El cabello de aquella que carga el canasto atrás de su esposo.

Las manos de aquel que mira los pechos, que voltea la mirada y camina más rápido para alejarse.

La lengua del que dice: “Por tu acento extranjero tenés más ligue”

Los dientes de ese que exclama: “Me han dicho que las negras son fuego”

La garganta de aquel que habla para explicar lo que quiere su pareja.

Las uñas de la mujer que dice: “Eres morenita, pero buena gente”.

La risa del que dice “un piropo” exclamando que a todas las mujeres les gusta que les digan: “¡qué lindo culo tenés!”

Los labios de la mujer que “le gusta trabajar con hombres porque son menos problemáticos”

Los ojos de la mujer que prefiere cerrarlos, o las pestañas de la que no puede abrirlos.

¡A la hoguera palabras, sonidos, silencios, manoteos de aquellos y aquellas que enseñan a los niñxs a reprimirse! “Una niña no abre las piernas ni grita demasiado porque parece...”, o “un niño no llora, ni se viste con falda porque seguro es...” ¿Acaso el género nos hace mejores o diferentes?  

*Autora y actriz de Hilos Tornasol, leyendas de México. Codirectora artística de FITTNA (Festival Internacional de Teatro y Tradiciones Nativo Americanas.) 1, 2 y 3 de septiembre desde las 17 en el Centro Cultural Raíces. Agrelo 3045, CABA. Entrada a la gorra.