Montpellier, en el sur de Francia, se convirtió en la ciudad europea con la red gratuita de transporte público más grande, alcanzando a más de 500.000 habitantes, en un intento de disuadir del uso del automóvil.

"Celebramos la gratuidad porque nos hace más solidarios, ecológicos y fraternales", anunció el alcalde de la localidad francesa, el socialista Michaël Delafosse, en un encuentro con la prensa.

Con esta medida, Montpellier completa la última etapa de descarbonización, que comenzó en 2021 con la gratuidad de los billetes de transporte público para menores de edad y jubilados y, desde hace dos meses, también durante los fines de semana para todos los usuarios.

Delafosse aseguró defender el abandono de los combustibles fósiles "no solo en francés, sino en europeo", porque ve necesario que el continente sea "el gran espacio que responda al reto climático" y "deje atrás las energías fósiles".

Esta política acompaña otras acciones tomadas en distintos puntos de Europa, como en las ciudades de Tallin (Estonia) y Dunkerque (Francia), o las bonificaciones temporales del transporte ferroviario en España o del local en la región francesa de Occitania y la alemana Heidelberg.

Unos 110 millones de euros serán invertidos para cubrir el costo de la adaptación, que incluye un aumento del 13% en la frecuencia de los autobuses y tranvías. Sin embargo, el gobierno local espera recuperar 30 millones anuales con los impuestos ya existentes y con la venta de billetes a los no residentes, por lo que la inversión estaría amortizada en cuatro años.

La nueva medida fue bien recibida por los ciudadanos, como la estudiante Lorena Foussard, que lo describe como un "alivio", con el que se ahorrará los 79 euros del abono anual de transporte, o los hermanos Matthieu y Nicolas Girouard, que valoran que su ciudad sea de las pocas de Francia en tener transporte público gratis.

Entre el público mayor, vecinos de la localidad como Lamine Amadou considera que la medida va acorde al "espíritu de la época", mientras que para Marie Dubois es "genial, sobre todo para quienes viven en la precariedad".

De esta manera, Montpellier se suma a otras cuatro aglomeraciones de más de 100.000 habitantes dentro del país (Aubagne, Calais, Libourne y Niort), que ya cuentan con esta política.

El avance de este modelo de movilidad en el siglo XXI está ligado a cuestiones ecológicas, como pueden ser los picos de contaminación, o urbanísticas, en un intento por devolver el atractivo a los centros de las ciudades.

La crisis sanitaria de la covid-19, con la que la frecuencia de uso del transporte público disminuyó o se volvió ocasional, y la crisis energética, con las subidas en los precios del combustible, obligan a repensar los desplazamientos, detalló Julie Calnibalosky, coordinadora del Observatorio de las Ciudades con Transporte Gratuito.

Según la experta, la gratuidad es una "elección política" que permite a la ciudadanía "reapropiarse de los transportes públicos", y cuyo reto es la "cuestión financiera", que debe abordarse en función de la capacidad financiera de cada entidad operadora.

La pionera en incorporar esta modelo fue la capital estonia de Tallín en 2013, tras un referéndum no vinculante, que fue respaldado por el 75 % de los ciudadanos. El beneficio aplica únicamente para sus 450.000 habitantes, que solo pagan dos euros por la tarjeta de acceso a la red de transporte. A causa de esta medida, efectivamente se redujo el uso diario del automóvil. 

Por su parte, con unos 85.000 habitantes, la ciudad francesa de Dunkerque instauró el transporte público gratuito en septiembre de 2018, pero sin distinguir entre los beneficiarios. Tras cinco años, el proyecto se puede calificar de éxito, pues los usuarios del transporte público han aumentado un 130%.

En el caso de Luxemburgo, a raíz de ser el país con mayor densidad de vehículos de la Unión Europea, en 2020 se encaró un proyecto a nivel nacional que lo convirtió en el primer territorio del mundo donde todos los transportes públicos son gratuitos, excepto la primera clase de los trenes. Además de a sus 660.000 habitantes, la medida favorece a los viajeros de Francia, Alemania y Bélgica.