A diez años de la sanción de la ley de Educación Sexual Integral (ESI), un estudio de la Fundación Huésped y el Colectivo por los Derechos Sexuales y Reproductivos mostró que su implementación es deficiente y dispar. Los principales objetivos del trabajo fueron analizar el abordaje institucional de a situaciones concretas vinculadas con la temática (embarazos, experiencias de discriminación por orientación sexual o identidad de género), establecer análisis comparativos por año de ingreso a la escuela secundaria según sea anterior a la sanción (2000-2006), posterior reciente (2007-2011) o luego de varios años de vigencia de la normativa (2012-2017), identificar disparidades según provincia y región del país y analizar el impacto según el tipo de gestión de la institución (pública o privada) y la orientación (laica o religiosa).

El sondeo se hizo entre casi tres mil jóvenes de todas las provincias y que cursaron la escuela secundaria en los últimos diecisiete años. La amplitud y composición de la muestra la transforman en válida a nivel nacional. 

De la encuesta surge que entre los temas de ESI abordados en la secundaria predominan los vinculados con lo biológico (86 por ciento) y la prevención de infecciones de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y de embarazos (72 por ciento). Estos porcentajes caen abruptamente cuando se pregunta sobre el trabajo vinculado con derechos y alternativas frente a los embarazos no planificados, lo cual muestra lo sesgado de la aplicación de la ley. 

Cecilia Valeriano, coordinadora del programa de Movilización Social y Redes de Fundación Huésped, explicó que “la ley de Educación Sexual Integral no sólo comprende los aspectos biológicos. Por el contrario, propone un abordaje transversal y continuo que incluye la promoción de derechos sexuales y reproductivos y comprende también los aspectos psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.  

Siete de cada diez entrevistados señalan haber observado situaciones de embarazo en su escuela secundaria. Este fenómeno es menos pronunciado en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), en la región metropolitana, entre los asistentes a escuelas privadas, los de escuelas religiosas y quienes ingresaron en los últimos cinco años.

Frente a los embarazos en la escuela, lo que predomina (45 por ciento) es el debate entre los estudiantes. Sólo un 39 por ciento menciona algún abordaje por parte de personal de la institución (docentes y preceptores) y un 38 por ciento indica directamente que no se habló del tema.

La mitad de los entrevistados que dijo que hubo embarazos en su escuela indica que la estudiante siguió cursando. Un 20 por ciento menciona que abandonó la escuela por un tiempo y 19 por ciento dijo que el abandono fue definitivo. Este último caso se da más a menudo en las escuelas públicas, las laicas y entre los que ingresaron de 2007 en adelante.

En lo tocante a los temas de diversidad, uno de cada dos entrevistados señala la existencia de casos de discriminación por orientación sexual o identidad de género en su escuela. Esta tendencia resulta más pronunciada en la provincia de Santa Fe (55 por ciento) mientras que en CABA es donde se registra en menor proporción (41 por ciento).

Entre quienes señalaron experiencias de discriminación en la escuela, la mayoría, el 44 por ciento, indica que directamente no se tocó el tema, en tanto que un 38 por ciento dice que sólo se habló entre los estudiantes. Sólo un 40 por ciento indica haber abordado el tema con docentes o preceptores.

Los entrevistados que cursaron en CABA son quienes menos señalan que no se habló del tema y entre los cuales el debate con personal de la institución adquiere mayor relevancia (se dio en el 56 por ciento de los casos). La misma tendencia se observa entre los de instituciones públicas, las laicas y entre los ingresantes de 2007 en adelante.

Siete de cada diez entrevistados indica que el estudiante que pasó por una experiencia de discriminación siguió en su escuela. Sólo un 14 por ciento menciona que el alumno discriminado decidió o tuvo que cambiarse de institución, opción que se incrementa entre las privadas y de orientación religiosa.

Respecto de quienes discriminaron a algún compañero por su orientación sexual o identidad de género, ocho de cada diez de los estudiantes encuestados señalan que siguieron en la misma escuela. Es decir que se observa mayor permanencia de quienes provocaron actos de discriminación que entre las víctimas de los mismos. Los ingresantes de 2007 en adelante señalan con mayor frecuencia la existencia de sanciones, por parte de la institución, para quienes cometieron actos de discriminación.

Al indagar por los temas de educación sexual integral abordados en la escuela secundaria, tienden a predominar los vinculados con la biología (casi exclusivamente sobre el aparato reproductivo en el 86 por ciento de los casos) y de prevención de embarazos e infecciones de transmisión sexual (en el 72 por ciento). El promedio de temas comprendidos en la ley de ESI abordados en la escuela es de 3,91 sobre un listado de 9, casi con exclusividad centrados en lo biológico, con énfasis en lo anatómico y la fisiología de la reproducción. Casi no hay alumnos que hayan destacado el trabajo vinculado con derechos y alternativas frente a situaciones de embarazo no deseado, o que por lo menos hayan tratado estos temas.

Tres de cada cuatro entrevistados señalan haber abordado temas de educación sexual integral en una materia curricular. Un 34 por ciento menciona encuentros con alguien externo y otro 16 por ciento con alguien de la institución como fuente de información.

Sólo la mitad de los entrevistados dice conocer la existencia de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral. El conocimiento resulta más pronunciado en la Ciudad de Buenos Aires (55 por ciento), entre los de escuelas públicas (55 por ciento) y las laicas (52 por ciento).

Algunos conceptos recurrentes en las distintas menciones son “prevención”, “información”, “conocimiento”, “espacio para hablar sobre sexualidad”, “diversidad/identidad sexual”, “anticoncepción”, “derechos”, “igualitaria, inclusiva”, “conocimiento del cuerpo (propio y ajeno)”, “posibilidad de elegir” y “respeto por el otro”, entre otros.

“Los resultados dan cuenta de que todavía queda mucho trabajo por hacer para derribar la mirada biologicista y los discursos moralistas y estigmatizantes sobre la sexualidad. Formar ciudadanos que puedan ejercer sus derechos sexuales y reproductivos requiere que toda la comunidad educativa se sensibilice y se comprometa a implementar la ESI, pero, sobre todo es necesario que el Estado garantice este derecho destinando los recursos necesarios y que todos nosotros exijamos que se cumpla la ley en todo el país”, concluyó Cecilia Valeriano.