El Ballet del Sur es una de las pocas compañías estables del país. Como el Ballet del Teatro Colón y el del Teatro Argentino de La Plata, también es público. Surgió en 1956 y en 1961 fue oficializado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires. No tiene una sede propia: funciona en el Teatro Municipal de Bahía Blanca, que depende del gobierno municipal y que alberga a otros cuerpos. Pagliero subrayó una y otra vez el nivel, el compromiso y la dedicación de sus integrantes (de varias nacionalidades), cualidades que suplen las carencias. “El año pasado no había, por ejemplo, un espejo, algo básico para cualquier bailarín”, asegura Ludmila. El director artístico es el uruguayo Ricardo Alfonso y, desde 2015, su asistente y maestro de baile de la compañía es el francés Bernard Courtot, un reconocido bailarín y coreógrafo que trabajó en Rusia, Dinamarca, Reino Unido, Estados Unidos y Chile. El Ballet del Sur tiene además la particularidad de realizar algunas producciones mixtas, junto a instituciones privadas como la Asociación Arte y Cultura, que dirige Juan Lavagna. Así fue como el año pasado trabajaron por primera vez con Ludmila Pagliero, y con otra argentina que triunfó afuera, Marianela Núñez, primera bailarina del Royal Ballet de Londres.