¿Cuál fue la posición de Freud y de Lacan analista frente a los fenómenos sociales? Ni uno ni otro se mostraron indiferentes frente al devenir de la historia, ya que por el contrario gustaron profundizar en la exegesis de su tiempo. Fue el análisis de esos fenómenos aquello que primó, vale como ejemplo una de las intervenciones de Freud acerca del comunismo en los años 30. Tomaré aquí la originalidad de su planteo basado fundamentalmente en el psicoanálisis.

Para Lacan el goce no es transitivo ni recíproco, siendo incluso heterogéneo al propio sujeto y Freud se mostró escéptico respecto al comunismo, diciendo que, aunque los sujetos tuviesen los bienes comunes, la envidia, los celos, el deseo y la malevolencia quebrarían ese supuesto paraíso de equidad. Es más que interesante el argumento esgrimido por el creador del psicoanálisis[1] cuando aclara que no es de su incumbencia la crítica económica al sistema comunista, ya que él no puede indagar si la abolición de la propiedad privada sería buena y ventajosa. Sí puede decir que su premisa psicológica es “una vana ilusión” ya que cancelando la propiedad privada no se eliminarían cuestiones relativas al goce, la agresión, el apetito de posesión etc. Su intervención no es partidaria sino psicoanalítica.

Freud se expresa con cautela respecto a las premisas económicas marxistas, confiesa no comprender sus aseveraciones materialistas ya que ve en ellas un precipitado del proceso dialéctico hegeliano que le resulta oscuro. Tal vez no advierte que el psicoanálisis es también materialista, si entendemos por materialismo la definición de Lenin como lo que está fuera de la conciencia. La desconfianza freudiana se acompaña de ciertas vacilaciones frente a un terreno que no conoce, pero lo que sí ataca con certeza es la cosmovisión del mundo que tal sistema pretende y la unidireccionalidad de sus postulados.

En la 35 Conferencia, Freud encara el tema cuestionando fundamentalmente al marxismo como cosmovisión y rechazando todo aquello que se pretenda como tal. De entrada nos dice que “cosmovisión” ( weltanschauung) es un concepto específicamente alemán. Es necesario que nos retrotraigamos a los años 30 para entender la vigencia de las cosmovisiones, en particular en el nazismo. El nacionalsocialismo era mucho más que un movimiento político. Los líderes nazis que llegaron al poder en enero de 1933 deseaban algo más que obtener autoridad política, revisar el Tratado de Versalles, y recuperar y expandir las tierras perdidas después de la humillante derrota en la Primera Guerra Mundial. También querían cambiar el panorama cultural: devolver al país los tradicionales valores “alemanes” y “nórdicos”; suprimir o restringir las influencias judías, “extranjeras” y “degeneradas”; y formar una comunidad racial (“Volksgemeinschaft”) alineada con los ideales nazis. Un papel importante de la cultura era la difusión de la cosmovisión nazi. Una de las primeras tareas que realizaron sus líderes cuando llegaron al poder a principios de 1933 fue una sincronización (Gleichschaltung) de todas las organizaciones profesionales y sociales con la ideología y la política nazis. La filosofía pasó al silencio para ser sustituida por la “cosmovisión”.[2]

Freud también encuentra una cosmovisión del mundo en el marxismo, aunque nunca confundió el comunismo con el nazismo, su crítica de Freud comunismo se centra en un solo aspecto y es el que para él le compete al psicoanálisis:

“Pero no puede admitirse que los motivos económicos sean los únicos que presiden la conducta de los hombres dentro de la sociedad. Ya el hecho indubitable de que diversas personas, razas, pueblos, se comporten de manera diferente bajo idénticas condiciones económicas excluye el impero exclusivo de los factores económicos. No se entiende cómo se podrían omitir factores psicológicos... [3].

