El título del libro es abstracto, aunque trata de problemas muy concretos. ¿Qué sustenta los privilegios de las élites en nuestro continente?, se pregunta Mara Viveros Vigoya, 67 años, afrodescendiente y feminista. Y responde en Interseccionalidad, giro decolonial y comunitario, su nuevo título, sobre las desigualdades que coexisten entre les habitantes de Améfrica Ladina, como denominó a esta gran extensión de tierra entre el Pacífico y el Atlántico la intelectual y activista negra de Brasil, Lelia González, en un intento de visibilizar el borramiento de quienes no eran blancos.

“Las diferencias injustas son al mismo tiempo de clase, raciales y de género, es decir: interseccionales”, explica Mara, con quien conversamos por videollamada sobre las nervaduras del presente y las capacidades colectivas para transformarlo. Viveros está en el living de su casa, en Colombia, horas antes de viajar a París, donde vivió hace unos cuantos años. Se ve un sillón con varios almohadones que parecen muy mullidos, un pequeño arbusto en una maceta y unas vasijas de cerámica negra sobre un mueble de guardado.

El propósito de cruzar el oceáno es darle luz en francés a esas ideas que viven en el texto, editado por la Biblioteca Masa Crítica de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), y que ya circula en castellano y en inglés.

Mara es elegante y su sonrisa afable. Nacida en Cali, hija de Berti y de Marino, su padre fue uno de los primeros en plantear el problema de la racialidad en su país, “Es mi guía y sigo su legado”, cuenta. Ella cursó estudios en el Lycée Français Paul Valéry de la ciudad de su infancia. Más tarde, se doctoró en Antropología en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París (EHESS).

Mara Viveros

La autora de Interseccionalidad es profesora del Departamento de Antropología y de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional, en Bogotá, donde enseña desde 1998. Es codirectora del Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género e investigó en Princeton, París, Bahía y Guadalajara, entre otros sitios Sus intereses incluyen además temas como las clases medias "negras"; ideologías y prácticas antirracistas; y hombres y masculinidades en los estudios feministas.

“La perspectiva interseccional es una política de confluencia de luchas diferentes. La raza y la etnia no son lo mismo, si bien el Holocausto produjo una gran sensibilidad con este asunto, al punto de que se abolió el término raza y se convirtió en tabú. El racismo no tiene una sola forma de expresarse. El fenotipo físico y la ascendencia son rasgos identitarios, pero no los únicos. Al troquelarse algún rasgo cultural, al cancelarse una lengua, se ejerció y ejerce racismo. Contra la reificación, cada vez que escribo tengo que hacer una nota al pie de página advirtiendo que las negras y negros no somos objetos. La transformación de seres vivos en cosas no es algo imaginario, existe también al interior del feminismo. Lo interseccional es resonar con otras injusticias, con otras subalternidades, además de la propia. También para mí es dificil la pertinencia interseccional, se ha despolitizado. Es un concepto viajero, nómade, con una historia y un territorio, y entra en conversaciones diferentes. Intersec no es un término académico; en Francia, en Estados Unidos, en cada lugar tiene resonancias diferentes, es una lengua franca.

¿Qué pasó en la Argentina con la negritud?

--Argentina construyó un relato nacional con la expulsión de las otredades. Lo hemos charlado con Alejandro Frigerio y Ezequiel Adamovsky, especialistas en poblaciones afrodescencientes en el Río de la Plata... En mi experiencia, ser antillana equivale a ser una ciudadana de segunda. Trabajé en una librería de Francia, hablaba malgache, la lengua típica malayo-polinesia de la mayoría de la población de Madagascar y ¡Me comunicaba con el mundo entero!

¿Cuál es tu expectativa con este nuevo volumen, luego de publicar, sola o en colaboración títulos como Cuerpo, Differencias y Desigualdades (2001); Discursos sobre el colonialismo. Cuestiones De Antagonismo (2006); la traducción de Raza, etnicidad y sexualidades. Ciudadanía y multiculturalismo, de Aimé Césaire; Saberes culturales y derechos sexuales en Colombia (2016); Antropología y feminismo, entre otros?

Realmente espero volver a poner en intersección el giro decolonial, comunitario y antirracista. Mi vocación es complejizar lo interseccional en América Ladina. El feminismo se ha repolitizado, desde 2016 está más anclado en una generación distinta, de jóvenes, dentro de un mundo poshumano, de activismo digital, movimientos antirracistas y encuentros feministas.

¿Cuáles son los episodios que más te marcaron en los últimos años respecto de las problemáticas de los afrodescendientes?

Por un lado, me impresionó mucho durante la pandemia el asesinato de George Floyd, que puso sobre el tapete los resultados de las campañas contra las personas afrodescendientes, el pacto racista de las elites en el poder.

