Nene revancha, la ópera prima de Gonzalo Demaría, está impregnada de la estética, la filosofía y el espíritu de Jean Genet. El héroe y protagonista de la ficción, “El Nene” (interpretado por el actor y cantante José Giménez Zapiola conocido como “El Purre”), es uno de esos muchachos hermosos, pendencieros, delincuentes, aventureros, canallas y vagabundos que poblaron la narrativa y fueron la fascinación del genial escritor francés. La belleza y la atracción mortalmente seductora de “El Nene” radica en su rostro y en el uso agresivo o concupiscente de su cuerpo desnudo, pero también en su violencia, en una radical fuerza interior que parece concentrar y encarnar al Mal y la traición absolutas, sin ambages. De esa manera, como Genet, Demaría parece hacer de las flores del mal y de la belleza negra, el éxtasis, la verdadera y única rebelión posible contra el mundo.

Sin embargo, las referencias a Genet no culminan ahí, sino también -a la manera de obras genetianas tales como “Severa vigilancia”, “Diario de un ladrón” o “Milagro de la rosa”- en el ambiente sórdido y homoerótico de la prisión en el que transcurre la primera parte de la película. El punto de partida es la llegada al penal de otro joven bello, Leandro (Eliam Pico) y las consiguientes tensiones y peleas de los presidiarios por mostrar el estatus carcelario ante el flamante arribado, y por -en apariencia- hacerse sexualmente de la tierna carne fresca.

“Nene revancha” se divide en dos etapas bien diferenciadas. La primera, ocurre en una cárcel juvenil muy particular donde las rencillas de los jóvenes reclusos se dirimen a los guantes en ring improvisados por los propios presos y supervisados por los carceleros. Si bien las luchas de box están impecablemente filmadas y no están exentas de violencia, no se trata estrictamente de imágenes carcelarias realistas a la manera de El marginal o Tumberos. La película opta más bien por una poética de la marginalidad y aprovecha este género para brindar escenas voluptuosas y hacer un verdadero culto y desfile de los musculados cuerpos masculinos, una oda la latente sensualidad de las duchas y a imágenes de cierta ternura en la relación sexual entre “El Nene” y Leandro.  En ese sentido,  el preciosista cuidado en la fotografía, el juego de luces y la obsesión de la cámara en los torsos y las espaldas desnudas, los genitales y los contornos de las nalgas remiten a la filmografía artística de un Pasolini o un Visconti.

La segunda parte, la de “El Nene” en libertad tras cumplir su condena, revela la naturaleza y las verdaderas intenciones del oscuro personaje principal. Situada en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, la narración deviene entonces en una historia de venganza y redención con referencias y reminiscencias literales a la tragedia griega. Así, de manera análoga a las obras clásicas -o a los policiales negros de Ross Mc Donald-, los crímenes impunes del pasado se replican en el presente adoptando la forma de condena o justicia. E, irremediablemente los fantasmas de las generaciones muertas oprimen la mente y los corazones y los vivos, y los hijos terminando expiando los pecados de los padres. 

En efecto, como un Orestes reactualizado, El Nene, va en busca de Teo (Luciano Cáceres), un  ex boxeador ciego y en decadencia, para vindicar personalmente deudas ancestrales de un ayer plagado de infidelidades amorosas, traiciones y crímenes que involucran a su familia. Su furia puede producir un nuevo ciclo de tragedias o sucumbir al piadoso y divino poder de perdonar lo imperdonable. En todo caso, quizás debido a las imposiciones represivas de la masculinidad hegemónica, la revancha de “El Nene-Orestes” es la única y metafísica manera posible que encuentra de unirse a su amante Leandro-Pílades fuera del ambiente carcelario. En ese sentido, la última y surrealista escena final parecen dar cuenta de cierta liberación y redención del héroe o antihéroe.

Inspirada en hechos reales y en un boxeador que utilizaba yeso para noquear a sus rivales, la película llega al prestigioso Festival Internacional de La Habana, luego de su paso por Madrid y de su estreno local en el BAFICI. Con “Nene revancha”, Demaría  demuestra que puede trasladar a potentes imágenes en pantalla grande y a la especificidad del séptimo arte, la maestría de su prestigiosa trayectoria teatral. Inusual debut que se erige a la vez como plasmación cinematográfica de la declaración de principios de “El niño criminal” de Jean Genet y como versión homoerótica, trash y contemporánea de la Orestíada de Esquilo.

Nene revancha escrita y Dirigida por Gonzalo Demaría. Con José Gimenez Zapiola, Luciano Cáceres, Brenda Gandini, Eliam Pico, Nahuel Bazán, Chechu Vargas, Cristian “la joya” Roda,  Juan Diego Sagasti, Lucas Maidana, Jorge Aguirre. El 44° Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana tiene lugar en la ciudad cubana desde el 7 al 15 de diciembre.