Resulta difícil transmitir todo lo que se dijo y se escuchó en los dos días de debate en San Juan durante el Seminario Internacional sobre Adobe que trató sobre su supervivencia, su restauración y su futuro. Estas tres guías del debate significaron muy concretamente discutir la imagen de pobreza y suciedad que tiene la arquitectura de tierra entre nosotros, cuestionar la absoluta prohibición de construir en adobes que rige en nuestras zonas sísmicas, y compartir la manera correcta de restaurar nuestro muy valioso patrimonio histórico en este material. Para darse una idea, el arquitecto Guillermo Rolón subrayó que de los 532 edificios considerados Monumentos Históricos por ley, 142 son de adobe, un 26,7 por ciento. 

El Seminario fue organizado por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos que precede Teresa de Anchorena, y por el gobierno de San Juan, con el fuerte apoyo del gobernador Sergio Uñac. Esto último fue toda una señal porque San Juan es tal vez la jurisdicción que más absolutamente prohíbe la construcción en adobes y la que hace imposible reutilizar un edificio en ese material. Por algo estuvieron presentes seis miembros de la Comisión (Anchorena, el vicepresidente Alberto Petrina, y los vocales Laura Weber, Fabio Grementieri, Carlos Moreno y Marcelo Magadán) y una inédita entre nosotros delegación de expertos de Arabia Saudita, Mali, Yemen y Argelia, países con un espectacular patrimonio de adobe donde el material se usa cotidianamente para hacer, por ejemplo, palacios.

La inauguración del encuentro, el lunes, fue de un invitado de honor, el gobernador de la provincia de Al-Gath, en el reino de Arabia Saudita, Abdullah Al Sudairi. El gobernador explicó algo muy simple, que las ciudades de adobe, comunes en su país, tienen que seguir vivas porque es un material que requiere constante atención. “Cuando restauramos mi ciudad, tuvimos como prioridades su valor simbólico y cultural, la generación de trabajo y negocios, y la creación de viviendas para los agricultores y pastores del lugar. Por eso empezamos por el mercado, el zoco, que es el lugar de encuentro entre el campo y la ciudad. Con los recursos generados por el mercado, restauramos la ciudad histórica y la repoblamos”.

El argentino Carlos Moreno fue directamente al centro de la percepción local del adobe como material: una arquitectura de la pobreza superada por la técnica moderna. Pero Moreno señaló que el adobe es universal, una materialidad que cubre el planeta excepto en la jungla y en el desierto inhabitado. Y que es un mensaje de nuestro pasado y un material con una gran actualidad en estos momentos en que contamos la energía necesaria para construir y para habitar. “Un problema del adobe es que necesita mantenimiento, una idea poco practicada hoy en día”, señaló Moreno. “Pero resulta que el adobe es, entonces, un hecho comunitario. Los vecinos se juntan para trabajar y las iglesias son mantenidas por sus feligreses regularmente, preparando las fiestas de los santos”. El vocal de la Comisión adelantó un tema que sería crucial en el encuentro, el de las nuevas técnicas que permiten construir adobe antisísmico.

El arquitecto Hisham Mortada, coordinador internacional del encuentro, contó la experiencia de restauración de Al Gath, la ciudad que gobierna Al Sudairi. El lugar está a 250 kilómetros al norte de Rhyad, en pleno desierto, al pie de las montañas y junto a un río. Es un lugar viejo, con una mezquita del siglo 17 y evidencias arqueológicas milenarias, que fue muy dañado hace años por una inundación. Efectivamente abandonado, el gobierno decidió restaurarlo comenzando por dos lugares simbólicos, el mercado y el palacio de gobierno. El zoco generó actividad económica y alquileres, y el palacio -y es un verdadero palacio, no una cortesía- fue transformado en centro turístico y de interpretación del sitio. A esto le siguió la restauración de la mezquita local y la transformación de varias residencias en albergues y hoteles. El proyecto, a la vera de una autopista, fue un éxito.

La charla de Mortada fue también una clase en arquitectura del calor extremo. La ciudad del desierto es una que busca el fresco y la sombra, con calle estrechas y a veces techadas, con casas ceñudas de muros casi sin aperturas, de repechos altos para que la sombra aparezca temprano. En las casas de Al Gath se piensan las azoteas como dormitorios y se vive volcado al patio sombreado, en un juego que mezcla la adaptación al clima y la construcción de privacidad en densidades altas. También hubo discusión de detalles constructivos, como el hallazgo de construir columnas con rodajas de piedra pegadas con adobe y cal, o la enorme elegancia de los diseños simples en los muros, hechos en el mismo material.

