Los historiadores suelen complejizar sus análisis ayudados de una visión retrospectiva de larga duración, a lo sumo transigen en utilizar un análisis de coyuntura que permita encuadrar los sucesos en una sección de tiempo más homogénea. Sin embargo, para el gran público el suceso es distintivo de un acontecimiento. Los hechos trascendentes en un determinado año marcan a fuego esa fecha en la memoria colectiva.

La Universidad Nacional de General Sarmiento decidió editar una colección centrada en años que representan una bisagra para la historia de nuestro territorio. Si 1776 es el punto de partida escogido, en función de la fundación del Virreinato del Río de la Plata, 2001 es el fin del recorrido con los sucesos convulsionados de ese caluroso diciembre.

Esta colección entronca con una tradición de narrar los años cruciales de nuestra historia como modo de empatizar con la memoria colectiva de los lectores, pero guarda la intención de examinar cada año bajo dos coordenadas: la que pone a la fecha como objeto de análisis y la que lo enmarca dentro de un proceso más amplio, complejizando la mirada.

Para arrancar esta colección es preciso abrir la cámara del celular y tocar la pantalla buscando hacer foco en una fecha. Esa instantánea nos permite acercarnos a un tiempo lejano y a veces desconocido. Para arrancar este viaje se eligió 1983, fecha que marca el fin de la última dictadura militar e inicia el camino para estos 40 años de democracia. En función de esta elección es que el Suplemento Universidad conversó con la autora de este tomo. Marina Franco es doctora en Historia, profesora titular y directora del Doctorado en Historia de la Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Martín.

- ¿Qué procesos de corto plazo convergen en 1983 para que se tornara un año tan importante?

- Mirado a la distancia, 1983 es un año decisivo. Sin embargo, en el 83 no era evidente que los procesos que se abrían iban a ser fundamentales en la historia argentina. Pero sí es cierto que había una enorme ansiedad puesta en ese proceso de transición, como no había sucedido otras veces. Ahí convergen varios procesos de mediano y corto plazo vinculados a los efectos de la dictadura. Por un lado, hay que pensar los fracasos de la dictadura que explican que se haya llegado a 1983 y también los “éxitos de la dictadura”. En ese sentido, los fracasos de la dictadura son de mediano plazo y emergen en el espacio público a partir de los años ochenta. Con esto me refiero al fuertísimo impacto de la crisis económica que la dictadura genera con sus políticas. Esto provoca un enorme clima anti dictatorial y un hartazgo con las Fuerzas Armadas. Crea un ánimo social profundamente crítico a la dictadura y que precede en mucho cualquier denuncia vinculada a la represión. Hay un segundo factor que es el fracaso de la dictadura en generar cualquier salida política en la cual conserven los hilos del poder. Después hay que sumar un tercer factor que es el impacto negativo de la represión en términos de repercusiones nacionales, con una creciente demanda de respuestas sobre lo que ocurrió con los desaparecidos, pero también el impacto internacional de los casos. Sobre esto se superpone un proceso de corto plazo que es el efecto de la Guerra de Malvinas. La derrota y el conocimiento público de la sensación de engaño, en la cual había estado sumida la sociedad, va a terminar acelerando el proceso de la transición.

- ¿Qué transición imaginaron los militares y cómo se termina resolviendo?

- Los militares empiezan a imaginar la transición muy tempranamente. Empiezan a pensar que terminada la dictadura se va a generar algún régimen por el cual ellos controlen los hilos del poder. Una de las opciones que manejan es la de generar una fuerza política que sea heredera de los principios u objetivos del Proceso de Reorganización Nacional. Es decir, reorganizar el sistema político y crear un partido que permita encauzar a las fuerzas conservadoras y autoritarias en un nuevo régimen democrático.

Durante mucho tiempo esto se sostiene, hasta que los propios fracasos del régimen y la perdida acelerada del poder, tanto por las diferencias entre las tres fuerzas como por la pérdida de legitimidad social y la perdida de los apoyos de los grandes aliados civiles, hacen que cualquier proyección política empiece a deshacerse aceleradamente.