Floyd murió el 25 de mayo de 2020 en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad estadounidense de Mineápolis, como resultado de la brutalidad policial de Derek Chauvin, quien lo asfixió al presionar con su rodilla el cuello del hombre contra el pavimento durante 8 minutos y 46 segundos.

En pocos días, se produjo una oleada de protestas a lo largo del país en contra del racismo, la xenofobia y los abusos hacia ciudadanos afroestadounidenses.

Por otro, la llegada a la vicepresidencia de Colombia de Francia Márquez, una líder social, abogada defensora de los derechos humanos, feminista y afrodescendiente es otro hecho insoslayable, es muy productiva su presencia porque incluyó a los nadies de los que hablaba Eduardo Galeano. Desde enero de 2023, Francia es la primera Ministra de Igualdad y Equidad, con una fecunda gestión respaldada en los feminismos como movimientos sociales y teorías críticas.

Para Mara, lo interseccional es aquella política en la que confluyen diferentes luchas. En el fondo el problema es el deseo y lo inter son las resonancias que puede haber entre distintas injusticias, porque la injusticia no es un porcentaje, algo que sabe la mujer negra y lideresa, de lo que los hombres blancos se deslindan.

El cuerpo es el problema, el cuerpo del otre, el cuerpo expulsado que construyó “un relato nacional donde lo afro es subalterno, una cosa abandonada por el estado”. También, Viveros se detiene en las desigualdades de las mujeres migrantes, sobre todo en el caso específico de las trabajadoras sexuales brasileñas. “El hecho de que Brasil haya sido incluido en los circuitos mundiales del turismo sexual y el que las mujeres brasileñas hayan ganado visibilidad en la industria del sexo en países del sur de Europa ha determinado que esta articulación entre marcadores de diferencia se active, independientemente de que las mujeres estén o no vinculadas a la industria del sexo. La idea de que tienen una predisposición ‘naturalemente intensa’ a tener sexo y una propensión a la prostitución,combinada con nociones ambiguas sobre su estilo de femineidad -percibidos como sumisos y con una aptitud alegre para lo doméstico y lo materno- afecta a estas migrantes indiscriminadamente”. 

Algo similar ocurre con las trayectorias laborales de las migrantes peruanas que llegan a la Argentina. La investigadora María José Magliano estudió lo interseccional en estas mujeres que suelen emplearse como domésticas con un acceso (o falta de) a los derechos laborales vigentes. La segmentación del mercado laboral entre nativas y migrantes deja en situación de mayor desventaja a las “viajeras” forzadas, lo que marca una segmentación también en la lucha,

La experiencia de Mara Viveros indica que racismo, clasismo y sexismo van de la mano, aunque son intersecciones que pueden enfocarse de distintas maneras. “No es posible hablar de desigualdades de clase sin abordar las desigualdades raciales”. De esta manera radical, introduce el racismo como una estructura fundamental en las sociedades latinoamericanas.

El debate que ella nos presenta, interseccional y decolonial, forma parte de una rica estirpe de reflexiones sobre las desigualdades al sur de los Estados Unidos de América. Quienes luchan día a día por cambios profundos en las relaciones humanas de la región, desde la teoría hasta la praxis territorial, encontrarán en este libro resonancias propias.

La interseccionalidad “no requiere adhesiones devotas ni convertirse en una mención obligatoria”, advierte la investigadora colombiana. En todo caso, se trata de una perspectiva teórica y política con metas particulares que precisa entrar en diálogo con otras herramientas conceptuales y analíticas críticas y emancipadoras “para pensar juntas acerca de las operaciones del poder”.

El pensamiento y la acción política interseccional del centro al margen es su posibilidad de seguir siendo un saber de resistencia. Como enseñó bell hooks, la escritora de Hopkinsville, Kentucky que siguió las ideas de Erich Fromm, James Baldwin, Toni Morrison y Paulo Freire, “hay una clara distinción entre la marginalidad impuesta por las estructuras opresivas y la marginalidad elegida como lugar de oposición, ya que esta última es un lugar de apertura y de posibilidad”. Se trata de una respuesta crítica a la dominación y sujeción a través de un espacio forjado a través de la lucha. Esa posición proclive al cambio ofrece “un nuevo territorio desde el cual podemos dar un sentido renovado a las luchas feministas”. sostiene Mara.

Cita, como para redondear sus ideas, a la escritora afroamericana, nacida en Harlem, feminista, lesbiana y activista por los derechos civiles Audre Geraldine Lorde en La hermana, la extranjera: “el futuro de la Tierra puede depender de la capacidad de las mujeres para identificar y desarrollar nuevas definiciones del poder y nuevos modelos de relación entre las diferencias”.