Y si esto suena romántico, luego fue la hora del maliense Ali Ould Sidi, un ingeniero que tuvo a cargo la dura tarea de restaurar Timbuctú tras la ocupación de la rama local del Estado Islámico. Sidi es un hombre sencillo que esconde su formación en Estados Unidos y otros países, y un hombre capaz de hablar con la comunidad, que es lo que tuvo que hacer. Básicamente, Mali estaba en guerra con los islamistas y no había casi dinero para las obras, con lo que Sidi se sentó a hablar en nombre del gobierno con los imanes, los viejos de la ciudad y los líderes comunitarios. El Estado Islámico había demolido varias tumbas de santos y quemado más de cuatro mil manuscritos de la valiosos bibliotecas locales. Lo que hizo Sidi fue ayudar a determinar prioridades y ayudar a organizar el trabajo. Como se ve en las fotos, fue la misma comunidad que llevó a cabo el trabajo, usando las técnicas y materiales de siempre. “Fueron días de estar embarrados, subiendo tachos por los edificios, dejando las palmas de las manos marcadas en la fábrica material”, explicó Sidi. Las obras incluyeron sacrificar animales para hacer el adobe de los cimientos, aprender sobre enladrillados y revoques, y ver la gran variedad de arcillas de colores para los enlucidos finales.

Un experiencia similar fue la de Hadramout, un antiguo pueblo en un valle fluvial al sur de Yemen, cerca del mar. Según explicó el arquitecto Alí Basaad, el río tiende a bajar fuerte cuando las lluvias son fuertes y en 2008 tapó al pueblo con tres metros de aguas turbulentas. La experiencia de restauración fue, nuevamente, comunitaria porque Yemen es un país en guerra en el que es impensable dedicar fondos a este tipo de trabajos. Los muy escasos fondos vinieron de ONGs. Basaad ubicó a los presentes con una serie de fotos mostrando los “rascacielos” de adobe, edificios de ocho pisos de altura complementados por minaretes de treinta metros de altura que ornan la mezquita. El planteo urbano es de muy alta densidad y de altura, creando sombra fresca y aprovechando cada brisa, todo posible simplemente por la notable capacidad isotérmica del adobe.

Las reparaciones tuvieron un punto simbólico, la restauración del Al Kessar, el alcázar o fortaleza de gobierno, un impresionante edificio polícromo. Los exteriores se enlucen con una capa de cal apagada de gran blancura y se azotan con arena, de modo que la segunda capa prenda mejor. Este segundo revoque fino se pule a mano, con un trapo, antes de que seque del todo, de modo de cerrar los poros e impermeabilizar el muro. El tratamiento de los interiores húmedos, como baños y cocinas, es notable: el revoque fino se pule con el fratacho y cuando está casi seco se le pasa jabón, que a su vez se pule con trapo. Cuando el muro está listo se lo pinta y pule con clara de huevo batida con azúcar, que sella completamente el material. Basaad remarcó qué difícil que resultó conseguir albañiles que todavía conocieran estas técnicas, y la imposibilidad de encontrar pintores que supieran preparar colores con pigmentos minerales. Para recobrar la policromía del alcázar hubo que comprar pintura industrial. 

 

Entre nosotros

Vista la calidad y el lujo del patrimonio en adobe, y de la construcción moderna en ese material -el hotel de Al Gath es un cinco estrellas fascinante complemente construido en barro- la vuelta a la realidad local fue dura. El especialista paraguayo Oscar Centurión Frontanilla explicó que el patrimonio en adobe de su país de su país fue “arrasado” porque es visto como pobre e insanitario. El rescate, sin embargo, viene por el lado energético y ecológico, en el que la arquitectura de tierra supera largamente a cualquier otro sistema. El problema es cultural y también legal, con leyes que virtualmente prohíben hacer adobe en un contexto urbano y con bancos que hacen imposible financiar este tipo de construcción, porque la consideran inpermamente.

