“Mi papá nos hacía mierda literal, un cachetazo no era nada, nos pegaba patadas en la cabeza en el piso, nos tiraba cosas. En esa época - yo nací en el 67 - nadie se metía. Mi papá me pegaba por la calle y nadie se metía. Tengo recuerdos de muy chica de que una pelotudez como comer dentífrico para él era tremendo y nos agarraba de los pelos.”

Poli tiene 55 años, desde los siete hasta los 21 fue bailarina clásica, luego entrenadora de alto rendimiento. A lo largo de su vida intentó suicidarse cuatro veces. Algunas fueron planeadas, otras una pulsión fugaz. Su infancia y adolescencia estuvo marcada por una violencia atroz que ejerció su padre hacia ella, sus hermanas y su madre, con excepción de su hermano.

Su paso por la danza no ayudó. “Llegué a bailar con Julio Boca pero nunca fui de las que más me destacaba. Fue horrible, la película “El Cisne negro” es un poroto al lado de lo que es el mundo de la danza y yo era todo lo contrario a lo que necesitas para estar en ese lugar. Soy cero competitiva e hipersensible, mi mamá quería ser bailarina, entonces yo tenía que cumplir su sueño, no lo elegí. Era todo muy violento, no sé cómo estará ahora.”

Como sus xadres trabajaban todo el día, Poli pasó a ser la que se encargaba de todo y a la que siempre recurrían. Crió a sus dos hermanxs, aun siendo la del medio, su hermana mayor nació sietemesina y eso la ubicó en un lugar de debilidad, mientras que a ella se le prestó poca atención, cuenta.

En esta nota no vas a encontrar la opinión de especialistas o profesionales de la psiquiatría, en esta nota la única voz que importa es la de la persona que vivió y vive en carne propia cada día de su vida con una tendencia suicida ¿por qué las voces de las personas con diagnósticos de salud mental no son valoradas? ¿por qué no se tiene en cuenta las concepciones del mundo de aquellxs que experimentan eso que es señalado como locura o patología?

“Creo que la salud mental está mal pensada" 

"Cuando estuve internada me dopaban, me daban valium tres veces por día, medicación que no necesitaba. Acompañar a personas que están deprimidas o que son suicidas no es para que no se sientan discriminadas o maltratadas, porque en la sociedad en la que vivimos se van a sentir así igual, eso sucede. Lo que se necesita es alguien que de verdad comprenda lo que sentís, que veas que tiene empatía con tus sentimientos y te avala. A la sociedad le faltan muchos años para comprender un montón de cosas. Por supuesto que todas las emociones son válidas, el tema es que haces con esas emociones, si destruís o construís. El aval de la emoción, el permiso de sentir lo que sentís sin hundirte ni quedarte en la melancolía y realizar una acción opuesta que te sume, mimarte o hacer lo que vos vas sabiendo que te vas a sumar, ahí está la llave.”

Mientras la psiquiatría hegemónica continúa habilitando a unxs y censurando a otrxs, poder contar cómo transitan sus experiencias dentro y fuera del sistema médico en primera persona puede convertirse en una especie de refugio donde muchxs se sientan menos solxs y puedan también producir su propio saber. De eso trata el lema político “Nada sobre nosotres sin nosotres”, tal como nos enseñó el movimiento de personas con discapacidad, idea que retoma el movimiento de Orgullo Loco y que reivindica las voces y los derechos de usuarixs, ex usuarixs y supervivientes de los servicios de salud mental.

“Yo escuchaba el silbido de mi papá y me daban palpitaciones, lo llamaban ‘el loco’, si había alguien que daba miedo era él. Cuando el cerebro de un niño se conforma en un ámbito donde no tenés seguridad, que no es justamente un hogar, es decir, un lugar a donde podes recurrir, cuando el mundo te es hostil, o estas en un lugar donde sabes que no te sentís protegida, cuando creces en un lugar con maltrato físico, verbal y de todo tipo, las áreas cerebrales pueden no desarrollarse correctamente. Los primeros cinco años de vida son fundamentales y si en esos cinco años no tuviste estabilidad, protección, confianza, equilibrio es como querer construir un edificio sobre un cimiento de barro, con la terapia le colocas andamios, lo sostenes de un costado, del otro, le pones un soporte pero el edificio sigue sobre barro ¿Se entiende? Esto es lo mismo, por eso me parece tan importante la relación que hay con la violencia de género. Mi papá me pegaba a mí, a mi mamá y a mi hermana pero a mi hermano no lo tocaba, jamás le pegó. Cada uno de nosotros salió con dolores, carencias y traumas diferentes. Para mi hermano era muy violento ver que a nosotras nos hacía mierda y a su vez a él no le pegaba.”

Secuelas de la violencia machista

A los 30 años Poli recurrió a una psicóloga luego de separarse, alarmada porque el hijo  le confesó que se sentía inseguro ante la ausencia paterna en el hogar, empezar terapia fue una manera de encontrar herramientas para acompañarlo. En una de esas sesiones contó al pasar una situación violenta que sufrió de parte de su padre cuando era pequeña. Su terapeuta indagó más y a partir de ese momento logró verbalizar una catarata de violencias que había padecido y que hasta ese momento, tal vez, como mecanismo de autodefensa había olvidado o callado, incluso tampoco lo había hablado con sus amigas.

