Es enero en Rosario. Afuera el termómetro marca 32°. Las y los asistentes escolares que se encargan de los comedores no paran, desde la mañana están listos con sus uniformes para encargarse de la comida. Al mediodía el comedor está preparado para recibir a les niñes. Algunes llegan solos, caminando tranquilos, algunos jugando y charlando. Otros llegan con su mamá de la mano, los dejan en la puerta y los esperan afuera. Una asistente de comedor los recibe y los acompaña hasta la mesa. Los platos son generosos y se puede repetir, igual que la fruta y, ocasionalmente, algún heladito. Son alumnos y alumnas de tres escuelas de Rosario, de zona oeste, suroeste y barrio Echesortu.

Durante el ciclo lectivo casi todo el alumnado se queda al comedor, pero durante el verano las cantidades que se demandan dependen mucho de la escuela. En la de zona oeste pasaron de 800 porciones a 600 y en las del suroeste y Echesortu de 1200 a 25 o 35. Los equipos de trabajo de cada institución los integran una ecónoma y asistentes de comedor, pero en vacaciones se reduce a la mitad.

“Durante el año vienen 600 y algo, ahora viene 30 como mucho, 35, depende del día y se va renovando porque van cayendo algún día sí y otro no. Ahora son poquitos y pueden repetir. En época de clases, que se les da suprema o medallón, no se puede repetir, pero ahora sí, por lo menos medio. A los chicos es lo que más les gusta. Repiten hasta 3 veces, comen muy bien. Hoy, por ejemplo, se hizo fideo con pollo y salsa blanca y les encantó” cuenta una asistente escolar y de fondo una niña mira con alegría las dos bananas que tiene en sus manos.

Otro asistente pregunta “¿Ya comiste?”, mientras un niño pequeño lleva su plato lleno “¿No te gusta? ¿Qué no te gusta?”, con el dedito señala la salsa “¿Querés los fideos sin salsa?”. “Esta atención durante el año no lo podés hacer”, comenta una compañera que mira la escena. Es que los tiempos se acortan demasiado cuando hay 300 niños y niñas esperando su comida impacientemente. Entre el desayuno, lavar las tazas, preparar el almuerzo, poner la mesa, servir los platos para el primer turno, limpiar para que el segundo turno encuentre el lugar en condiciones, lavar los platos y preparar la merienda no queda tiempo para conversar con les niñes. 

En verano todo es más amable, es más fácil hacer un seguimiento de quienes van a comer. “Nosotros ya sabemos quienes vienen. El horario es hasta las doce, pero los días de lluvia esperamos un ratito más, sabemos que hay algunos que seguro sí o sí vienen. Nos faltan los 3 hermanitos y otros dos, todavía no vinieron y es raro, capaz que más tarde vienen. Seguimos esperando” comenta otra de las trabajadoras de zona sudoeste. Explican también que algunos no vienen porque se levantan muy tarde y terminan pasando de largo el almuerzo, otras veces llegan justo al cierre debido a que les cuesta mucho levantarse.

En verano se pueden dar los lujos de algún postre o carne más seguido en los menús. Durante el año es más difícil sostenerlo porque el presupuesto es muy escaso. El gobierno provincial actualizó los montos del valor de los servicios alimentarios en octubre del 2022, son $44.31 destinados a la copa de leche y $ 106.40 para el comedor, una vez al mes se asigna un refuerzo de $ 9.05 y $21,74 respectivamente, según se puede ver publicado en el sitio web de ATE Rosario, junto con un pedido de aumento del presupuesto. A estos montos insuficientes, hay que restarle el 10% que se destina a gastos de funcionamiento de los comedores (compra de materiales de higiene, cofias, guantes, etc). El gobierno nacional realizaba un aporte extra, que no paga desde diciembre de 2021. Consistía en un monto de $14,35 por ración de copa de leche.

Este presupuesto no garantiza una alimentación de calidad para las infancias que concurren a los comedores, la dieta es rica en hidratos de carbono y alimentos ultraprocesados, los que en consumos continuos puede generar daños permanentes a la salud, como obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer. Las recomendaciones sobre la limitación o el no consumo de ultra procesados se puede encontrar en el sitio web del ministerio de Salud de la Nación o replicado en las “Guías alimentarias para la población Argentina” del sitio web oficial de la provincia.

Los comedores, sobre todo en épocas en que no hay clases, se transforman en el espacio de encuentro, donde se sociabiliza con el alumnado más libremente. También es un lugar de contención para las infancias y no es poco común que los problemas de abusos y violencias surjan ante la escucha de las asistentes escolares. 

En la escuela de zona oeste lo cuentan así: “Acá los chicos se sientan, charlan, cuentan cosas que les pasan en casa, incluso abusos que nos cuentan. Ante esa situación, lo hablamos con las mamas más que nada. A una nena le pregunté ¿por qué te escapás vos de tu casa? Algún motivo debe haber porque tu casa es lo más lindo del mundo, y me dice -no, en mi casa no estoy segura. Ahí hubo algo y en esas situaciones estamos desamparadas”.

Algunos comedores son salones reconvertidos, otros son amplios y pensados para ese fin. Sin embargo hay cosas que faltan sistemáticamente, como los elementos adecuados para poder llevar de la cocina al comedor la comida en grandes porciones. Durante la recorrida, hubo varios comentarios del personal por problemas de dolores de espalda, pinzamientos y hernias debido al peso que deben cargar y descargar, las dificultades para llevar el agua para baldear el salón, el peso de los contenedores, el vaciado de los fuentones, cosas que hacen todos los días repetitivamente.

Cocinas impecables, hermosas pero pensadas con una lógica incorrecta para las escuelas. En una de ellas, tras mostrar la cocina nueva aclaran que “remodelaron todo pero la estructura que hicieron no es para cocinar, ahora hicieron las bachas chiquitas, la cocina es muy alta, la mesada esta inclinada hacia afuera, no tenemos heladera, bah es muy chica… Está relinda, pero no está bien.”

Algunos comedores siguen dando la comida al 80% de su capacidad normal, en otras ese porcentaje baja a un 20%. La pregunta es ¿dónde comen las niñas y niños que no van o que encuentran las escuelas cerradas? Muchos y muchas tendrán la posibilidad de comer en casa, algunes pasarán de largo.