El anuncio de la serie biográfica de Carlos Menem que protagonizará Leonardo Sbaraglia pone de manifiesto la escasa producción de ficciones sobre figuras históricas en la Argentina. La TV y el cine de Estados Unidos se nutrieron de las vidas de presidentes, y en esta parte del mundo lo único que se consideró atractivo de llevar a la pantalla ha sido la relación de Juan Domingo Perón y Eva Duarte.

Eva Perón de Juan Carlos Desanzo, filmada en 1996, es uno de los primeros casos de biopic argentina sobre figuras históricas contemporáneas. Más atrás en el tiempo están algunas experiencias en cine (Su mejor alumno, de Lucas Demare, estrenada en 1944, con Enrique Muiño como Sarmiento; y el Juan Manuel de Rosas de Manuel Antín, de 1972, que protagonizó Rodolfo Bebán, además de la exitosa El santo de la espada de Leopoldo Torre Nilsson, con Alfredo Alcón en el rol de San Martín, en 1970).

Esther Goris como Evita y Víctor Laplace como Perón fueron, en alguna medida, la respuesta a la Evita de Alan Parker. La diferencia es sustancial. La película con Madonna es un musical que distorsiona la vida de Eva. El guión de Feinmann pone el foco en el renunciamiento y la agonía y muerte de Evita, con la posibilidad de mostrar a buena parte de la galería de personajes del primer peronismo, como Cooke, Discépolo, Apold y Paco Jamandreu. 

Un año más tarde, Desanzo reincidió en el rubro biopic con Hasta la victoria siempre, centrada en el Che Guevara, con Alfredo Vasco como protagonista. El Che joven tendría su retrato en Diarios de motocicleta (2004), en la piel de Gael García Bernal, junto a Rodrigo de la Serna como su amigo Alberto Granado. 

El peronismo como fuente

Sin embargo, el modelo vigente en los 90, y que se agotó en esa sola experiencia, fue el de Sin condena. El ciclo de Rodolfo Ledo se vio en Canal 9 en 1994 y ficcionalizó hechos policiales (el caso Bulacio, Robledo Puch, etcétera) con figuras históricas. Así, Gerardo Romano fue el Che. 

El mayor material lo ofrece el peronismo. Ya en 1984, una joven Flavia Palmiero hizo de una joven Eva Duarte en Evita, quien quiera oir que oiga. Cecilia Cenci fue la Eva de Leonardo Favio en Gatica, el Mono (tal vez, la gran biopic que dio el cine argentino) con Armando Capó como Perón, en 1993. Una década antes, Capó había hecho de un matón de la derecha peronista en No habrá más penas ni olvido y tenía en su haber algo que le contó a Favio: era afiliado al Partido Comunista. El director soltó la carcajada. 

Laura Novoa fue Eva en ¡Ay, Juancito! de Héctor Olivera, en 2004. Al General lo personificó Jorge Marrale. Norma Aleandro fue doña Juana, la madre de Eva y Juan (Adrián Navarro), mientras Alejandro Awada tomó el rol de Héctor Cámpora.

Olivera retomó la línea biográfica en 2010 con El mural, en la que Luis Machín hizo de Natalio Botana y Ana Celentano el de la esposa del dueño de Crítica, Salvadora Medina Onrubia. Carla Peterson como Blanca Luz Brum y Bruno Bichir como David Alfaro Siqueiros completaron el elenco de la historia centrada en el mural que se pintó en Don Torcuato

Al año siguiente se estrenó Juan y Eva de Paula de Luque, que recrea el ascenso al poder de Perón (Osmar Núñez), con Eva corporizada en Julieta Díaz. Más cerca en el tiempo se pudo ver Santa Evita, basada en la novela de Tomás Eloy Martínez, con Natalia Oreiro y Darío Grandinetti como Evita y Perón. 

El cine y la TV pusieron el foco en Carlos Monzon, Ringo Bonavena, Carlos Robledo Puch, el clan Puccio, Diego Maradona, Fito Páez, entre otros, pero la exploración de figuras recientes desde la ficción. A la biopic de Menem se suma Diciembre 2001, también de próxima aparición. Jean Pierre Noher compone a Fernando de la Rúa y desfilan los protagonistas de la gran crisis en un gran elenco: Luis Luque (Chrystian Colombo),  Luis Machín (Domingo Cavallo), César Troncoso (Eduardo Duhalde), Fernán Mirás (Carlos "Chacho" Álvarez), Jorge Suárez (Adolfo Rodríguez Saá) y Manuel Callau (Raúl Alfonsín).

Sin embargo, hay todavía un gran terreno para explorar. Por ejemplo: la Libertadora, el gobierno de Arturo Illia y su derrocamiento, el Cordobazo, el secuestro de Aramburu, la primavera camporista, Semana Santa de 1987. Argentina, 1985 quizás haya abierto un camino a la hora de tocar esos temas. 

Malvinas aparece en Los chicos de la guerra de Bebe Kamín (uno de los títulos clave del cine de post-dictadura, en 1984) y en Iluminados por el fuego (Tristán Bauer, 2005), aunque son historias sobre los soldados y no sobre Galtieri (al modo de cómo se relata la guerra desde la perspectiva inglesa en La dama de hierro).

Biopics en otros países

Así las cosas, es una tradición escasa en comparación a otras latitudes. Estados Unidos ofrece una gran cantidad de material biográfico en cine y TV. La Segunda Guerra es un filón inagotable, tanto como las biografías de presidentes. John Kennedy es tal vez el más biografiado, tanto en la pantalla chica como en la grande. Bruce Greenwood hizo de JFK en 13 días, sobre la crisis de los misiles, y después fue Robert McNamara, el secretario de Defensa del presidente asesinado, en The Post. A su vez, el protagonista de 13 días fue Kevin Costner, que había actuado como el fiscal Jim Garrison en JFK, sobre la investigación del magnicidio de Dallas.

Nixon de Oliver Stone tuvo a Anthony Hopkins como protagonista. El director reincidiría luego con W., con Josh Brolin como George W. Bush. La biopic del único presidente que debió renunciar en la Casa Blanca se inscribe en la tradición de films sobre Watergate, que abrió Todos los hombres del presidente (1976). Más cerca en el tiempo se vieron The Post y la biopic de Mark Felt, el número dos del FBI que se convirtió en la principal fuente de Carl Bernstein y Bob Woodward: Garganta profunda. 

A nivel iberoamericano, España ha ofrecido series y películas sobre la Guerra Civil y el franquismo, e incluso producciones sobre el enigmático intento de golpe del 23 de febrero de 1981, cuando Antonio Tejero secuestró a todo el Parlamento y quedó la sospecha de si hubo más implicados en altas esferas.

Más cerca, el director chileno Miguel Littín, que debió exiliarse durante la dictadura pinochetista, filmó Allende en su laberinto, en 2014. A la fecha, es su último opus, y el tema es el golpe militar de 1973 desde los ojos del presidente socialista. 

De momento, los presidentes argentinos, sacando a Perón en la ficción, han sido temas de documentales. Nñestor Kirchner tuvo las versiones de Paula de Luque y Adrián Caetano; mientras que Raúl Alfonsín fue el tema de la película de Juan Baldana y Cristian Rémoli, La democracia desde adentro. Ahora le toca a Menem desde la ficción.