"Con cada una de estas secciones, que regresan transformadas, nos proponemos crear un espacio protegido para disfrutar del cine como clave de lectura de nuestro tiempo, una vez más. Pero no es un espacio seguro: como todos los años, FestiFreak invita a mundos extraños, piezas de realidades escondidas en los pliegues de la realidad que compartimos y avances sobre sueños que aún no hemos tenido. Empecemos, entonces, una nueva aventura a lo desconocido". Así termina el manifiesto de la edición #19 del FestivalFreak, el festival de cine independiente de la ciudad de La Plata que tendrá hoy su función de apertura.
El festival de cine que hace casi veinte años se ancla a la capital bonaerense, revolucionando durante doce días la ciudad y sus espacios en un refugio de cultura y juventud. En su edición número diecinueve, la película de apertura es Los delincuentes de Rodrigo Moreno, éxito del Festival de Cannes, y cerrarán el domingo 8 con una copia en 35mm de Apenas un delincuente, el clásico de Hugo Fregonese. Así, saltan de formato a formato sin problemas, como vienen haciendo a lo largo de toda la historia del festival. Desde sus orígenes a principios de los años 2000, el cine y la ciudad cambiaron, pero lo que se mantiene son los valores de una cinefilia capaz de producir experiencias, sentidos y encuentro con lo desconocido.
Cine a toda costa
"Fue cuando empecé a programar video arte en el cine Select que me di cuenta que el cine tenía poca actividad, que era un espacio un poco tierra de nadie, y empecé a programar más y más cosas. Junto con Mariano Cariani que también trabajaba en el ámbito lo conocimos a Joaquín, se armó una banda alrededor de esas funciones y nos dimos cuenta que La Plata no tenía ningún festival, entonces dijimos bueno, hagamoslo nosotros", recuerda Juan Pablo Ferrer, que junto con Joaquín Almeida forma parte del equipo de trabajo del FestiFreak desde aquella primera edición.
A pesar de que la carrera de cine de la UNLP es la más antigua de Latinoamérica, la capital bonaerense no contaba en ese momento con un festival como sí CABA tenía el BAFICI, modelo y norte en aquellos primeros años 2000 en términos de programación y cinefilia no convencional. La actividad cinéfila de la ciudad estaba en su época más burbujeante a pesar de la antiguedad de la carrera, dado el proceso de cerramiento y posterior apertura que vivió la facultad gracias a la dictadura militar. Sin embargo, espectadores había, y a montones.
"La primera programación hasta el tercer año eran VHS copiados, bajados de torrent, trucho y amateur. Era el mundo del momento, era lo que teníamos a mano, y lo que importaba eran nuestras ganas de hacer cosas. La idea era esa, no se podía ver de otra manera. Era otra época, no es como ahora que mandas un mail. En ese momento era imposible, para traer una película de afuera tenías que tener una estructura, físicamente. Imaginate, había que viajar y traer las latas, o ir a buscar el VHS, o una copia de una copia que tenía alguien", afirma Juan Pablo.
Al tercer año, los organizadores entendieron que el evento tenía que cambiar. Pero la seriedad no iba a estar ligada solamente a la formalidad, sino al compromiso. "La seriedad del festival siempre estuvo dada por la calidad de la programación que queríamos ofrecer, por el concurso de cortos, por la calidad del jurado. Siempre lo pensamos con proyección a largo plazo", recuerda Joaquín.
La ciudad del festival
Acercaron Narcisa Hirsch antes que nadie, realizaron retrospectivas de directores como Harun Farocki o Michael Fassbender, sin perder la intención de apoyar la producción emergente nacional. Con un fuerte acento y preocupación por la programación de calidad y un jurado que elija las obras con una suerte de visión curatorial, el FestiFreak comenzó a ganar respetabilidad, pero también, cinéfilos. Grandes grupos, como los directores de la camada del Nuevo Cine Argentino como de la crítica, con la histórica revista El amante a la cabeza. Sin embargo, el público de a pie y la cinefilia civil fue lo que terminó de conformar al festival como un clásico de la ciudad de La Plata.
Además de Joaquín y Juan Pablo, el equipo del FestiFreak está compuesto por Marcos Migliavaca, Carolina Monti, Nahuel Lahora y Luciano Lahiteau, quienes trabajan todo el año para culminar en estos doce días de primavera cinéfila. A través de los años, utilizaron el festival como un espacio de experimentación de formatos. Hubo ediciones donde se transmitía con antenas adentro del festival, se realizaron funciones con streaming cuando apenas empezaba a hablarse de eso, realizaron mapping sobre el frente del Pasaje, entre otros eventos memorables. "En ciertos momentos del festival se formaban grupos con ciertas ganas de hacer cosas, y después se formaban otros grupos de hacer otras cosas. Hoy tenemos este formato gracias a los intereses de quienes trabajamos actualmente", afirma Joaquín.
En esos diecinueve años cambió todo. El VHS se transformó en DVD, internet pasó a ocupar todos los espacios de nuestra vida, hubo una pandemia que alejó a la gente de las salas. Murió y revivió el cine, una y otra vez, y el FestiFreak acompañó cada uno de sus procesos. Lo que se mantuvo fue la decisión de continuar anclando la cultura a la ciudad de La Plata.
"Tenemos orgullo de ser un festival local, de ser de La Plata. Hoy es una ciudad distinta, pero tiene una esencia, una tradición cultural de recorrido en todas las disciplinas, no solo el cine, la música, las artes plásticas y nosotros honramos eso y y lo vivimos con cierto orgullo. Sin una cosa hiperlocalista, vinculándonos con otros y teniendo una proyección nacional e internacional también", afirma Juan Pablo.
Un presente difícil
Hoy en día, la situación económica deja especialmente desfavoracidos a quienes trabajan sobre la cultura en todas sus formas. Uno de los problemas a los que se enfrenta el FestiFreak es la falta de salas de cine en La Plata, que cada vez son menos. Pero no dejan de hacerle frente a las dificultades, como programando proyecciones en 35mm en esta edición, a través del único proyector en ese formato que queda en la capital bonaerense.
"Cuando hablamos de independiente nos referimos a lo que más nos interesa: la libertad para poder seleccionar las películas que a nosotros nos parece. Y eso tiene que ver con tomar riesgos. Acá venís a ver otra cinematografía, otras propuestas, a tener otras experiencias con el cine", afirma Joaquín. A pesar de que el tiempo que pasó parecen siglos, el concepto de la palabra Freaks del título del festival se mantiene en la esencia de aquellos que lo crearon: independencia, irreverencia y comunidad.