Lo de Lanús anoche en La Fortaleza se pareció un poco a lo de David y Goliat, solo que en lugar de una honda contó con la ayuda del sistema de video arbitraje. Es que a los 23 minutos se encontraba perdiendo 0-2 y obligado a ganar por dos de diferencia para alcanzar su pasaje a la final de la Copa Libertadores. River saboreaba el triunfo, pero los dirigidos por Almirón no bajaron los brazos, dieron vuelta el trámite con dos tantos de Sand, entre el final del primer tiempo y el inicio del segundo, pasaron al frente con otro de Acosta y, con ayuda del VAR, obtuvieron el penal que le permitió a Silva poner el 4-2 final. El árbitro colombiano Wilmar Roldán no había cobrado la falta como tampoco había cobrado otro claro penal tras una mano de Marcone, aunque en este caso no se utilizó el VAR. Contra los pronósticos, ganó el Granate. Lanús se llenó de alegrías y ahora espera el nombre del otro finalista, que se conocerá hoy cuando se defina la serie que animarán en Porto Alegre (20.45) Gremio, con una ventaja de 3-0, y Barcelona, de Ecuador.

La tarde no había empezado bien para el conjunto millonario. Un grupo de energúmenos quiso alterar el ánimo del plantel atacando en la 9 de Julio a piedrazos el micro que transportaba al equipo La Fortaleza. No hubo heridos, por suerte, apenas una ventanilla rota. No era, por supuesto, nada de eso necesario. Es que ya en la cancha, fueron los jugadores granates los que se encargaron de mostrarles a los millonarios que el partido que tenían por delante no iba a ser fácil. 

Prácticamente desde el inicio, los granates buscaron dejar en claro que su actitud no iba a ser la misma que la del partido de ida en el Monumental, donde eligieron replegarse y aguantar. Pero el ímpetu de los locales duró hasta los 17 minutos, cuando Braghieri cometió un error garrafal, empujó a Nacho Fernández dentro del área y el árbitro no dudó en cobrar el penal que Scocco definió abajo a la izquierda de Andrada para el 1-0. El gol de visitante desechaba la opción de una definición por penales y dejaba obligado al conjunto local a imponerse por una diferencia mínima de dos goles.

Fue duro el golpe para el equipo de Almirón. Y fue peor aún cuando, cinco minutos más tarde, River estiró la ventaja con un cabezazo del chico Montiel, tras un tiro libre de Pity Martínez en el que Andrada dio rebote. Comenzó a llover en el Sur. River se adueñó de los hilos del partido tanto en los futbolístico como en lo anímico, ante un Lanús sufría y comenzaba a jugar al límite. Hubo una mano de Marcone en el área que Roldán no vio; tan seguro parecía estar el asunto que nadie reclamó el VAR ni dada de eso. River ganaba cómodo y saboreaba su pasaje a la final. Lanús, perdido por perdido, se soltó y fue por todo. Así, cuando el partido se iba al descanso, habilitado por Acosta, Sand remató sobre el primer palo de Lux para conseguir el descuento que le dio vida al Granate.

Y vaya si le dio vida que, a los 43 segundos de iniciado el complemento, el mismo Sand robó de una punteada una pelota en la puerta del área y luego fue a buscar un rebote para terminar la jugada con un certero remate de frente al arco de Lux y poner el 2-2. 

Entonces fue River el que pareció desorientarse, el empate fue un duro golpe psicológico. Sand, intratable, habilitó a los 61 a Laucha Acosta para que este definiera, entrando por el medio sobre el área chica, el 3-2 con el que el Lanús consiguió dar vuelta el marcador. Lanús era otro equipo, pero todavía le falta un gol para sentenciar su suerte. Un gol que llegó a instancias del famoso sistema de video arbitraje (VAR). Es que a los 60 minutos, Montiel tomó de la camiseta a Pasquini dentro del área, el árbitro quería dejar jugar pero los futbolistas de Lanús y sus propios asistentes lo hicieron recapacitar. El VAR (que no se utilizó para analizar la mano de Marcone en la primera parte) le dio la razón a los reclamantes. Roldán cobró finalmente el penal y, de paso, amonestó a Montiel. Silva se encargó de ejecutar la falta y con un derechazo cruzado puso el marcador 4-2.

River reaccionó y se le fue con todos sus bríos encima a Lanús. Pinola estuvo cerca en una jugada de tiro de esquina, pero su remate se desvió en un jugador granate y luego dio contra un palo. Después lo tuvo Lanús. De acá para allá, a puro vértigo, a mura emoción, a puro nerviosismo, así fue el final del encuentro, con los dos equipos jugados en ataque, intercambiando situaciones de peligro. Un tanto necesitaba River para clasificarse a la final de la Copa Libertadores, otro necesita Lanús para apuntalar su patriada y asegurar su conquista.