En los manantiales termales se generan de forma natural productos de alto valor terapéutico que se denominan como peloides, y que vulgarmente son conocidos como fangos, barros o lodos. Se trata de mezclas íntimas de arcillas con agua mineromedicinal, sales precipitadas y materia orgánica, que adquieren propiedades físicas y terapéuticas que los han hecho ser valorados desde tiempos inmemoriales.

Los fangos naturales, así como los madurados de Copahue, en la provincia del Neuquén, tienen como característica destacada una elevada presencia de azufre en su fase sólida, que le otorga propiedades antisépticas y antiinflamatorias. Otros componentes tales como las arcillas caoliníticas y esmectíticas que los constituyen les proporcionan excelentes propiedades adsorbentes y de intercambio de iones.

Los tratamientos que se llevan a cabo en el complejo termal de Copahue abarcan desde la atención de problemas osteoarticulares, dermatológicos y rehabilitación hasta el cuidado cosmético de la piel.

Copahue está ubicado a 370 km de la ciudad de Neuquén, en plena cordillera de los Andes. De mayo a noviembre, se cubre completamente de nieve, lo que dificulta la posibilidad de acceso a los pacientes y complejiza la situación laboral de los habitantes de las poblaciones aledañas de Caviahue y Loncopué, que permanecen durante parte del año sin ingresos asociados a la inactividad forzada del centro termal.

En la búsqueda de alternativas que posibiliten la accesibilidad del recurso natural a los eventuales usuarios, tanto cercanos como alejados de las termas, y que a su vez permitan generar nuevas posibilidades laborales, un equipo de investigadores y docentes de las facultades de Ingeniería y de Ciencias de la Salud y el Ambiente de la UNCo, del Grupo de Estudios en Materiales Adsorbentes (PROBIEN–CONICET–UNCo) y de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid se unieron en un trabajo conjunto para analizar las chances de formular parafangos autóctonos que puedan desarrollarse en el sitio y trasladarse a distancias lejanas para su uso en forma particular por parte de los usuarios.

El proyecto lleva el nombre de fantasía CoParChe, que reúne las palabras Copahue/ Parafina/ Che, que en lengua mapuche significa “gente”.

Los investigadores prepararon mezclas de parafina de uso en terapéutica y cosmética con peloides secos de Copahue en diferentes proporciones y analizaron sus propiedades, el comportamiento térmico de estos materiales, así como sus características de color (parámetro de aceptabilidad relevante entre los usuarios) y su posibilidad de ser reutilizados en ciclos de fusión – solidificación, que pueden ser llevados a cabo en parafineros de uso domiciliarios.

Los derivados de los fangos de Copahue mostraron que resultan ser sistemas con un importante uso potencial en localizaciones geográficas diferentes a las del complejo termal.

“La fase de desarrollo a escala laboratorio del proyecto ya está completa. Nos interesa pasar a otra etapa, que contemple un plan de negocios y escala industrial, para lo cual es necesario avanzar en acuerdos con el Ente Provincial de Termas del Neuquén (EPROTEN). Estamos trabajando en esa dirección”, manifestó al Suplemento Universidad de Página/12 la doctora en Ciencias Químicas, docente investigadora de la Facultad de Ingeniería de la UNCo e integrante del PROBIEN – CONICET – UNCo, Miria Baschini, quien además es directora de la tesis doctoral y beca de Micaela Sánchez denominada “Materiales adsorbentes naturales y modificados aplicados en termalismo”.

El equipo de investigadores lo completan la docente investigadora de UNCo y becaria del CONICET Micaela Sánchez; el doctor en Geología y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Manuel Pozo, que es codirector de la tesis de Micaela; la exdirectora médica de Copahue Lorena Vela (UNCo), doctora en Hidrología Médica y docente de la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud de UNCo; la doctora en Biología Betina Gramisci, docente investigadora de la Facultad de Ingeniería de UNCo y becaria postdoctoral del CONICET e integrante del PROBIEN – CONICET – UNCo; y la doctora en Química María Eugenia Roca Jalil, docente investigadora de la Facultad de Ingeniería de la UNCo y también integrante del PROBIEN – CONICET – UNCo.