En las últimas horas, la Justicia Comercial rechazó el pedido de concurso preventivo de la empresa de préstamos por internet Wenance, que suma así un nuevo revés judicial, mientras los tomadores de créditos empiezan a contar las hsitorias que los llevaron a iniciar las primeras acciones contra la fintech por estafa y usura. 

Wenance se dedicaba a prestar dinero a sectores no bancarizados o sub bancarizados, generalmente trabajadores acuciados. Tomaba dinero y lo prestaba, pero al ser una empresa digital, no tenía los mismos controles del banco Central de la República Argentina (BCRA) que un banco tradicional. En ese bache regulatorio radica buena parte de la explicación.

Wenance tiene abierto un proceso comercial y uno penal, en el que intervienen el juez Alberto Baños y la fiscal Mónica Cuñaro. Por la causa penal, sus directivos, Alejandro MuszakSantiago Hardie, Gustavo Molas y Paola Vallone tienen prohibido salir del país. Ahora se sumarán las demandas civiles y penales de los inversores cuyo dinero "se evaporó". Esto pudo ocurrir porque las fintech, a diferencia de los bancos tradicionales, no están íntegramente reguladas por el BCRA: apenas si este les audita las tasas de interés. Cuando un banco quiebra o tiene denuncias por estafa como la empresa de Muszak, el BCRA toma el control de las operaciones. No sucede en este caso. 

Técnicamente, las empresas como Wenance son "proveedoras de servicios de créditos", tienen menos regulaciones y normas de transparencia y manejan volúmenes considerablemente menores. Wenance, también en esto, era la excepción. Creció tanto que más de una vez Muszak intentó comprar un banco. Desistió cuando comprendió que su historial personal, tras casi tres décadas dedicado a las finanzas, entre mutuales, cooperativas y cuevas, era un escollo insalvable para el directorio del BCRA. 

Su crecimiento  llamaba la atención aún entre sus pares de la cámara de empresas fintech. Su caída, en ese mismo ámbito, ahora genera  preocupación porque las consecuencias para el sector en su  conjunto son impredecibles. Pero no hay no sorpresa. Titulares de empresas similares señalan que Muszak "acelera en todas las curvas, a veces va por la banquina, a veces por el pasto". ¿Qué significa, en este caso en el rubro particular en el que los empresarios se desenvuelven?  Pagar tasas del 3 o 4 mensual en dólares. 

Expertos consultados sostienen que buena parte de lo que Muszak operaba tenía origen "oscuro", por lo que parte de sus inversores optarán por no reclamar en la Justicia. Ahora, la suerte de Muszak depende de la insistencia y estrategia jurídica de los inversores en blanco, que ya se reúnen a través de las redes sociales.

Denunciantes

Están tan preocupados y atemorizados, que apenas aceptan dar su testimonio bajo estricta reserva de identidad. Una acepta dar sus iniciales. Otro apenas la de su nombre. Los más todavía prefieren no hablar con la prensa: no saben cómo, pero creen que eso podría complicar su situación, a pesar de ser ellos víctimas y querellantes ante la Justicia.

C.A, trabaja como enfermera en un hospital público del sur del conurbano. Se levanta todos los días a las 5 para ir a su trabajo. Su calvario con Wenance, cuenta, comenzó durante la pandemia de coronavirus, en el invierno de 2020. Carmen es mamá de un hijo con lupus, una enfermedad autoinmune, rara, infrecuente, en la que el propio organismo ataca órganos sanos. Entre otros síntomas, provoca dolores musculares, fiebre, erupciones rojas en la piel, dolor en el pecho al respirar y pérdida de cabello. El tratamiento de esta enfermedad se basa en medicamentos inmunosupresores, que son muy caros.

Cuenta a BuenosAires/12: “La obra social los cubre, pero durante la pandemia empezamos a necesitar más de los que nos daban. Entonces vi en internet la posibilidad de sacar un préstamo de 50 mil pesos. Terminé devolviendo más de 200 mil, cuatro veces lo que me prestaron. Llegaron, más de una vez, en plena pandemia, a chuparme el sueldo entero, o a debitar dos veces la cuota en un mismo mes. Yo reclamaba, decían que era un error, que ya lo iban a resolver, pero nada. En esos meses que me sacaban todo el sueldo, una vez mi hermana me prestó plata. También se llevaron eso”.

En ese contexto, siendo enfermera, es decir personal esencial, con una tarea de alto riesgo, C.A. se contagió de coronavirus, un año antes de que llegaron las primeras vacunas. “No tengo dudas de que el estrés que pasé me hizo bajar las defensas”, concluye.

¿Cómo se resolvió? C.A. le planteó su drama al hospital que la emplea y juntos decidieron abrir otra cuenta donde depositar sus haberes, a salvo de Wenance. No pudieron sacarle más nada, pero no por eso se rinden: “Todavía hoy recibo mails y mensajes de Whatsapp y SMS intimidatorios, siempre desde números y casillas distintas. Me reclaman más dinero, me amenazan con embargos. Un día me cansé, fui a la justicia y los denuncié por estafa. Ahí descubrí que somos muchos, muchísimos”. Agrega que “nunca respetaron el monto de cuota acordado y nunca tuve una dirección física para ir a reclamar, no dan la cara”.

F. aún no se decidió a hacer la denuncia. Trabajó en Wenance como oficial de cuentas los últimos años. Su tarea consistía en captar inversores y asesorarlos. En caso de que quisieran retirarse, intentar retenerlos con mejores condiciones. Es uno de los más de 200 empleados que el mes pasado recibió una notificación de despido, en la que además le informaban que cobraría su liquidación “cuando la empresa dispusiera de fondos”.

Ahora están en conciliación obligatoria, gracias a una gestión del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC), y tienen fijada nueva audiencia entre las partes para la semana que viene. Pero el desempleo es apenas uno de los problemas que debe enfrentar F. 

Los rendimientos de las inversiones de Wenance eran tan tentadores, tan superiores a la media del mercado, que F. empezó a confiarle también sus ahorros. Como los resultados seguían siendo positivos, F decidió tentar a sus familiares y allegados y proponerles el mismo negocio. Como consecuencia, hoy F está sin trabajo, perdió sus ahorros y no sabe si podrá recuperarlos y es el blanco de toda clase de enojos, reproches y amenazas de su círculo más íntimo, que quedó en la misma situación.

Novedades judiciales

El abogado experto en derecho del consumidor y titular de la Asociación de Usuarios y Consumidores (ADUC), Osvaldo Bassano, fue el primero en demandar judicialmente a Wenance a través de una acción colectiva, allá por 2018.

Ahora que hay también denuncias de los inversores, que se superpondrán con las de los tomadores de créditos, Bassano solicitó y obtuvo en el juzgado una medida de embargo por casi 10 millones de pesos, para garantizarse que los primeros damnificados y denunciantes tengan de dónde cobrar.

A su vez, la justicia comercial de San Isidro rechazó el pedido de la empresa de presentarse en concurso de acreedores. La decisión de la jueza Gabriela Paladín se debe tanto a un motivo formal, el domicilio fiscal de Wenance está en la ciudad de Buenos Aires, aunque sus oficinas estén en Olivos, como a una de fondo: entiende que, más que una sociedad comercial común, se trata de una suerte de banco encubierto. En ese caso, entiende la jueza, corresponde aplicar otra normativa.

Alejandro Muszak, el CEO de Wenance, fue embargado por más de 450 millones de pesos, entre efectivo, propiedades y autos de colección. Sólo la Ferrari 458 Italia del financista tiene un valor de mercado de USD600 mil.