En el principio incesante de todas las cosas, por cada nueva palabra creada, se va postergando a la nada que acecha entre las rendijas de la vida, así como el muro agrietado filtra aire denso de tierra arrasada. Hay silencio, y en el silencio, rezuman ecos de antiguas letanías, que errantes buscan su destino perdido, sobre horizontes iguales de polvo sin nombre. Un súbito cielo ardiente parece haberlos segado con la batalla última, miles diversos instantes, en solo acto fundidos, de oscuro color sobre el muro, unos signos dejaron grabados; Signos que al ser traducidos, acallan los ecos en el silencio habitados.

A un lado del muro, al otro lado del muro, en arengas se erigen dos ideas del mundo pensado, colmando de juicios certeros al aire tensado. De unos Antiguos tratan; si en sus decisiones, habrían o no rotado, unos vientos con norte trazado, quedando expuestos al sol nuevo, los verdes retoños secar: -‑Fueron de los últimos en sentir soplar un viento del sudoeste que llamaron Pampero? ‑de un lado repiten. --Ningún viento del sudoeste, alguna vez fue sentido, -del otro lado insisten, negando de ser alguno, fuese o no primero, haber rotado un viento de extraño nombre pampero. "Ese viento hubo existido, soplando sigue, desde sueños profundos, las pruebas de haber sido extinguido, secado fue un aire, que impulsar lo hacía, humedecer tierras arriba -exaltados, explican-. Secar este aire seco, siempre seco su estado, es sueño estéril que habrían soñado". Y los primeros replican: "En sueños, el nombre pampero nos fue susurrado, para su aire en la tierra ser nuevamente soplado". Mil días y sus noches, así discuten, al perdido acto cegado de futuro, por extraño nombre de viento en sueños revelado, frente al seco aire inspirado.

¡Oh! ¡Discordia que no has disipado, seco aire diseminado, dos líderes buscando tu origen nacieron, y de tu origen sus causas han encontrado, sin en la cuenta haber caído, como ellos mismos, esas realidades habían fundado! ¡El horizonte por ellos mirado, es un horizonte a cada mirada causado, y ese mismo horizonte, de su propia visión explicado, no puede arriesgar el modo en que es vivenciado! Cientos de seguidores, las nociones de sus líderes, por verdades fueron afirmando, hasta en cultos irlas congregando. Defienden su mundo ideado, so pena de ser por los otros convertidos, o tal vez eclipsados, y esa fuerza tremenda eleva arengas alrededor del muro alzado. Muro de soñadores, que construir han concretado, para proteger retoños en hileras por ellos sembrados, frente a vientos huracanados.

Tal acto pronto ha desesperado, a quienes el seco aire hubo acostumbrado, a inspirarlo siempre forzados. "¿Cómo será el mundo por arboles gobernado? ¿traerá humedad que unos antiguos habrían secado?", se preguntan azorados, ante esos brotes germinados. Su líder apremiado, al fin un pronto final proclama, si por arboles el aire es alivianado, demandando del líder opuesto, y su sueño, haberlos condenado: "¡De sueños profundos, no pasibles de ser verificados, dicen un modo de vida nuevo haber comenzado, más a todos digo, ese modo de vida es nuestro final anunciado!" En vano, una y otra vez, le es explicado, como un sueño soñado, guiar hubo llevado a encontrar y sembrar semillas, según en tiempos antiguos el viento naturalmente habría diseminado.

Semillas y retoños, desde sueños surgidos, el horizonte real ha amenazado. Los actos que a hablar empiezan, en algunos más fanatizados, ya a los brotes van atacando, y en defensa de esos sueños nacidos, algunos soñadores no son menos violentados. ¡Feroz batalla se está dando! ¡Implacables gestos mortíferos se entrelazan danzando! A lo lejos, sobre un lecho de río seco, tres carabelas a la batalla están apuntando.

El muro agrietado filtra aire denso de tierra arrasada, hay silencio, y en el silencio, hay ecos acallados. Ningún rastro de semillas, o de retoños, se han encontrado. Del texto traducido, su realidad de signos solo ha quedado, signos desde los cuales nuevas realidades serán vividas. Un extinto viento del sudoeste, llamado Pampero, tal vez en sueños, al amparo del muro, su fuerza perenne siga soplando.