La definición que le dio su psicóloga de su vida familiar fue: “Lo que hacían con vos era macabro”, nunca olvidó ese momento. “Se que mi mamá fue también una víctima pero ella tenía un mecanismo, cuando mi papá nos fajaba, venía y nos decía ‘papito es bueno, lo tienen que querer, él lo hace por su bien’ y ahí nosotras teníamos que darle un beso y decirle te quiero. Era muy enloquecedor todo, nos hacía mierda, pero además le teníamos que agradecer. Creo que de chica lo que me salvó fueron los libros. Algo que me hizo bien fue el amor por la lectura que me inculcó mi papá. Recuerdo que cuando tenía 14 años y no quería ir a mi casa, me iba a la biblioteca del Congreso porque no tenía un mango y me quedaba toda la tarde hasta la noche ahí”, cuenta.

Cuando Poli ingresó en el sistema de salud mental tuvo varios diagnósticos: despersonalización, trastorno límite de la personalidad, síndrome de burnout, ansiedad crónica, entre otros. Se puso a estudiar, leyó y fue entendiendo que mucho de lo que le pasaba era consecuencia de haber vivido una infancia signada por la violencia. “Yo sabía que esa violencia no era normal porque cuando salía del colegio me quedaba en la casa de una amiga hasta la noche que me pasaba a buscar mi mamá o mi papá. Rogaba que nunca pasaran porque veía que había una familia diferente y quería quedarme a vivir ahí. Mi madre era una mujer absolutamente ausente, trabajaba todo el día, no estaba, más bien elegía no estar, unos años después descubrí que era por el pánico que le daba mi papá, por la violencia de género que ella sufría.”

Una tregua

En 2002 Poli conoció a Ariel Alejandro Spett, su actual marido y compañero de vida. Ariel es óptico contactólogo y lleva adelante Optica Tankel desde hace 35 años, tres años después se casaron y en 2012 Poli se sumó a Tankel desde donde pudo forjar una red solidaria que buscaba hacía tiempo atrás. “Esto de buscar algún lugar donde colaborar estuvo siempre en mí. Empecé a colaborar con refugios de animales y después lo hice con un barrio que quedaba cerca de mi casa. Mi objetivo era llegar a la villa donde nací, en el Bajo Flores, que en ese momento se llamaba Presidente Rivadavia, y lo logré”, cuenta Poli. A cada persona que compra un anteojo se le pide que al retiro lleve una donación para el barrio y una vez por semana Poli y Ariel juntan las donaciones y se encargan de llevarlas.

“Blanquita, que es una de las tres señoras del barrio que organiza el espacio, me va diciendo lo que necesitan, es un comedor donde sirven una comida por día y después reparten las donaciones que juntamos: ropa, útiles escolares, juguetes, todo en buen estado, por supuesto. Así se fue corriendo la bola y la misma gente que traía donaciones le fue avisando a otra y ahora hay vecinos que, por ejemplo, trabajan con determinadas cosas, como artículos de limpieza y donan siempre. Soy una persona que me pega mucho el dolor, no lo puedo evitar y en esto encontré un mecanismo para sanar las dolencias que traigo arraigadas de toda la vida.”

Poli sumó otra idea solidaria a Tankel, durante el gobierno de Mauricio Macri reservó un stock de gafas a precio de costo, armazones con estilo y de muy buena calidad. No eran de esos lentes feúchos que suelen reservar la mayorías de las ópticas para las coberturas de la prepaga o la obra social. Son lentes bonitos a precios populares, los llamaron “gafas crisis” que hoy también las podes encontrar a muy bajo costo.

Volviendo a su experiencia en el sistema de salud mental, Poli reconoce que le fueron de gran ayuda las técnicas conductuales creadas por la psicóloga estadounidense Marsha Linehan: “Marsha era suicida y hacía todo lo posible por matarse porque no encontraba en el sistema de salud nada que le ayudara, de joven estuvo internada y mal diagnosticada, luego se da cuenta que las enfermeras y los médicos no atendían bien. Salió y se puso a estudiar, es una mujer que estuvo en ese abismo, lo vivió en carne propia y creó un manual que es muy operativo y práctico. Primero estuvo pensado para ayudar a los suicidas y después se dieron cuenta que funcionaba para gente con depresión, te da herramientas bien prácticas que es lo que no te da el psicoanálisis lacaniano." 

Poli destaca la necesidad de valorar las voces de quienes fueron diagnosticadas y muchas veces patologizadas dentro de un discurso médico que no reconoce errores ni genera autocríticas: "Creo que las personas que verdaderamente están capacitadas para tratar la salud mental de otras son las personas que vivieron eso que intentan sanar. Y es importante derribar algunos mitos, ser suicida no conlleva necesariamente a estar deprimida, yo nunca estuve deprimida, por ejemplo, a mí me ves siempre regia, laburando y las personas que no me conocen ni en pedo piensan que me voy a matar. Creo que lo que más te sostiene son los vínculos, vínculos sólidos y sanos. Por ahora el mecanismo que encontré cuando empiezo a sentirme vulnerable es preservarme con cosas que me hagan bien para contrarrestar, pero así como te digo esto, dentro de unos meses, puedo tener otro intento de suicidio. Es importante tener al lado a alguien de mucha confianza, que crea en vos y esa persona esté sólida en ese momento cuando vos pedís ayuda, eso es clave.”