De todas formas, considero personalmente que el ataque de Freud al marxismo es parcial ya que, por ejemplo, obvia la excelente descripción que hace Marx del dinero con todas sus implicancias psicoanalíticas. En la sección del Tercer manuscrito consagrada al dinero --si se quiere, prehistoria del Capital-- Marx describe en forma expresiva la trascendencia del mismo, así como también su negatividad, en el marco, claro está, del humanismo feuerbachiano. “El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse de todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia; vale pues como ser omnipotente (...) Lo que mediante el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo (...) Lo que soy y lo que puedo no está determinado.

La crítica de Freud se centra tanto en la exclusiva determinación económica como en la ilusión del nacimiento del nuevo hombre en la que encuentra la herencia religiosa de la Biblia y del Corán[4]. En tal esperanza vislumbra en el marxismo más idealismo que materialismo:

“Y si bien el marxismo práctico ha desarraigado implacablemente todos los sistemas e ilusiones idealistas, él mismo ha desarrollado ilusiones no menos cuestionables e indemostrables que las anteriores. Espera alterar la naturaleza humana en el curso de unas pocas generaciones, de suerte de establecer una convivencia casi sin fricciones entre los seres humanos de la nueva sociedad, y conseguir que ellos asuman las tareas del trabajo libres de toda compulsión”[5].

Cabe considerar al enfoque neoliberal como la actual cosmovisión de nuestros días, peligrosa e imperceptible. Se impone como pensamiento único y como señala Aníbal Leserre opera cual hidra neoliberal, monstruo que multiplica sus cabezas en la medida que pierde alguna, crece y se alimenta de su propia pérdida, se consuma y se consume expandiéndose por doquier. El enfoque neoliberal, además de contar con un conjunto de recetas económicas, sostiene una cosmovisión del mundo que inviste pretensiones de universalidad. Es decir, para alcanzar el éxito, la concepción neoliberal se impone, a la manera de “pensamiento único”. Gran parte del éxito del ideario del “mundo globalizado” se debe a la capacidad que este posee de hacer que los sujetos, inclusive aquellos perjudicados en mayor medida por el sistema, compartan los supuestos que se desprenden del mismo, que los hagan propios. La base consiste en tomar al ser humano como ser económico, se trata --como afirma Aníbal Leserre[6]-- de producir una relación del sujeto individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo mismo, en definitiva un sujeto como capital humano. Tal concepción fue magistralmente anticipada por Heidegger[7] cuando se refirió al modo de hablar corriente de “material humano”. ¿Tal vaciamiento de la singularidad no es acaso lo que propicia esa necesidad imperiosa por afirmar la identidad dada por los movimientos actuales?

Silvia Ons es analista miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Escritora.


Notas:

[1] Freud, S. ( 1990): “El malestar en la cultura”, Obras completas, Bs. As., Amorrortu Editores T XXV , Págs. 109-110 ( trad.:José Etcheverry)

[2] Para el filósofo, en general, filosofar es pensar sistemáticamente y es esto lo que el nacionalsocialista rechaza. En este régimen la palabra “sistema” es mal vista y se prefiere a odas luces la palabra “ organización”, toda situación y manifestación de la vida debe ser abarcada por su red. Véase al respecto el libro de Víctor Klemperer ( 2007): La lengua del tercer Reich Barcelona, Editorial Minúscula.

[3] Freud, S., (1989): “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” “35 Conferencia. En torno de una cosmovisión” Ob.cit., T XXI, Pág. 165.

[4] De todas formas, considero personalmente que el ataque de Freud al marxismo es parcial ya que, por ejemplo obvia la excelente descripción que hace Marx del dinero con todas sus implicancias psicoanalíticas. En la sección del Tercer manuscrito consagrada al dinero -si se quiere, prehistoria del Capital- Marx describe en forma expresiva la trascendencia del mismo, así como también su negatividad, en el marco, claro está, del humanismo feuerbachiano. “El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse de todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia; vale pues como ser omnipotente (...) Lo que mediante el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo (...) Lo que soy y lo que puedo no está determinado

[5] Freud, S., Ibíd, Pág.166

[6] Leserre,A.,(2019) La hidra neoliberal ,Bs. As., Grama

[7] Heidegger,M., ( 1999) “La pregunta por la técnica” en Conferencia y artículos, Barcelona, Odos