El viernes, durante el noveno recital de Bandalos Chinos en esa sala en un mes, en la barra próxima a la entrada de Niceto Club una dupla de bartenders cantaba Una propuesta, atendiendo a la arenga del cantante, Goyo Degano. Tres semanas antes, ni siquiera conocían la letra. En ese mismo instante, un par de chicas rubias, de rizos con intenciones ochentosas, también cantaban mientras esperaban sus tragos. No hablaban español, tampoco inglés. Eran suecas. Arrearon la canción a punta de fonética, y plantaron mirada cómplice cuando sonó: "Nunca van a entender. Dame la mano, baila conmigo". Lo repetían y se contoneaban. Toda una polaroid, de las tantas que dejaron los finalmente 10 shows del sexteto, cuya última función se consumó en la noche del domingo.

Lo que inicialmente iba a ser un reencuentro con la sala de Palermo se transformó en un ciclo. Agotaron ocho fechas en agosto, y sumaron dos más en el camino. En sintonía con esta época de sold outs compulsivos, y a pesar de que ese frenesí parecía exclusivo de los shows masivos internacionales, los artistas locales lo replicaron. Primero en estadios, luego ante aforos más chicos. Además, con planteos conceptuales. Por ejemplo, Winona Riders presentó su disco debut en El Emergente en junio, con cuatro funciones con matices distintos. Catupecu Machu estableció una residencia de también cuatro recitales en el Teatro Vorterix, que incluyó un museo itinerante, a fines de agosto. Nico Sorín viene revisitando a Piazzolla en formato electrónico, casi todos los jueves en Niceto Club, alternando a sus invitados. Sobran ejemplos.

La idea del grupo originario de la zona norte del Gran Buenos Aires fue ejercitar la curaduría de la lista de temas y el aporte estético de los invitados al show. Y lograron con éxito ambos objetivos. Esas intenciones quedaron en evidencia tras cada recital, y los músicos se encargaron de confirmarlo en la trastienda. Lo que no esperaban es que la impronta de las canciones y su ejecución se aceitaran de la manera en que sucedió. Lo bien que hace el ensayo, y más todavía si es con público.

Gentileza de prensa Bandalos Chinos | Leandro Frutos

Quedaron fuera varias canciones de sus discos, pero nunca llegaron a repetir repertorio. Buena parte de esos temas apuntaban hacia aquel pasado en el que pesaba el pop de sintetizadores con un pie en la pista de baile. Sin embargo, supieron cargarlos de contemporaneidad y compaginarlos con su actualidad. El domingo, por caso, salieron a escena de la mano de una de esas canciones tan seminales como redentoras de su lugar de origen y de su mash up semántico-ortográfico: Veccar. La secundó el funk libidinoso Mi fiesta, y entonces apareció Una propuesta, el tema de las nórdicas y el que sirvió para el arengue a lo largo de estos días.

Hace poco más de un mes, el martes 1º de agosto, día 1 del trajín, el grupo también había comenzado con Veccar. Pero continuó la poco más de hora y media de recital con Un día, El verano, Mi fiesta y Una propuesta. En esa jornada tuvieron como invitado a Emmanuel Horvilleur, con el que hicieron una canción de Bandalos Chinos y una del (¿ex?) Kuryaki: Llamame, más cerca de la versión que plasmaron juntos para Pitada que la del álbum Mordisco. Y esa dinámica con los convidados se mantuvo prácticamente en todos los recitales.

► Un escenario lleno de Bandalos

Cada featuring se repasaba recién en la prueba de sonido. Por ende, surgía en el momento. Fernando Samalea fue el más habitué, pues puso su bandoneón al servicio del cover de No soy un extraño, de Charly García, y tocó la marimba en los temas de la banda. Mientras que la intervención de Juanse tuvo tintes míticos, una de esas cosas que sólo se ven una vez en la vida. Con el líder de Ratones Paranoicos inspirado reversionaron La sal no sala, también de García, en cuya grabación para La hija de la lágrima había participado Juanse; y No llores por mí, Argentina, himno de Serú Girán que en algunos shows anunció la recta final del setlist. Mateo Sujatovich fue invitado a tocarla en la tercera fecha, luego de Demasiado (tema del grupo) y Cabildo y Juramento (hitazo del álter ego del convidado, Conociendo Rusia).

