El psiquiatra y psicoanalista Santos Eduardo Manzanares fue acusado de abusar sexualmente de tres mujeres en el marco del ejercicio de su profesión. La fiscal que investiga en la causa pidió la elevación a juicio a fines del mes pasado. “En todos los casos existió una relación de dependencia, autoridad o poder que colocan al autor en una posición privilegiada respecto a las víctimas”, dice la fiscal.
Mónica Cuñarro, fiscal Nacional en lo Criminal y Correccional, titular de la Fiscalía N° 16, consideró en su pedido elevado el 30 de agosto, que Manzanares cometió el delito de “abuso sexual agravado por haber mediado acceso carnal en reiteradas oportunidades” en perjuicio de una mujer a la que llamaremos MP y el delito de abuso sexual simple cometido en forma reiterada --en un número indeterminado de ocasiones-- contra VH, MPy GC.
Los presuntos abusos ocurrieron en la zona de La isla (ex Libertador) en Recoleta. Las mujeres se encontraban en un contexto de vulnerabilidad por su condición psicológica: problemas de percepción corporal, relaciones de pareja, entre otras situaciones, y Manzanares, en su calidad de líder, mentor y guía de un supuesto grupo aprovechó para manipular y captar sus voluntades hasta llegar a bloquearlas y en algunos casos abusar de ellas.
“Santos Manzanares se aprovechó desde su lugar de poder, de médico, superior y asimétrica de la vulnerabilidad de las víctimas, así como de la situación de poder que ejercía sobre ellas, sobre el vínculo de confianza y la colocación en un lugar de ser superior que les estaba acercando a una cosmovisión que les permitiría ser libres. Así, logró vencer sus voluntades y eso permitió la realización de los abusos sexuales detallados padecidos por las damnificadas, los cuales obviamente no fueron libremente consentidos”, dice el escrito. Todo esto enmarcado en contexto de violencia de género.
En principio, Manzanares creaba un vínculo con las víctimas, como profesional de la salud mental --psiquiatra-- generaba un contexto de confianza y contención emocional, a tal punto que creían que cambiaría el mundo.
“Manzanares instituyó un culto respecto a la libertad sexual y de enfrentar los miedos rompiendo con los límites de la sexualidad para lograr la salvación. El imputado se hallaba en una relación de preeminencia respecto de las víctimas, con las cuales mantuvo un vínculo jerárquico o de autoridad por su profesión, por ello las víctimas toleraron, confiaron, pero no consientes”, explica Cuñarro en el escrito. Es por ello que, dice, resulta plausible hablar en este caso de un “consentimiento no válido, con discernimiento, intención y libertad, por el contexto situacional en el que estaban inmersas las víctimas con factores demostrativos de que su ámbito de autodeterminación estaba neutralizado y, por ende, su consentimiento viciado”.
VH narró que conoció al psiquiatra en 2016 y que empezó a trabajar como secretaria haciendo además tareas de limpieza y cocina para él en 2019. Ese año empezó con comportamientos que a ella le parecieron extraños, como levantarle la remera y tocarle la espalda y enojarse cuando ella le reclamaba. Habitualmente le decía al oído comentarios obscenos sobre su cuerpo y si ella se molestaba le gritaba “tenés tanta oscuridad que por eso no podés aceptar el amor”. También la tocó de manera sexual en varias ocasiones.
MP conoció a Manzanares en 2018 cuando estaba atravesando una crisis de pareja y comenzó una terapia y luego se sumó a un grupo de los jueves. Un día Manzanares le pidió que pasara más tiempo con él, y como ella creía que era la única salida que tenía para poder solucionar su vida, accedió. A fines de 2019, él la citó en su casa y la manoseó. Esa situación la shockeó, porque no la esperaba. Manzanares es una persona mayor, que ella veía como un abuelo, por lo que comenzó a llorar. “Si bien estaba enojada con Manzanares, continuó yendo en la creencia que la ayudaría con sus problemas, pero la situación se agravaba, cada vez sus acciones avanzaban, se le tiraba encima, la tocaba. Concurría a las sesiones angustiada, llorando, pero sentía que no lo podía dejar, se sentía sumisa ante él, bloqueada, totalmente manipulada. Tanto fue la manipulación que logró que le practicara sexo oral, situación que sucedió en más de una oportunidad y que culminaba en llantos de su parte, mientras Manzanares le hacía creer que con él iba a estar bien. Todo ello ocurrió hasta el mes de febrero de 2020 cuando comenzó a acosar a otra chica, entonces empezó a denigrarla y torturarla psicológicamente”, dice el escrito.
GC conoció a Manzanares en 2020. En una ocasión él la tocó en zonas erógenas sin su consentimiento, con la excusa de que “quería sentirle el corazón”, después intentó besarla y una vez logró hacerlo.
Siete testimonios corroboran los dichos de las denunciantes. “Manzanares tenía esta tendencia manipuladora que necesitaba reclutar gente, tenía un componente sectario, hablaba de la gente de los grupos como si fueran sus discípulos, lo que significaba que se estaba poniendo en otro lugar por encima de los demás. Tenía como esa fuerza de ir quebrando la voluntad de la gente”, dice Cuñarro.
Los peritajes psicológicos sobre las damnificadas y Manzanares corroboraron que las mujeres sufrieron “maniobras de captación, manipulación, sometimiento, ubicación en lugar de parteners, favorecidas por una expectativa ansiosa de solución mágica a sus problemáticas”. La situación asimétrica encuentra su correlato en las conclusiones del examen psicológico que se le practicó a Manzanares, donde se advirtió “marcados rasgos narcisistas”.
Cuñarro dijo a este diario que es importante que las víctimas confíen en la fiscalía: “Su enorme valor ayuda a que otras víctimas no pasen por las mismas aberraciones”.