El circo volador

En 1986, Basil Pao se sumó a la producción de El último emperador. Su rol principal iba a ser el de aparecer como Prince Chun, el padre del joven emperador Pu Yi. Pero además terminó siendo asistente de Bernardo Bertolucci y ocupándose de efectos especiales. Por entonces, ya se había hecho amigo de Michael Palin y se había ocupado de hacer libros y carteles para los Monty Phyton, ya instalado en Nueva York. Es decir, por entonces, ya toda su imaginería estaba desplegándose. Y eso es lo que se aprecia en su nuevo libro de fotomontajes Carnival of dreams. “Parece habitar muchos siglos a la vez”, escribe Pico Iyer, curador del libro. El artista comenzó su carrera como diseñador gráfico. En décadas posteriores, aprovechó su talento para crear una obra en solitario de fotografías y collages con una visión muy propia de personas, animales, sitios históricos y paisajes de todo el mundo. Además de esto, Carnival of dreams presenta un relato detallado de la evolución de sus fotomontajes. Inspirado en David Hockney, creó una serie de trabajos, entre ellos portadas de álbumes del cantante y productor musical de Hong Kong George Lam, la portada del álbum Crosswinds de 1974 del baterista Billy Cobham y Somewhere in England, de George Harrison, editado en 1980. Pao recuerda que en aquellas épocas tuvo que viajar a Japón para utilizar una de las dos únicas máquinas de composición fotográfica que había en el mundo. “La misma potencia informática que había en una máquina que ocupaba toda una habitación en un edificio industrial, ahora está disponible en las computadoras portátiles”, escribe. En su obra conviven evocaciones íntimas y elementos visuales de la cultura pop. De hecho, Pao escribe que a lo largo de los años, este conjunto de trabajos pasó de ser “reinterpretaciones fotográficas” de imágenes de Magritte y Terry Gilliam a sus propios “paisajes oníricos de fantasía”.

Spice Stamps

Las Spice Girls serán la primera banda femenina de la historia en tener su línea de estampillas. Así lo anunció Royal Mail, la empresa de servicio postal de Gran Bretaña, que por estos días lanza una colección de 15 estampillas para celebrar los 30 años de nacimiento de las reinas del brit pop surgidas en 1994. Diez de los nuevos sellos presentan imágenes de las chicas actuando en vivo entre 1997 y 2012, incluso en los Brit Awards en 1997 y durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Victoria Adams (Posh Spice), Melanie Brown (Scary Spice), Emma Bunton (Baby Spice), Melanie Chisholm (Sporty Spice) y Geri Halliwell (Ginger Spice) también tienen sus estampillas personales, con imágenes tomadas para promocionar su película de 1997, Spice World. Además, hay más merchandising como papeles con membrete y sobres. Un paquete que incluye las 15 estampillas cuesta poco menos de 20 libras (es decir, unos 25 dólares) sin contar gastos de envío.“Estamos muy emocionadas de que Royal Mail nos celebre, junto con algunas de las leyendas musicales más icónicas e influyentes”, dijeron las Spice Girls en un comunicado. “Cuando nos formamos, no podríamos haber soñado con que seríamos el primer grupo de chicas en acceder a este honor. ¡Eso es Girl Power!”. Los Beatles tuvieron su propia colección de sellos en 2007 y a lo largo de los años también se sumaron bandas como Pink Floyd, Queen, los Rolling Stones e incluso, Iron Maiden en 2023.

Jaguares online

“Una isla en medio de al deforestación”. Así define la bióloga Yara Barros la biodiversidad del Parque Iguazú, que en el borde entre Argentina y Brasil despliega una riqueza de dos mil especies de plantas. Allí también habita el yaguareté, que está en peligro de extinción. Ella explica que en las más de 67 mil hectáreas, sólo hay 300 jaguares. Hasta un tercio vive ahora dentro del estrecho corredor de 2.400 kilómetros cuadrados protegido por los parques. Para evitar la depredación, la bióloga y su equipo diseñaron la aplicación “Onças do Iguaçu”; es decir, “jaguares de Iguazú”. Cecilia Belloni, del lado argentino, explica que se trata de “teléfonos satelitales que usamos a lo largo de la selva y que trazan una enorme cantidad de datos: es decir, una suerte de mapa sonoro”. “Los sistemas de información geográfica pueden hacer que los recorridos de los guardabosques sean más eficientes”, explica Belloni, “al permitir que los equipos de guardabosques registren mejor los datos y cuantifiquen cualquier información relevante que observen”. Eso incluye no sólo la posibilidad de ubicar geográficamente a los yaguaretés sino que también brinda data sobre incendios y deforestación dentro y fuera de las áreas protegidas. El desarrollo de esta app para guardabosques se concretó por primera vez en 2014 y fue estrenada durante un viaje de entrenamiento a Tailandia. Pero ahora, esta gente está estrenando una versión mejorada.

El retorno de Brancusi

Incluso la vida de los grandes artistas a veces se puede sintetizar en cajas que se cierran y cajas que se abren. Es el caso de Constantin Brancusi, un artista que en Rumania era pastor y que se mudó a París en 1904, donde desarrolló toda su obra. Su escultura cumbre es El beso, de la que esculpió varias versiones a lo largo de cuarenta años. Una estaba en Montparnasse sobre la tumba de Tatiana Rachevskaia, estudiante ucraniana que llegó a París a comienzos del siglo pasado tal como contamos hace exactamente un año en esta misma sección. Ella se enamoró de un médico rumano pero el vínculo no prosperó y en 1910, Tatiana se quitó la vida. A diferencia de otras versiones, en esta escultura en particular, se ve a los amantes de cuerpo entero formando un rectángulo perfecto. Debido a la polución y el paso del tiempo, la familia de la chica encerró la escultura en una caja y ahí siguen los amantes, presos pero a salvo de miradas ajenas. El artista creó El beso en 1945, cuando la Unión Soviética ocupó Rumania. Otra de sus versiones, comprada por el Pompidou, volvió ahora a su suelo natal y se expone dentro de una vitrina de vidrio como parte de la exposición más grande del artista en su país de origen. Brancusi: Romanian Sources and Universal Perspectives se puede ver en el Timisoara National Museum of Art. Si bien en Rumania se conservan algunas de sus obras tempranas, la mayoría está dispersa por el mundo. Así que más de veinte esculturas han hecho el viaje de Rumania, llegadas del Guggenheim de Venecia o la Tate de Londres. Cada una está acompañada de archivos, dibujos y, sobre todo, fotografías, que dan cuenta de su creación y su emplazamiento. Todo esto también lleva la firma de Brancusi, que no dejaba que nadie montara sus obras por él ni las fotografiase. Además, consideraba la fotografía un arte elevado que descubrió mientras trabajaba en el taller de su amigo Auguste Rodin. Como parte de ese archivo, dejó las imágenes de El beso tal como la escultura fue montada en Montparnasse y también, las instrucciones precisas para su montaje. Su obsesión meticulosa, como era esperable, atraviesa su estudio en París, donde sólo él tocaba sus creaciones y la unía como una obra de arte total. Hasta hace unas semanas el estudio se podía visitar en un pequeño edificio situado muy cerca del Centro Pompidou. Ahora está cerrado y lo que allí había, volvió a estar embalado en cajas. El estudio, mal que le pese a Brancusi, será remodelado y reabierto como muestra permanente.