La más generosa 

Pablo Mehanna

Ahí donde Garay se transforma en Vernet, de Boedo a Parque Chacabuco, una casona de 130 años con techo de doble altura esconde un bar para comer picadas generosas y de muy buena calidad, apuntando así al corazón de una de las grandes pasiones gastronómicas locales. 

La especialidad de la casa son los quesos y embutidos, elegidos a conciencia por uno de los dueños, quien cuenta con amplia experiencia en la materia. Hay varias opciones de combinados: un ejemplo es la Vernet ($460 para dos, $817 para 4), que lleva un rico jamón crudo de tipo Parma, spianatta, lomo embuchado, salame de ciervo ahumado, quesos pepato, azul y otro más con ají, además de aceitunas, todo servido junto a pan crocante y caliente. Las porciones, ya fue dicho, son realmente abundantes, pero esto no se queda en una impresión subjetiva, sino que es posible de cuantificar: son 350 gramos por persona de comida, excluyendo el pan, y sumando algunas perlitas elaboradas por la casa, como un excelente escabeche de pollo y sabrosas berenjenas en conserva, de buena consistencia y el vinagre justo. 

Si la idea es picar más ligero, hay también tablitas de dos ingredientes en tamaños modestos, algunos sándwiches, salchichas con piel e incluso unas rabas. Pero lo mejor llega del lado de las empanadas de carne cortadas a cuchillo, que pueden pedirse fritas o al horno. Hace algunos meses, y en gran medida a pedido del publico, se incorporan al menú hamburguesas, de esas que de tan grandes apenas se pueden terminar de comer. 

De beber, lo básico e infaltable: algunos tragos directos ($90 el vaso de Fernet con Coca, $260 la jarra de litro), aperitivos, cerveza tirada Heineken y, entre las artesanales, una de marca Buko (dos por $100 durante el happy hour, de 17 a 20).

Si bien sobran las picadas en las cartas porteñas, no abundan lugares como Vernet. No sólo una linda esquina con ventanales a calle y una vereda muy disfrutable cuando la temperatura acompaña, sino una propuesta que pone el acento en la selección de los productos, servidos con generosidad pocas veces vista.

Esquina Vernet queda en Vernet 101. Teléfono: 4924-0834. Horarios de atención: martes a jueves de 17 a 0.30; viernes y sábado de 17 a 1.30; domingos de 18 a 0.30.


Amor por el aceite

Pablo Mehanna

Hay mucho malentendido sobre el tema del aceite de oliva en Argentina: todavía están los que se quejan y buscan “un aceite con el sabor de antes”, dejando entender que ese antes era mejor, cuando no lo era: “antes”, diez o veinte años atrás, lo usual era consumir aceites con grandes defectos de calidad, en muchos casos directamente oxidados, que mal acostumbraron los paladares. Así lo explica Esteban, detrás del mostrador de Un Mundo Aceitado, apasionado de su negocio y de lo que vende. 

Un Mundo Aceitado es un local sencillo y sin grandes pretensiones, a metros de la concurrida Av. Corrientes, pero sobre una calle muy tranquila. A primera vista impresionan los tanques de acero desde los cuales se sirven los distintos aceites. Se ofrecen cuatro o cinco variedades a granel, que se pueden llevar en presentaciones desde 1/4 litro hasta envases de 5 litros ($850 a $950 según la variedad).

Además de este “oro líquido” que la humanidad utiliza desde hace miles de años, Un Mundo Aceitado elabora, con mucho cariño y buena mano, algunos productos para llevar a un precio más que accesible: sándwich de trucha con pasta de almendras ($150 con bebida) o una foccaccia a la que se le suman un muy rico knishe por $125. Se agregan también algunos productos de almacén, especies, dátiles, corazones de alcaucil, otros sándwiches y alguna milanesa de quinoa. Mención aparte merecen los panes, plenos de aceite de oliva y aceitunas, con una corteza bien crocante. 

Si bien es posible comprar todos los productos por separado y armarla a gusto, la casa sugiere dos picadas que no apuntan al clásico de quesos y fiambres, sino que se hacen fuertes en la elaboración propia: aceitunas rellenas caseras, hummus, pasta de almendras y rúcula, sfoglia de mozzarella, brusquetas surtidas, todo acompañado con una buena focaccia saborizada ($1260 para seis, $2340 para doce).

Un reducto como pocos en la ciudad, con cierto aire a los comercios de antes (mercadería a granel y atención amable), pero con sabores de ahora.

Un Mundo Aceitado queda en Vera 321. Teléfono: 4855-6405. Horario de atención: lunes a viernes de 9 a 20. 


Vino, calidez y mesitas

Pablo Mehanna

Señor González es una vinería abierta a pulmón en el barrio de Boedo, sobre las pocas cuadras donde Carlos Calvo es doble mano. Con ya casi una década en el barrio, el local ocupa una típica casa con patio interior y techos altos, buena iluminación y mucha calidez en la puesta en escena. Un negocio familiar, atendido por padres e hijos que derrochan amabilidad y simpatía. La vinería cuenta con unas 500 etiquetas, incluyendo precios para todos los bolsillos, con vinos de pequeñas bodegas y también los grandes clásicos de siempre.

Pero no sólo de beber se trata: la casa también cuenta con una buena selección de delicatessen: aceitunas de buen calibre, mermeladas, escabeches, algunos quesos, salamines, entre varios otros. Es ideal ir con el tiempo necesario para curiosear y dar vueltas por el salón.

A primera vista, llaman la atención algunas mesas dispuestas en torno de los vinos, que sugieren que el espacio se transforma. Y eso sucede los jueves y viernes por la noche, cuando Señor González abre para recibir vecinos y habitúes en búsqueda de la picada de la casa ($350 para dos, $670 para cuatro). Se recomienda reservar, ya que las plazas son pocas y la demanda alta.

La tabla llega a la mesa rebosante de salames, sopresata, jamón crudo, además de una sucesión de platitos preparados por la dueña de casa: alcauciles, porotos condimentados, mejillones en escabeche y un largo etcétera. Si bien se anuncia para dos personas, pican tres con tranquilidad.

Para acompañar, si bien se pueden optar algunas de las cervezas importadas o las nacionales artesanales, es una buena oportunidad para elegir una botella de vino al mismo precio de la vinería diurna, con apenas un recargo de $30 por el descorche. Y un dato no menor, que puede salvar una noche en el último minuto: los jueves y viernes, cuando el local está abierto para picadas, también sigue abierta la venta de mostrador. Lugar ideal donde comprar un vino y alguna cosita para picar cuando ya todas las góndolas del barrio están cerradas. 

Sea para comer dentro o para llevar, el Señor Gonzáles es un tipo que cae muy bien. 

Señor González queda en Carlos Calvo 4289. Teléfono: 4926-2047. Horario de atención: lunes, martes y miércoles de 10 a 13 y de 16 a 21; jueves y viernes de 10 a 13 y de 18 a 24; sábados de 10 a 21:30.