El ingeniero Daniel Torrealva Dávila fue al centro de una cuestión ríspida en el noroeste argentino, el del adobe como material antisísmico. El especialista peruano explicó la raíz del problema, que el adobe funciona muy bien a compresión -soporta muy bien pesos grandes- pero muy mal a la tracción, con lo que es débil a los tironeos. Esto lo hace vulnerable a los temblores, que hacen “bailar” los edificios y crean fuertes cargas de tracción. Los edificios de adobe se abren en las esquinas, los muros se sueltan y colapsan con cierta facilidad. De ahí su mala fama en lugares con terremotos. Pero Torrealva resaltó una observación simple, que las casas en las que el techo está realmente afirmado y no simplemente apoyado sobre los muros de adobe, resisten mucho mejor los temblores. De hecho, hay muchos edificios muy viejos, hasta coloniales, que tienen sistemas muy eficientes de contención armados como “corralitos” de madera dentro del muro.

Con lo que Perú está trabajando en experiencias piloto para construir a nuevo y para reciclar edificios de adobe ya existentes con una tecnología sencilla. Torrealva mostró videos en los que se sacudían sobre camas hidráulicas casas con y sin esta técnica, y la diferencia fue dramática. El sistema es una simple malla de plástico muy resistente y flexible que se fija a ambas caras de cada muro y se “cose” cada cuarenta centímetros. Cuidando y mucho que abarquen bien las esquinas, las mallas de plástico le dan al muro la resistencia a los movimientos horizontales que el adobe no tiene. El ingeniero resaltó que es un sistema simple, de bajo costo, que no requiere mayor especialización y que está dando resultados excelentes. Claro que no sirve, por ejemplo, para iglesias históricas cubiertas de frescos, porque para instalar las mallas hay que volver a revocar. En esos casos se está recurriendo a fijaciones de madera, en particular esquineros.

El chileno Marcelo Cortéz fue directo al mismo tema, proponiendo nuevas técnicas de construcción que eleven la seguridad del adobe. Más todavía que en Perú, en Chile el tema sísmico es de primera importancia, porque el país básicamente tiene un terremoto grave cada diez años. Con una naturalidad pasmosa para los demás, Cortéz explicó que esta dura realidad permite acumular experiencias, no olvidar las lecciones y corregir constantemente lo que se hace. Lo que mostró el arquitecto chileno fue un sistema moderno de quicha metálica, que reemplaza las maderas de esta técnica tradicional del adobe. Dicho simplemente, lo que se hace es crear una estructura liviana de armazones autoportantes, cerrados con mallas metálicas, que se rellena con barro denso a presión, con una gruesa manguera. El sistema es de construcción rápida, escalable y potencialmente industrializable.

Y funciona en cuanto a la seguridad. De setenta casas ya construidas con esta técnica, las setenta resistieron los fuertes temblores de 2010 y 2015. De hecho, revisando lo que pasó se fue reduciendo la cantidad de metal que se usaba, lo que hasta moderó rajaduras y daños menores. El sistema funciona porque el temblor “trabaja” con el metal y no con el adobe, con lo que los movimientos horizontales no son determinantes. 

Para demostrar visualmente la diferencia, Cortéz terminó su exposición con un video realizado por la Fundación Jofre que muestra cómo un vaso de arena compactado a mano es capaz de resistir un peso de tres kilos, que pasan a nueva kilos cuando se le agrega una malla de plástico y a una persona parada encima con una malla metálica.

Varios de los participantes argentinos, de San Juan, La Rioja, Mendoza y Salta tocaron el mismo tema, el de la preservación del patrimonio en adobe en sus provincias sísmicas. Cuando el gobernador sanjuanino Sergio Uñac recibió a Anchorena y una delegación de la Comisión y de los expertos internacionales, le sacaron el tema de la preservación y prohibición del adobe. El joven gobernador escuchó atentamente, interesado, y prometió investigar el asunto. El documento final del Seminario incluyó entre otras recomendaciones, que los gobiernos de la región consideren las nuevas técnicas y materiales disponibles, y pongan al día sus marcos regulatorios.

El miércoles fue el cierre del Seminario, en la Legislatura porteña. Anchorena, con justicia, agradeció “a tanta gente que vino de muy lejos para enseñarnos sobre el adobe, un material que tiene un ilustre pasado y también un gran futuro.

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