El primer dato oficial sobre consumo masivo en 2024 refleja de lleno el deterioro del nivel de vida de la población argentina: el Indec midió que en enero la caída de las ventas de los supermercados fue del 13,8 por ciento interanual y del 3,4 por ciento respecto de diciembre. Según las cifras oficiales, el nivel de consumo en los supermercados medido en cantidades es el más bajo de la serie disponible desde enero de 2017. Si bien no está a mano la comparación, es seguro que también es el más reducido desde los primeros años después de la salida de la convertibilidad.

La consultora especializada Scentia midió para febrero una caída del consumo en supermercados del 8,3 por ciento, mientras que autoservicios quedó prácticamente parejo. Los rubros que más cayeron fueron bebidas con alcohol (11,5 por ciento), alimentos de desayuno y merienda (-6,4) y de higiene y cosmética (-5,8 por ciento). En tanto, Página/12 pudo averiguar que los datos preliminares de la primera quincena de marzo arrojan una nueva caída del 8 por ciento, similar a la dinámica de febrero.

Otro indicador a tener en cuenta es el que publica la CAME, que anotó una baja del consumo minorista del 28,5 por ciento interanual en enero pasado, con caídas extremas en farmacia (-45,8 por ciento), seguido alimentos y bebidas, ferretería, perfumería y calzado. 

En el caso de los shoppings, que también informó el Indec, en enero la merma de las ventas medidas en forma constante fue del 21,3 por ciento. En tanto, los autoservicios mayoristas bajaron un 8,1 por ciento interanual y 1,9 por ciento mensual.

Caída generalizada

Una característica de la actual caída del consumo masivo es que es prácticamente generalizada. Claramente debe haber algún ínfimo porcentaje de personas que mejoraron su posición, pero la enorme mayoría está en una situación de retracción. 

De acuerdo a un estudio elaborado por la consultora Marketing&Estadística al que tuvo acceso este diario, en el último mes el 89 por ciento de los consumidores tuvo que restringir gastos en su hogar, ya sea porque no le alcanza la plata o porque está cuidando más el bolsillo. Este porcentaje es bastante parejo entre las personas que no terminaron el secundario, las que cuentan con un terciario y las que son universitarias.

En cuanto a la cantidad de productos alimenticios adquiridos para el consumo en el hogar, prácticamente nadie anotó un aumento, sin importar género, edad ni educación. Respecto de las marcas, entre el 60 y el 70 por ciento de los entrevistados utilizó reemplazos por opciones más baratas. En tanto, el 58 por ciento de los consumidores dice haber reducido las salidas a comer fuera del hogar, mientras que el 51 por ciento de los encuestados disminuyó las invitaciones a amigos para comer en la casa, y el 46 por ciento pide menos delivery.

Otro de los hábitos de consumo que se modificó a partir de la profundización de la crisis económica en los últimos tres meses es el lugar dónde consumir, dado que se opta por hacer compras más chicas y focalizadas en lo necesario: según el Indec, el ticket promedio en supermercados en enero fue de 13.857 pesos, una suba interanual del 221,9 por ciento, bien por debajo de la inflación del 254,2 por ciento del período. 

De esta forma, respecto de comienzos de año, el porcentaje de consumidores que van al supermercado de cadena para aprovisionarse de bienes básicos bajó del 43 al 36 por ciento. A su vez, los consumidores de supermercado de barrio, bajaron del 26 al 24 por ciento. Por el contrario, las compras en un mayorista o distribuidor avanzaron del 12 al 18 por ciento, mientras que los chinos hicieron lo propio, del 7 al 10 por ciento.

Para las empresas, la contracara de la remarcación de precios totalmente desmedida que vienen haciendo es la acumulación de stocks: este diario informó como el gigante Coca Cola está rematando mercadería por la baja en las ventas, mientras que en perecederos los fabricantes quieren mejorar la visibilidad en góndolas de los lotes con vencimiento cercano.