Lo que las Fuerzas Armadas querían negociar era alguna forma de continuidad autoritaria y las condiciones de impunidad de salida del poder. Es decir, que no fueran investigados ni juzgados los delitos cometidos durante la dictadura. Las condiciones de derrumbe del poder en las que se van hacen que no puedan negociar absolutamente nada. Son esas condiciones las que le permiten a Alfonsín llevar adelante los juicios.

- ¿Qué tuvo esa transición que no tuvieran las anteriores?

- La transición de 1983 es distinta a otras transiciones previas, 1983 abre un periodo de 40 años de estabilidad democrática. Esto era impensado en ese momento. Fue distinta por esta conjunción de éxitos y fracasos de la dictadura. Entre los fracasos, el derrumbe completo de las expectativas militares de mantenerse en el poder y la debilidad para negociar la transición son elementos importantes. En todos los otros golpes de Estado en la Argentina, las Fuerzas Armadas se retiran del poder y siguen siendo un actor político. Pero la segunda razón por la cual 1983 es una transición distinta a todas las otras previas en la historia argentina, es que la dictadura a su manera “triunfó”. Logró cambiar la estructura social, política y económica del país como no lo hizo ningún otro régimen antes y esto no tiene vuelta atrás. La Argentina que emerge en 1983 está completamente transformada por el impacto de la dictadura. Completamente disciplinada por el efecto de la represión y por la crisis económica. Es una sociedad que ha cambiado su modo de acumulación económica por el de la especulación financiera y la concentración del poder económico. Este éxito de la dictadura es absolutamente perdurable. Lo que cambia completamente en 1983 son las relaciones de fuerza.

- El año 1983 es un parteaguas, y como toda fecha emblemática conocemos mejor sus rupturas, pero nos cuesta percibir sus continuidades. ¿Cuáles fueron esas continuidades?

- Hemos trabajado 1983 como un proceso de ruptura, que lo es. Y cuanto más pasa el tiempo, más evidente se vuelve. El 83 cambia la historia del siglo XX argentino porque es el final de las Fuerzas Armadas como actor político; es el final de la inestabilidad y la alternancia entre dictadura y democracia; es el final de la violencia política aplicada de manera sistemática y es el final de las dudas a la legitimidad de la democracia como sistema. Dicho esto, el 83 está absolutamente atravesado por continuidades. El primer dato que está poco estudiado es la continuidad de estructuras de poder basadas en las lógicas represivas, de la seguridad y de la inteligencia interna. En muchas provincias el desarme de las estructuras represivas no se produjo. En Santiago del Estero, las estructuras del poder policial y militar perduraron durante décadas. En Tucumán, las estructuras que perduran tienen un recambio institucional, pero poco tiempo después emerge la figura de Bussi con consensos sociales.

Estamos acostumbrados a ver el gran cambio democrático institucional desde la figura de Alfonsín, pero cuando ampliamos la mirada a otras zonas del país nos damos cuenta que las continuidades fueron mayores.

La tercera cuestión en la que considero que hay muchas continuidades es en los imaginarios sociales. Es decir, no es que el 10 de diciembre la Argentina ya era un país democrático. Los imaginarios sociales tardaron y siguen en proceso de transformación. Aun así, la transformación nunca es completa porque existen fuerzas reactivas y autoritarias que encuentran ventanas de oportunidad.

Los imaginarios sociales son procesos mucho más lentos y en la Argentina la legitimidad de los derechos humanos y una mirada crítica de lo que fue la represión no cambió en 1983. En el momento de la transición buena parte de la sociedad estaba convencida de que la represión había sido necesaria, de que las Fuerzas Armadas habían implementado un orden necesario y que la lucha antisubversiva era necesaria. En todo caso, el accionar había sido excesivo. Esto sí fue cambiando: la movilización de los derechos humanos, el juicio a las Juntas y el ‘Nunca Más’ fueron moviendo el imaginario. El otro elemento que tuvo mucho peso en mover estos imaginarios sociales, con décadas de acumulación, es la escuela. Hubo que recuperar el rol de la escuela, en todos los niveles, para repensar lo que había sucedido en dictadura. El presente nos pone ante la pregunta de qué pasó con todo esto que se construyó en las décadas previas.

- ¿Qué tipo de democracia se esperaba en 1983?