Otros músicos que dijeron presente en esta saga fueron Feli Colina, An Espil, Patricio Sardelli (Airbag), Fermín Ugarte, los colombianos Monsieur Periné, el uruguayo Paul Higgs, y el Zorrito Von Quintiero, quien fue anunciado para hacer otro temazo de Charly: Hablando a tu corazón. La primera vez que el grupo lo tocó, el miércoles 30/8 (sin el tecladista), se volvió la canción más viralizada del ciclo en redes sociales.

Gentileza de prensa Bandalos Chinos | Leandro Frutos

Al momento de apelar por el cover, además de García, el grupo invocó a Luis Alberto Spinetta. El miércoles 2/8 desempolvaron Amor de primavera (en la versión del disco Exactas), y días más tarde fue Seguir viviendo sin tu amor. La rareza, dentro de estas reivindicaciones, fue el cover de Canción para naufragios, de los Redonditos de Ricota, donde destacó el saxofonista Pablo Vidal, devenido en figura indispensable en las performances de la banda.

El tema de Oktubre lo tocaron por primera vez en vivo en el ciclo, al igual que uno propio: Grado de oscuridad, de su último disco de estudio, El Big Blue. Generalmente, la parte de Louta en Paranoia pop la sampleaban, pero el domingo llamaron a Julian Kartun, de El Kuelgue, para que la interpretara. Y salió bien, al punto de que el frontman se quedó en escena y esperó a su compañero de proyecto, Santiago Martínez, para cantar un tema suyo: Chiste.

► Chinos para la foto

En el último de esa serie de Nicetos, la banda avanzó con la balada deep Demasiado y con Fulnabis, esa oda al pop (a la Bowie) en la que irrumpió Samalea con la marimba. El pop downtempo de Isla convocó el grito de guerra de su público, y luego Juliana Gattas y Ale Sergi entraron en acción para Departamento. Goyo pidió que Miranda! se quedara para hacer Navidad y Don, lo que enardeció a la audiencia.

Si el cierre con Nunca estuve acá denotó la vigencia de ese acta fundacional con ganas patear el tablero del pop, un rato antes su flamante reinvención de Acido (más groovera y haciendo honor a su título) probó la capacidad de renovación del sexteto. No pasaron dos minutos y ya estaban de vuelta con Vámonos de viaje (canción fundamental de la música argentina de la década pasada), Qué lindo es acordarme y Tu órbita.

Antes de plasmar la foto colectiva para redes, Bandalos Chinos había hecho historia. No sólo por instalar un flamante modelo performático, sino también por el ejercicio estético que se vio reflejado, aparte del rediseño noche tras noche del repertorio, en la distribución de los músicos. Donde Goyo llevaba la batuta junto al baterista Matías Verduga y el tecladista Salvador Colombo en la parte de abajo del escenario. En tanto que arriba el violero Tomás Verduga y el bajista Nicolás Rodríguez funcionaban de bastiones mientras el guitarrista Iñaki Colombo aprovechaba para mostrar su condición de liderazgo. Apoyados por el percusionista Maxi Sayes, la corista Ine Maguire y una puesta de luces que inyectaba profundidad.

Con este ciclo, así como antes, Bandalos Chinos se atrevió a demostrar nuevamente que tiene un lenguaje novedoso y moderno para aportarle a la música popular contemporánea.

Gentileza de prensa Bandalos Chinos | Leandro Frutos


Encontrá más notas del NO acá, o suscribite a nuestros newsletters acá abajo ↓ para recibir todos los artículos, la agenda de shows, música nueva y los recomendados, directo en tu email.