una obra más del grupo. ¿Cómo encaran la previa de este espectáculo, que si bien ya fue probado en Rosario, se resignifica a partir del anuncio de que será el último en la historia de Les Luthiers? ¿Qué sensaciones te atraviesan?

-Esta pregunta debe responderse en forma personal. Entiendo que cada integrante tendrá su propio cocktail de emociones. En mi caso tengo, más que alegría, orgullo por el trabajo realizado. Soy un convencido de que con Les Luthiers hicimos algo bueno, diferente y de calidad, a lo largo de 55 años, y que para mucha gente de toda Hispanoamérica formamos parte de su vida, con recuerdos, risas y emociones entrañables; que ocupamos un lugarcito querido en incontables historias personales. Muchísima gente sigue usando en sus relaciones diarias, cercanas, en las familiares o con sus amistades, expresiones que vienen de Les Luthiers. Eso da orgullo. Dejarlo también da tristeza. Pero es mejor hacer las cosas en su momento y por propia voluntad.

-En el comunicado de anuncio de gira despedida subrayan que “alcanzaron sus metas”. ¿Podés explicitar cuáles fueron las metas que Les Luthiers se fue imponiendo con el correr de los años?

-Ese párrafo, leído solito, suena algo pretencioso, lo admito. En el presente, y por lo explicado antes, la meta del elenco 2019 era lograr estrenar este espectáculo nuevo, escrito especialmente para lucir las muchas virtudes de sus componentes actuales pero, al mismo tiempo, sin desmarcarse de las normas éticas y estéticas históricas de Les Luthiers.

-¿Con qué espectáculo se va a encontrar el público porteño en Más tropiezos de Mastropiero? ¿Hay cuadros nuevos, pero también referencias al pasado? Cuando la escribieron junto a Maronna, ¿se les cruzó en algún momento que podía llegar a ser la obra final? ¿O el destino así lo quiso?

-El espectáculo, creemos, es una justa mezcla de tradición y modernidad. Lograrlo, con tres años y medio de trabajo de creación, fue alcanzar esa meta de la que hablamos. Y esperamos que el público de siempre de Les Luthiers lo vea de la misma manera. Hemos honrado a nuestra historia y a los compañeros que ya no están, incluyendo tres obras preexistentes sobre un total de catorce títulos en programa y sin bajar la calidad que alcanzamos junto a ellos. En cuanto a prever que esta fuera la obra final… la historia de Les Luthiers siempre fue imprevisible. Desde que éramos jóvenes nos fue sorprendiendo el crecimiento inesperado del reconocimiento del público. Yo pensé muchas veces, en épocas de lagunas creativas o de desavenencias internas, que estábamos haciendo la obra final. En esta decisión no intervino el destino, y eso es bueno. Por suerte podemos tomarla antes de que intervenga.

-A lo largo de su carrera, Les Luthiers supo atraer a familias enteras a sus distintos espectáculos, convocando al teatro a varias generaciones, en un fenómeno único que hasta tiene clubes de fans en Internet en el que debaten cuestiones de las distintas obras y hasta incluso alguna vez invitan a alguno de sus miembros a escuchar música durante una noche. ¿Por qué para buena parte de su público Les Luthiers es mucho más que una banda de teatro?

-Tal vez sea porque el humor de Les Luthiers, después de un inicio algo elitista, un poco culterano y dirigido a público melómano, pasó rápidamente en los ‘70 a ser multicapa. Lo digo, en principio, en un sentido etario (los chicos tienen de qué divertirse, los adultos también) y luego en un sentido cultural: si bien siempre hubo guiños para público “culto” y/o “melómano” siempre fue medido como para alcanzar, sencillamente, a todo aquel que buscara divertirse con un humor pensado con elegancia, con refinamiento y -por qué no- con un poco de inteligencia. Y aclaro lo obvio: creo que para disfrutar de lo inteligente no hace falta pertenecer a una clase social determinada. La amplitud de esa "multicapa etaria” generó un proceso, del que sabemos por innumerables relatos, en los cuales muchos padres pasaron como legado el disfrute de Les Luthiers a sus hijos, que hoy son público adulto o incluso padres de muchos integrantes de ese público.

-¿Qué fue lo mejor y lo peor que viviste en estos 55 años siendo parte de Les Luthiers?

-Lo peor fueron las recientes e irreparables pérdidas de Daniel y Marcos; amigos, compinches, cómplices y compañeros de tantas aventuras. Lo mejor, recibir el Premio Princesa de Asturias, en 2017. Este reconocimiento nos entregó una imagen nueva de nosotros mismos. Nunca habíamos pretendido mucho más que divertir y divertirnos para de pronto encontrar que un Jurado internacional de ese nivel nos ponía en el mismo club que a Zygmunt Bauman, Francis Ford Cóppola, Daniel Barenboim, Woody Allen o Bob Dylan.

-¿Cómo imaginás el día después del final de esta gira?

-No estoy seguro. Pienso que no podré quedarme muy quieto, pero no sé hacia dónde iré. Por lo demás, no tengo sino felicidad y agradecimiento en mi vida: primero por Les Luthiers y por el cariño que, a través de él, he recibido de tanta gente. Eso seguirá siendo motivo de orgullo y de alegría por el resto de mi vida.

(Imagen: Alejandra Palacios)

Un recorrido inabarcable

Repasar la trayectoria de Les luthiers a lo largo de más de medio siglo de vida creativa resultaría interminable. Fueron muchos y recordados los espectáculos de un grupo que construyó un estilo propio, donde el humor culto y refinado no dejó afuera a nadie, en una síntesis perfecta entre lo elitista y clásico con lo popular. Desde Les Luthiers cuentan la ópera (1967) hasta la antología Gran reserva (2017-2022), pasando por Mastropiero que nunca, Por humor al arte, Lutherapia, Bromato de armonio, Todo porque rías y El reír de los cantares, entre otras obras, el grupo fue cosechando popularidad a la vez que prestigio, convirtiéndose en un clásico de la cultura argentina. 

La despedida definitiva es con Más tropiezos de Mastropiero, un espectáculo que gira en torno a una supuesta entrevista al mítico creador de las obras de Les Luthiers, Johann Sebastian Mastropiero, donde a partir de oportunos ejemplos musicales y escénicos se repasa buena parte de la vida del compositor, desde sus primeros fracasos hasta los más recientes. Una obra que muestra, junto a los ya conocidos, nuevos instrumentos informales, canciones y escenas, a las que se añade una corta selección de obras del repertorio tradicional. 

Como sucede desde 2019, la última obra de Les Luthiers cuenta con las actuaciones de Maronna, López Puccio, Roberto Antier, Tomás Mayer Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano, actuando como alternantes Pablo Rabinovich y Santiago Otero. Más tropiezos de Mastropiero se puede ver de jueves a domingo en el Teatro Ópera.