- La mayoría del arco político había estado de acuerdo en la proscripción del peronismo, y el propio peronismo tampoco había hecho de la democracia una gran bandera. Por lo tanto, no había entrenamiento democrático ni convicción democrática. Una de las cosas que cambia en el 83 es la legitimidad del sistema democrático como único sistema posible. También hay un contexto internacional que cambia: para 1983 Estados Unidos deja de acompañar las intervenciones militares. No es que solo los actores políticos argentinos que se reconvierten, cambian los partidos políticos democráticos. Así, las derechas autoritarias se reconvierten y abandonan las salidas golpistas que habían sostenido antes incorporándose al juego democrático.

La incorporación de las derechas a la democracia es definitiva, porque por más que la democracia hubiera funcionado desde 1983, si las derechas hubieran seguido presionando con un golpe de Estado como salida política para imponer su proyecto, hubiéramos tenido más inestabilidad.

La sumatoria entre Fuerzas Armadas derrotadas en su poder político y derechas que se integran al sistema democrático, más una sociedad disciplinada y un régimen económico completamente transformado, te dan como resultado las condiciones de posibilidad de la democracia posterior. Estas condiciones son en definitiva más duras que épicas.

- ¿Qué lugar ocupó la escena cultural en la transición democrática?

- La escena cultural tiene valor por sí misma, pero en especial tiene un impacto político muy fuerte en el momento de la transición porque representa el espacio en el que socialmente se manifiesta el hartazgo autoritario. Es el teatro, el cine, la música, es la salida de la gente a la calle que evidencia un profundo hartazgo con el autoritarismo. Esto empieza a emerger cuando el régimen dictatorial afloja algunos de los mecanismos más fuertes de control y censura a partir del gobierno de Viola. Cuando da un espacio para el reverdecer cultural se vuelve evidente la demanda de libertades sociales que tiene la gente. Esto no debe ser confundido con una demanda de derechos humanos, no es una demanda humanitaria, es una demanda de libertades y democracia.

Es en este contexto en donde la aparición de una generación nueva de jóvenes, que no es la generación revolucionaria de la década anterior pero heredera del disciplinamiento dictatorial, impone una demanda de libertad y participación en el espacio público. Demanda un tipo de protagonismo político renovado alrededor de la democratización de la vida pública, los partidos políticos van a estar llenos y habitados por nuevas generaciones de jóvenes que quieren participar de la escena democrática y la música juvenil es una de esas expresiones. No como música política, el rock no es una música de resistencia, pero sí es una música que gana visibilidad y acompaña la emergencia de estos jóvenes en el espacio público. Lo que el rock tiene es una gran visibilidad pública y una de las cosas que empuja todo esto es la guerra de Malvinas, en particular cuando se prohíbe la música en inglés. Esto le da un espacio al rock nacional que no tenía previamente. El rock de estos años encarna una identidad juvenil y generacional muy fuerte que no había sucedido antes y le brinda una visibilidad gigante. Una aclaración, el folklore fue una música de protesta y de resistencia política mayor que el rock, solo que la escena nacional es una escena centrada en Buenos Aires y en las grandes ciudades.

- ¿Por qué Argentina se constituyó en un caso atípico para la región?

- La democracia que supimos conseguir es en muchos aspectos extraordinaria porque pudo transitar un proceso totalmente excepcional con relación a lo que aconteció en otros países. Con esto me refiero a tener una democracia estable sin tener tutelas militares de ningún tipo ni restricciones autoritarias y esto es una variable clave para diferenciar nuestro sistema político con las perduraciones autoritarias en Brasil o Chile.

En segundo lugar es extraordinaria en términos de la investigación y el juzgamiento de los responsables de los delitos a las violaciones de los derechos humanos. Con esto me refiero a un proceso que va desde la CONADEP y el Nunca Más hasta los juicios actuales.

Para pensar estas dos cuestiones es imprescindible entender las relaciones de fuerza que emergen de la dictadura y ahí, el desgaste de las Fuerzas Armadas está estrechamente vinculado a la crisis y a la destrucción económica que provoca el Proceso. Esto es incomparable con lo que sucede en otros países. Donde la dictadura no se retiró destrozando la economía, perduraron las estructuras autoritarias. Si las Fuerzas Armadas se hubieran retirado con algún grado de fortaleza, Alfonsín no habría podido anular la autoamnistía militar.