La confirmación de la Argentina primero y ahora de Brasil de reincorporarse a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) se convierte en una señal clara y contundente de la decisión de otorgarle nuevamente un rol protagónico y autónomo a la región. Mucho más si se considera la crisis mundial generada por la pandemia, que desestabilizó el sistema económico, y que se agudizó con la guerra en Ucrania. En esa línea, el fortalecimiento de este grupo regional sirve como garante de la paz en el subcontinente, pero sobre todo la posiciona ante las tensiones que generan las inversiones de China y Rusia en la zona con los Estados Unidos y Europa. Este camino que se reabre deja atrás el estancamiento que provocaron los gobiernos liberales que predominaron a partir de 2015, más afines a los preceptos de la Casa Blanca. En ese sentido, el presidente Lula da Silva escribió: "Orgullo de ser sudamericano", luego de dar a conocer el decreto que oficializa el retorno brasileño a la Unasur. "Regresamos juntos para fortalecer con decisión la unidad regional", se sumó Alberto Fernández poco después.

“Recuperar una realidad que nunca debió ser interrumpida”, fue la definición que en su momento dio el asesor internacional de Lula, Celso Amorín poco antes de que el presidente brasileño diera a conocer el decreto de regreso. Este instrumento anula la decisión del entonces presidente Jair Bolsonaro, quien en abril de 2019 sacó a Brasil de este grupo regional en línea con la decisión que había tomado Mauricio Macri en ese mismo mes.

Según el decreto el retorno de Brasil se efectivizará el próximo 6 de mayo pero Lula planea hacerla efectiva durante una cumbre de jefes de Estado de la región que se llevará a cabo en Brasilia a finales de mayo próximo.

El anuncio de Lula es parte de sus promesas de campaña previstas para los primeros cien días de gobierno, los más importantes de cada gestión, dicen. Junto a la Argentina le darán nuevamente oxígeno a una organización de la que por ahora sólo estaban formalmente Venezuela, Bolivia, Bolivia, Guyana, Surinam y Perú, que está suspendido.

"Vuelve la esperanza", dijo Ernesto Samper, el expresidente colombiano que terminó siendo en los papeles el último secretario general de la Unasur. Durante los días de la reunión del Grupo de Puebla en el marco de Encuentro Internacional de Derechos Humanos que se realizó en Buenos Aire, se comentó que el colombiano podría volver a ocupar ese cargo.

La tarea es mucha. Lo primero es recuperar países miembros, por caso Colombia que con el gobierno de Gustavo Petro no debería resultar un camino empinado. Difícil es Ecuador porque Lénin Moreno fue quien sacó al país de la Unasur y el banquero Guillermo Lasso, el actual presidente, piensa parecido a su antecesor.

Samper de todas maneras aplaudió la decisión de los países más importantes del Cono Sur. "Celebro los anuncios de reincorporación de Argentina y Brasil a Unasur que devuelven la esperanza de volver a trabajar juntos por temas comunes de la región como la transición ecológica, la soberanía alimentaria o la inteligencia artificial. Gracias Presidentes Lula y Fernández", escribió en su cuenta de Twitter.

Este jueves que pasó fue la Argentina la que informó su retorno. “El regreso de la Argentina a la Unasur le suma al país una opción integradora que no es excluyente de ninguna otra”, resalta la misiva que la cancillería argentina dirigió a los países que integran el bloque. Para el gobierno, agrega la carta, “es crucial toda instancia que agregue poder de decisión nacional y consolidación de una región cada vez más integrada, con mayor comercio intrazona y mejores niveles de cooperación”.

El origen

La Unasur fue ideada en 2004 y creada en mayo de 2008, durante la segunda presidencia de Lula. Tanto él como Néstor Kirchner (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela) y Evo Morales (Bolivia) fueron los principales gestores de ese espacio político, económico, social y cultural.

"En 2010, la unión estaba compuesta por los 12 estados sudamericanos y contaba con una población de casi 400 millones de habitantes. Desde entonces, algunos países se han retirado, principalmente por desacuerdos políticos", recordó la Cancillería brasileña en un comunicado.

La Unasur tuvo una corta actividad pero intensa y con logros importantes. Por caso, a finales de 2007, con el entonces expresidente Néstor Kirchner a la cabeza, se realizó lo que se conoció como la "Operación Emanuel" y que no era otra que negociar con el ultraderechista presidente de Colombia, Alvaro Uribe, para que permita la liberación del niño Emanuel, hijo de Clara Rojas que junto a ella estaba en manos de las FARC. Esa acción representó el embrión de lo que luego se transformaría en la Unasur y donde Kirchner se convertiría en su primer secretario general.

Néstor Kirchner en la Operación Emanuel, diciembre de 2007 (Foto: Felipe Yapur)

Otro de los casos resonantes donde tuvo activa participación la Unasur fue en agosto de 2008 frenó los intentos secesionistas bolivianos de Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Chuquisaca quienes intentaron derrocar a Evo Morales. Luego defendieron la democracia en Honduras y repudiaron el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en junio de 2009.

En agosto de 2010 también medió en el conflicto que desató Uribe contra Venezuela al denunciar la supuesta presencia de las FARC en territorio venezolano. En septiembre de ese mismo año fue el intento de golpe contra Correa en Ecuador. Kirchner, como secretario general de la Unasur repudió la asonada, el secuestro de Correa y se instruyó a los cancilleres a viajar a Quito para respaldar al presidente.

La buena noticia que representa para la unidad regional no está exenta de peligros. Unasur tambaleó cuando cambiaron los signos políticos de los gobiernos de los principales socios que rápidamente se alinearon con el armado que gestó el gobierno de Donald Trump a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) y que se tradujo en el ahora desaparecido Grupo de Lima, cuyo único objetivo era hacer caer el gobierno constitucional de Nicolás Maduro en Venezuela. Ese grupo terminó siendo un fracaso pero buscaba darle carnadura principalmente a la política de aislamiento y bloqueo a Venezuela, tal como lo dictaba el gobierno de los Estados Unidos.